miércoles, 23 de abril de 2014

Solemne despedida de Gabo en Bogotá, del aguacero a la lluvia de mariposas amarillas

Gabo que estás en los cielos

Después del multitudinario homenaje en México, su país de acogida, la memoria de Gabriel García Márquez fue honrada en su Colombia natal con una muy solemne despedida en la Catedral de Bogotá en la que no faltó la música sacra ni la habitual lluvia que afeó el vuelo de las mariposas amarillas

Gabriel García Márquez fue despedido en la Catedral Primada de Bogotá, Colombia bajo un aguacero y una lluvia de mariposas amarillas./lainformacion.com
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y su familia encabezaron la comitiva oficial integrada por ministros, congresistas y algunos personajes de la cultura, mientras que pocos centenares de ciudadanos terminaron de llenar el aforo del templo.
Aunque el Nobel de Literatura de 1982 era agnóstico, según sus biógrafos, los organizadores quisieron hacer un homenaje "muy solemne y sentido", según dijo a Efe la viceministra de Cultura, María Claudia López.
"Para la cultura colombiana no cabe la menor duda de que García Márquez es el personaje de mayor envergadura y más importante que ha tenido este país a nivel artístico y cultural y por eso estos homenajes tan sentidos, para honrar su cultura y despedirle", afirmó.
Bajo un cielo que amenazaba con lluvia y dejó ir algunas gotas, una fila de personas cruzaba la céntrica plaza de Bolívar, habitual púlpito de la sociedad colombiana, para poder ocupar algunos puestos en la Catedral Primada de Bogotá.
Los más madrugadores habían llegado dos horas antes del inicio del homenaje, convencidos de que como colombianos tenían que hacer acto de presencia en el acto central que se celebraba en el país, a pesar de que fuera convocado un martes en horas laborables.
Por eso, entre quienes pudieron acercarse a despedir al Nobel colombiano, cuyas cenizas permanecen en México en custodia de la familia afincada allí desde hace décadas, predominaban personas mayores y algunos turistas.
Pero entre ellos también se encontraba Yeiner, un niño de siete años que lucía su uniforme colegial y que mostraba orgulloso un afiche con un dibujo de la cara de García Márquez y sus libros que tardó en hacer dos días para "darle un adiós a Gabriel".
"Era un magnífico escritor y muy consciente de la situación en Colombia", dijo a Efe Álvaro José Restrepo, el primero de la fila, mientras que Liliana Guzmán, esperaba con un ramito de flores amarillas en honor a las mariposas amarillas que acompañaron el enamoramiento de Mauricio Babilonia en "Cien años de soledad".
"Considero que se nos murió el colombiano más grande de todos los tiempos", afirmó Guzmán al retratar a Gabo como "el colombiano por el que se conoce el país con legitimidad en el mundo, por encima de otras cosas malas que se identifican con el país", en una defensa de quienes consideran que abandonó su tierra a su suerte.
El arzobispo de Bogotá, el cardenal Rubén Salazar, abrió la ceremonia con una lectura de las bienaventuranzas de Jesús en el Sermón de la Montaña seguida por el Réquiem en Re Menor de Mozart interpretado por la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y la Sociedad Coral Santa Cecilia.
En la plaza de Bolívar se dispusieron tres pantallas para seguir lo que sucedía dentro, y más viandantes curiosos que determinados seguidores aprovecharon cuatro rayos de sol de mediodía para escuchar atentamente una hora y cuarto de Réquiem.
Por último, justo cuando el presidente llamó a un aplauso en el interior de la Catedral, el cielo rompió a llorar en un fuerte aguacero que dificultó la salida de las autoridades y deslució la lluvia de mariposas amarillas que iban a salir de dos cañones a las puertas de la catedral.
Impertérrito y bajo la lluvia, el conjunto vallenato siguió tocando en la Plaza de Bolívar al finalizar el acto las canciones que sonaron cuando recibió el Nobel y que más habría disfrutado del homenaje: "La creciente", "La diosa coronada", "La patillalera" y "Jaime Molina".