La novela es una historia entre el D.F. y Madrid, un relato sobre trata de mujeres, prostitución y, sobre todo, de lo complicada que se puede volver la vida de un pobre hombre cuando no mide bien sus ambiciones
Nach Cabana, autor español de La chica que llevaba una pistola en el tanga./elpais.com |
Hay ocasiones en las que
quien esto escribe se ceba con su adorada ficción criminal anglosajona,
luego se pasea por el mundo escandinavo y al final se da cuenta de que
frecuenta demasiado poco la novela negra española. Es verdad que los
males del mundo son universales, pero las voces cambian y conviene
atenderlas. Por eso aprovecho la concesión del Premio LH’ Confindencial de novela negra a Nacho Cabana (Madrid, 1968) para hablar de La chica que llevaba una pistola en el tanga (Roca Editorial) que el autor ha presentado en Madrid esta semana.
La novela es una historia entre el D.F. y Madrid, un relato
sobre trata de mujeres, prostitución y, sobre todo, de lo complicada
que se puede volver la vida de un pobre hombre cuando no mide bien sus
ambiciones. Cabana, guionista de series de éxito en televisión, completa
un relato que se lee muy bien y que tiene mucho poder visual.
Dos escenarios, muchos problemas, una trama que termina
relacionándolos. En Madrid, una agresión aparentemente racista acaba con
la vida de una pobre niña rumana. Violeta y Carlos, dos policías que
hacen una extraña pareja, que llevan tiempo trabajando juntos pero que
no se conocen realmente, tienen que investigar los hechos, lo que les
lleva rápidamente a una red de prostitución y a un burdel en Murcia.
Al otro lado del mundo, Pedro es un inmigrante español en
México, un hombre que vive en el D.F. ciudad que adora y en la que
trabaja como taxista. Su mujer Itzel y su hija Olga son su vida, pero
esta harto de pasar estrecheces. El deseo de una vida mejor le empuja a
adentrarse poco a poco en una estructura mafiosa para la que hace
pequeños trabajos aparentemente inocuos. Ir más allá sería revelar
demasiado, pero se puede decir que esas pequeñas ambiciones de Pedro,
sin duda el mejor personaje de la novela, van a cambiar su vida para
siempre y van a desencadenar una tormenta de consecuencias
impredecibles.
La novela termina por unir las dos tramas y nos muestra el
lado oscuro de dos ciudades magníficas pero en las que el mal siempre
tiene sitio reservado, dos ciudades que, en cierto modo, no dejan de
hacerse daño a sí mismas y a quienes viven en ellas. Más o menos como
los personajes de la novela, que no pueden evitar, es la vida, ir por
donde no deben. Las relaciones entre las parejas protagonistas, los dos
policías y Pedro y su mujer, plantean una pregunta inquietante
¿Conocemos de verdad a la gente que tenemos junto a nosotros?
Cabana muestra su oficio con los guiones televisivos
ofreciendo descripciones muy visuales del D.F y de algunos rincones de
Madrid, de burdeles en Murcia o en México, de descampados cutres donde
se comercia con muerte. La novela tiene además la virtud de hablar de
problemas que nos quedan muy cerca, de tramas parecidas a la de los
macro burdeles de la Junquera o de las chicas traídas con engaños y
promesas de una vida mejor a una España que no tiene para ellas más que
miseria, explotación y oscuridad. El final no me convence del todo, pero
eso se lo dejo para que lo juzguen. Aquí tienen una novela actual y
dura. Lean y disfruten.