El jurado destaca la madurez del relato y la exquisita descripción de los personajes que ha alcanzado la escritora estadounidense con su tercera publicación
Theo Decker, un adolescente de 13 años, ve morir a su madre en un
atentado terrorista en el museo Metropolitano de Nueva York. Sólo, lleno
de miedo y con el cuadro El jilguero, una tabla holandesa del siglo XVII, en sus manos el joven se adentrará en un intenso periplo que
lo llevará a Las Vegas y Amsterdam. Esta es, a grandes rasgos, la trama
de El jilguero, la novela por la que su autora, Donna Tartt, ha ganado el premio Pulitzer de novela de ficción.
Nacida y criada en Misisipí, Tartt irrumpió en el mundo literario hace 20 años con la novela El secreto,
publicada en 1992, una obra que atrapó la atención de público y
crítica, hasta el punto de entroncarla con Faulkner o Capote por su
herencia sureña. Su segundo libro, Un juego de niños,
desilusionó a quienes habían sido cautivados por la promesa literaria
que habían atisbado en Tartt. Ese desencanto, no obstante, le otorgó la
vitola de autora de culto. Su última novela, sin embargo, se ha
encumbrado en la cima de la lista de libros más vendidos de The New York Times y de Amazon.
Reacia a las entrevistas y a dejarse fotografiar, Tartt espacia sus
trabajos. Los amantes de su literatura han debido esperar 10 años para
poder tener entre sus manos su tercer trabajo. En las últimas dos
décadas, Tartt solo ha publicado tres novelas, una circunstancia que
evidencia el esfuerzo y la ambición con la que acomete todos sus libros y
que ha ahondado en el aura de misterio que la rodea y en el que parece
cómoda. “Aprendí pronto que yo no estaba hecha para el público
literario, demasiado ruido, demasiado chismorreo”, comentó entonces
Tartt.
El jurado del Pulitzer ha premiado a El jilguero por “la
madurez de una novela maravillosamente escrita, con unos personajes
exquisitamente perfilados que narra la dolorosa implicación de un chaval
son un famoso cuadro que se ha librado de la destrucción. Un libro que
estimula la mente y toca el corazón”. El libro está nominado pare el
premio del Círculo Nacional de Críticos y para la medalla Andrew
Carnegie.
Todas sus obras son largas, alrededor de 1.000 páginas, y todas
comparten un punto de partida común: comienzan con un asesinato., y
todas tienen un poso dickensiano del que ella no rehúye. “Los novelistas
que hicieron que quisiera escribir son en su mayoría del siglo XIX,
Dickens, Melville, Dostoyevsky, con Dickens a la cabeza”, señaló
recientemente a The New York Times.
Tartt nació en 1963 en Greenwood, Misisipí, y se crió rodeada de
libros. A comienzos de los 80 se inscribió en la universidad de Misisipí
en Oxford hasta que el escritor Willie Morris, profesor en el campus,
la convención para se matriculara en Bennington donde trabó amistad con
Bret Easton Ellis