Los padres y madres de hijos adolescentes en Ciudad Juárez también habitan estas páginas: ahí están, haciendo esfuerzos descomunales para cuestionar la naturalidad o fatalidad de la ruta de la violencia
Familiares de una niña muerta en Ciudad Juárez (México) en 2005. /elpais.com
En la presentación del libro de crónicas Entre las cenizas. Historias de vida en tiempos de muerte, dije algo que había dicho muy pocas veces antes y que ahora, más de un año después, sigo creyendo: no sé si los libros salvan vidas, pero si un libro pudiera hacerlo, sería éste. El libro en cuestión, el cual conocí desde su temprana versión en manuscrito porque sus editoras, las periodistas Marcela Turati y Daniela Rea, me invitaron a escribir el prólogo, es un libro necesario. Un libro urgente. Compuesto por diez crónicas que muestran las múltiples estrategias que han utilizado una gran diversidad de hombres y mujeres de México para enfrentar la maligna violencia que cunde en el país, Entre las cenizas va mucho más allá del lamento o de la victimización artera o de la empatía fácil.
Lejos del estereotipo que a menudo adjudica la violencia de la guerra calderonista a linajes ancestrales o a la pasividad de la sociedad civil, estos periodistas vuelven visible lo que le resulta obvio al que anda a pie: es gracias a una gran capacidad de organización desde abajo que los mexicanos han podido sobrevivir con dignidad ante los embates de esa guerra que pocos en las altas esferas del país admiten como cierta. Entre las cenizas registra la constante actualización de formas de resistencia comunitaria que distingue a la historia de México desde el pasado más remoto hasta nuestros días.
Ahí están las mujeres que, volviendo sociales las habilidades culinarias que reinan en el ámbito doméstico, se dan a la tarea de alimentar a los migrantes centroamericanos que viajan en los lomos de La Bestia, el tren que muchas veces los lleva a ningún lado o a la muerte. Los padres y madres de hijos adolescentes en Ciudad Juárez también habitan estas páginas: ahí están, haciendo esfuerzos descomunales para cuestionar la naturalidad o fatalidad de la ruta de la violencia a través de la formación de clubes deportivos. Los que no pudieron encontrar alivio a las dolencias psicológicas o del espíritu en las instituciones de salud, han recurrido a una terapia popular, las flores de Bach, para hacerse del espacio de expresión y cuidado necesario para vivir el día a día de la violencia: ellos también están aquí. Hay más, por supuesto. Los ejemplos son muchos y cubren un gran territorio del país.
En un contexto en el que la poesía documental —un modo poético que, al poner en cuestión el yo lírico, asume como propios los decires y sentires comunitarios— ha brillado por su ausencia, no es de extrañarse que sean los periodistas, especialmente los encargados de ese género híbrido que es la crónica (lo más parecido que tenemos a la no ficción), los que nos recuerdan la fogata mítica y práctica alrededor de la cual seguimos intercambiando historias, registros, recuerdos. Son ellos los que, re-leyendo y re-escribiendo los textos de muchos otros, los lenguajes de muchos otros, han logrado extraer el fósil vivo del empeño y la confianza, las tradiciones y el ingenio, el sentido de comunidad y la fe que, entre otros tantos elementos, han salvaguardado nuestra existencia.
Valientes y brillantes, Turati y Rea se han dado a la tarea, en conjunto con SurPlus, la editorial independiente ubicada en Oaxaca, de compartir Entre las cenizas con todo mundo: http://entrelascenizas.periodistasdeapie.org.mx/?page_id=98
Aquí es posible bajar el libro gratis, en versiones tanto en español como en inglés. También se pueden consultar imágenes fotográficas y videos. Las editoras están en TW: @marcelaturati; @danielarea
* Cristina Rivera Garza, su último libro es El mal de la taiga