De animales prodigiosos y otros seres imaginarios
El más
extraño de los animales prodigiosos
René Avilés Fabila
Dentro de esa jaula de grandes proporciones, pasta
tranquilamente una rara especie. Ningún letrero lo anticipa. Algunos expertos
en zoología señalan que se trata de un pegaso sin alas, otros más afirman que
es un unicornio sin cuerno. La gente sencilla, que se arremolina en el lugar,
prefiere decirle caballo.
Psicosis
Gilberto J. Signoret
Corriendo por la calle, montado
en su elefante rojo, el enano gritaba con sus dos bocas, haciendo ademanes:
—¡No se asusten, por favor, no se
asusten…!
Greguerias
Ramón Gómez de la
Serna
—El caballo de circo es un sofá hípico.
—La jirafa es una grúa que come hierba.
—Los dátiles saben a nostalgia.
—Nadie puede estrangular a un acordeón. Supervive a todo apretar.
—Cuando vemos correr a un conejo, parece que se nos ha escapado una
zapatilla.
Los peces
José Joaquín Blanco
Muerto, como los peces,
bogo entre prismas de aguacristal, entre multitud de anhelos fosilizados en su
flujo fingido.
¿Solamente un pez, ahora,
al final de los tiempos, en la turbiedad profunda de un océano? ¿Sólo un
descendiente de la comunidad marina sin mayor función que el movimiento? Sueño
diariamente con el pescador y en mi boca hay ansias vivas. Fluyen recuerdos de
mis antepasados, la brisa parece milenaria.
¿Parece? Yo mismo, el que
soy, recuerdo haberla escuchado desde siempre. ¿Soy? ¿Un ser sin muerte y sin
principio y sin creador?
Sucede que he querido quedarme solo para identificarme y no basta un espejo para sentirse uno pez… Tendré que dejarme conducir por la corriente. ¿No seré yo mismo la corriente?
Sucede que he querido quedarme solo para identificarme y no basta un espejo para sentirse uno pez… Tendré que dejarme conducir por la corriente. ¿No seré yo mismo la corriente?
Perro
sabio
Gibran Jalil Gibran
Cierto día pasó un perro sabio cerca de
un grupo de gatos.
Al acercarse y ver que estaban muy
entretenidos y despreocupados de su presencia, se detuvo.
Al instante, se levantó en medio del
grupo un gato grande y grave, el cual miró a todos y dijo: “Hermanos orad; y
cuando hayáis rezado un ay otra vez, sin dudar de nada, en verdad lloverán
ratas”.
Y el perro, al oír esto, rióse en su
corazón y se alejó, diciendo: “¡Ah! Ciegos y locos gatos, ¿acaso no fue escrito
y no he sabido yo y mis antepasados antes de mí, que lo que llueve merced a las
oraciones, a la fe y a las súplicas, no son ratas, sino huesos?”.
El otro mundo hindú
El Ramayana
Este país de los lagos de
dorados lotos. Hay ríos a miles, llenos de hojas de color del zafiro y del
lapislázuli. Y los lagos, resplandecientes como el sol de la mañana, están
adornados con dorados mantos de rojo loto. Todo el campo está cubierto de joyas
y piedras preciosas, con alegres mantos de lotos azules de dorados pétalos. En
lugar de la arena, las perlas, las gemas y el oro forman las orillas de los
ríos, a lo largo de los cuales se elevan árboles de un oro que brilla como el
fuego. Estos árboles dan perpetuamente flores y frutos, despiden una deliciosa
fragancia y están llenos de pájaros.
El canario
Luis A. Chávez F.
El hambre y la libertad, son
cosas que la mayoría de la gente toma muy a la ligera.
Por ejemplo, ahí está otra vez
este güey, que a cambio de un grano de alpiste quiere que saque otro papelito…
De los daños que provoca el alcohol
Juan Armando
Epple
Como
ocurre con muchos, empezó a beber para olvidar, hasta terminar olvidando por
qué bebía tanto. Y como ocurre con algunos (felizmente con pocos) al cabo de un
tiempo empezó a ver visiones, visiones que aceptó al principio como una
diversión pero que después se transformaron en una pesadilla: eran pequeños
seres juguetones que bailaban por horas frente a sus ojos. Hasta que un día,
desesperado más allá de la sed, salió corriendo de su cuarto para someterse a
la tortura benigna del hospital que le quitaría el vicio.
Cuando
regresó a su cuarto, disgustado por los días de encierro pero feliz de sentirse
otra vez libre, vio la botella a medio consumir y, en un gesto de repulsión, la
estrelló contra la pared.
Entonces
los pequeños seres saltaron agresivos buscando su garganta, sedientos de su
sed.