Gabo que estás en los cielos
Gabriel García Márquez supo llevar la carga de Cien años de soledad./elmundo.es |
REALISMO MÁGICO
Formulada por primera vez por el crítico de arte alemán Franz Roh,
esta expresión hizo fortuna cuando Úslar Pietri la aplicó al fenómeno
literario: "Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella
de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio
en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación
poética de la realidad". Si la corriente del realismo mágico o de "lo
real maravilloso", noción muy similar, arranca con 'El reino de este
mundo', de Carpentier, alcanza su cima en 'Cien años de soledad',
novela que cuenta con un narrador en tercera persona, pasivo, externo a
la historia y omnisciente; conoce todos los detalles del relato pero
los cuenta sin formular juicio alguno, de manera imperturbable aun
cuando los hechos sean de la máxima crudeza, y además no hace distinción
entre lo real y lo fantástico, como si ambos mundos compartieran carta
de naturaleza.
SU INFANCIA
- García Márquez quedó al cuidado de sus abuelos maternos, en Aracataca, cuando sus padres se mudaron a Barranquilla. La abuela Tranquilina Iguarán daría nombre al personaje de Úrsula Iguarán en 'Cien años de soledad' e influiría en el imaginario del escritor con sus historias repletas de sucesos extraordinarios relatados como verdades sin discusión. Su abuelo, el coronel Márquez, un liberal veterano de la Guerra de los Mil Días, le invitaba a consultar el diccionario y le descubrió el milagro del hielo -de nuevo como en 'Cien años...'-. Su prestigio se agrandó al negarse a callar sobre la masacre de las bananeras, episodio que igualmente reflejaría Gabo en su novela.
MACONDO
El territorio imaginario donde transcurren 'La hojarasca' y 'Cien años de soledad',
creación de García Márquez equivalente a la Ítaca de Homero o la
Yoknapatawpha de Faulkner, el escritor a quien más debe el colombiano
según su propio testimonio. Macondo aparece por primera vez en el cuento 'Un día después del sábado', publicado en 1954. En 'Cien años de soledad', José Arcadio Buendía
sueña con un pueblo en el que se le aparecen construcciones con paredes
de espejo y, en plena selva, decide fundar un poblado donde todo es
posible, desde seres más que centenarios que mueren varias veces a
lluvias que se prolongan cuatro años.
Al principio Macondo es un "Mundo ideal", una aldea construida "a la
orilla de un río de aguas diáfanas", la "más ordenada y laboriosa que
cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes". "Una
aldea feliz donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había
muerto".
Luego llegan la actividad comercial, la construcción y una extraña
plaga, la de la pérdida de la memoria; después la guerra civil, el tren
-y con él el telégrafo, el gramófono y el cine- y la plantación de
banano, que termina con la huelga de los trabajadores y su masacre a
manos del ejército, a la que suceden las lluvias interminables que
conducen a la novela hacia su fin. Gabo describió su fascinación por la
palabra 'Macondo' al relatar un viaje con su madre a
Aracataca en el que pasaron en tren junto a una plantación de banano que
tenía ese nombre. "Esta palabra ha atraído mi atención desde los
primeros viajes que había hecho con mi abuelo [...]. Me gustaba su
resonancia poética (...). Ni siquiera me pregunto lo que significa...".
Cien años de soledad
- Pablo Neruda afirmaba, de forma quizá algo hiperbólica, que la novela publicada por la editorial Sudamericana en 1967 era "la mayor revelación en lengua castellana" desde el Quijote. Su comienzo se ha hecho ya casi tan célebre como el de Cervantes: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo", que -como el imán- habían introducido en Macondo los gitanos capitaneados por Melquíades. Este personaje es tan fundamental en el libro como la saga de los Buendía, a la que dio lugar un matrimonio nacido bajo negros presagios: al ser primos José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, la creencia general dictaba que sus descendientes podían nacer con cola de cerdo. José Arcadio funda Macondo en una huida hacia la sierra que ha emprendido atormentado por el fantasma de Prudencio Aguilar, a quien ha matado en duelo por mofarse de su falta de relaciones íntimas con Úrsula. Siete generaciones y mil vicisitudes reales o imaginarias después, Macondo es un pueblo abandonado y azotado por el viento en el que Aureliano intenta descifrar los pergaminos de Melquíades y descubre que "las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra".
MÉXICO
Tras el triunfo de la revolución cubana, el Gabo periodista
es nombrado director de la agencia de noticias Prensa Latina, recién
creada por el Gobierno de Fidel Castro. Vive seis meses en la isla
durante 1960 y, al año siguiente, se traslada como corresponsal a Nueva
York, pero diversos enfrentamientos y controversias con los exiliados
cubanos le aconsejan abandonar. Después de recorrer el sur de Estados
Unidos, se establece en México D. F., donde ha vivido durante cinco
décadas, hasta su fallecimiento, aunque poseía residencias en París,
Bogotá y Cartagena de Indias. En la capital mexicana nació su segundo
hijo, Gonzalo, diseñador gráfico que reside en esta misma ciudad; tres
años antes, García Márquez y Mercedes Barcha tuvieron a Rodrigo, que es
ahora un reconocido director de cine.
Memorias (...y sus putas tristes)
- En 1999, cuando se le diagnosticó el cáncer linfático que finalmente y por intrincados caminos ha terminado con su vida, el novelista temía sobre todo no poder terminar los tres tomos de sus memorias y dos libros de cuentos que tenía por entonces a medias. Desconectó el teléfono, canceló todos sus compromisos, redujo al máximo el contacto con amigos y se encerró a escribir todos los días de ocho de la mañana a dos de la tarde. En 2002 vio la luz, con un millón de ejemplares de tirada inicial, 'Vivir para contarla', la primera entrega de esa autobiografía, y dos años más tarde se publicó un volumen metamorfoseado en novela, 'Memoria de mis putas tristes'. Según explicó el propio Gabo en una entrevista, el tercero iba a tener "un formato distinto": "Serán los recuerdos de mis relaciones personales con seis o siete presidentes de distintos países".
VARGAS LLOSA Y EL 'BOOM'
Hasta entonces buenos amigos, la relación de García Márquez y Vargas Llosa
se rompió el 12 de febrero de 1976 cuando el peruano asestó a su
correligionario del boom un puñetazo a la entrada de un cine en Ciudad
de México. Pese a la reticencia de ambos a explicar el incidente, con
los años se ha sabido que el motivo de la disputa tuvo que ver con los
consejos que Gabo había dado supuestamente a la esposa de Vargas Llosa,
Patricia, con motivo de sus discrepancias matrimoniales. A pesar de que
durante mucho tiempo se creyó que no existía evidencia gráfica del
altercado, hace seis años el fotógrafo Rodrigo Moya publicó en México
dos imágenes en las que se aprecia al colombiano con un ojo a la
funerala.
Disputas conyugales aparte, muchos creen que aquel incidente no eran
ajenas las discrepancias ideológicas de ambos escritores, Vargas cada
vez más implicado en la defensa del liberalismo y García Márquez
negándose a abjurar de su apoyo al régimen castrista. Hay quien añade
los celos literarios entre dos gigantes como ingrediente extra del
cóctel.
Nobel
- El 21 de octubre de 1982 se conoció que García Márquez había obtenido el Nobel de Literatura en disputa con Günter Grass y Graham Greene. Recogió el galardón el 8 de diciembre. Iba ataviado con un clásico liquiliqui de lino blanco, el traje que usó su abuelo y que empleaban los coroneles en las guerras civiles. Su discurso, 'La soledad de América Latina', toda una joya literaria, fue una lúcida denuncia de la desatención de las grandes potencias por el subcontinente americano; Gabo desmontó la posición habitual de los europeos frente a América Latina, asociada únicamente a una carga de magia y maravilla absolutamente interesada, y terminó su alocución con una hermosa declaración de fe en los destinos de los pueblos sudamericanos. Con la concesión del Nobel, su ascendiente en materia cultural no hizo sino crecer en todo el mundo.
FIDEL CASTRO
García Márquez afirmó en varias ocasiones que ni era comunista ni
había militado en ningún partido político. Sin embargo, nunca ocultó que
mantenía una relación de amistad con Fidel Castro, con quien tuvo
varios encuentros cuando residió en La Habana. Cabe afirmar que el
novelista tenía una concepción genérica del socialismo entendido como un
sistema de progreso, libertad e igualdad, loable de por sí, que se
había desvirtuado en la Unión Soviética, Polonia, Checoslovaquia,
Alemania del Este y Hungría, países que le habían "desencantado", según
escribió él mismo.
Diversos especialistas le atribuyen una fascinación por el poder
que explicaría su convicción de que Castro era diferente de otros
caudillos y dictadores y de que la entonces incipiente revolución cubana
podía constituir un ejemplo para otros países americanos. El novelista y
ensayista cubano César Leante estima que "el apoyo incondicional de
García Márquez a Fidel Castro cae en buena parte dentro del campo
psicoanalítico". La admiración de Gabo por los caudillos
latinoamericanos se encarna, en su opinión, en el coronel Aureliano
Buendía y en "el innominado dictador caribeño que como Fidel Castro
envejece en el poder", escribe Leante en alusión al protagonista de 'El
otoño del patriarca'...
Periodismo
- Cuando estudiaba Derecho en Bogotá, García Márquez descubrió, o más bien constató, que las leyes le interesaban menos que la literatura y el periodismo, disciplinas hermanas que ha cultivado durante toda su vida. Hizo sus primeras armas en el entonces recién fundado diario 'El Universal de Cartagena', de donde pasó a 'El Heraldo de Barranquilla'. Con el llamado Grupo de Barranquilla fundó el fugaz periódico 'Crónica', donde Gabo ejercía de jefe de redacción. En 1954, Álvaro Mutis le convence para que vuelva a Bogotá para trabajar como reportero y crítico de cine en 'El Espectador', donde al año siguiente publica un conjunto de 14 crónicas que constituirían 'Relato de un náufrago'. En 1974 fundó la revista 'Alternativa', un hito en el periodismo de oposición en Colombia, y en 1994, la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
EL CINE
Interesado desde siempre en el arte cinematográfico
y la televisión, García Márquez hizo sus primeros pinitos al respecto
en 1954, cuando firmó con otros autores el cortometraje surrealista 'La
langosta azul'. Estudió la carrera de cine en Cinecittà y en los años 60
escribió bajo seudónimo varias películas mexicanas como 'Tiempo de
morir', de Arturo Ripstein. Ya con su nombre trabajó como guionista para
cintas de Luis Alcoriza, Miguel Littín y el propio Ripstein. En 1986
fundó la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de
los Baños (Cuba), donde impartió durante años el taller 'Cómo se cuenta
un cuento'. Gabo no ha tenido problemas para apoyar la adaptación al
cine o a la televisión de novelas suyas como 'La mala hora', 'El amor en
los tiempos del cólera' y 'El coronel no tiene quien le escriba'. Akira
Kurosawa intentó filmar 'El otoño del patriarca' a comienzos de los 90,
pero la falta de financiación dio al traste con el proyecto.