Quino abre la 40ª Feria del Libro, que homenajea a los autores de São Paulo. Tras dos años de ausencia, España vuelve a la cita
Visitantes en un expositor de la Feria del Libro de Buenos Aires/David Fernández./elpais.com |
En la ciudad que alberga un buen manojo de las más bellas librerías
de América, en la misma urbe donde los cafés parecen bibliotecas de
tanta gente como se engolfa en la lectura, comenzó el jueves la Feria del Libro de Buenos Aires.
Durante tres semanas buena parte de la cultura argentina gravitará
alrededor de los 45.000 metros cuadrados donde se ubica el predio de La
Rural. Ese mismo espacio donde en otra época del año los ganaderos
muestran sus mejores sementales ahora se verá invadido por ese invento
que Jorge Luis Borges llamó el instrumento más asombroso del hombre, una
extensión de la memoria y de la imaginación. El libro.
Hasta el 12 de mayo irán llegando cientos de escritores que se
repartirán entre más de mil actividades. Una vez más, como cada año, más
de un millón de personas pagarán por entrar en la Feria. No es muy caro
el precio: 25 pesos (unos dos euros) vale la entrada los días
laborables y 40 los festivos. Pero hay que pagarlo. Y el público no
suele fallar. Así lo ha venido haciendo durante décadas hasta completar
40 años que son los que cumple esta semana la Feria.
El encargado de abrir la fiesta fue el padre de una niña que también anda de celebraciones, ya que el próximo 29 de septiembre su hija cumplirá los 50 años de vida:
el dibujante Joaquín Salvador Lavado, alias Quino, creador de Mafalda.
Quino encontró una razón muy sencilla para explicar la vigencia de su
personaje: “El mundo comete los mismos errores”.
Hoy acude Arturo Pérez Reverte para charlar sobre su última novela, El francotirador paciente,
junto a su amigo el periodista y escritor argentino Jorge
Fernández-Díaz. Y mañana mantendrán un diálogo el estadounidense Paul
Auster y el Premio Nobel sudafricano J.M. Cotzee. La conversación será
una especie de epílogo del cruce epistolar que ambos mantuvieron entre
2008 y 2011 y cuyas cartas dieron lugar al libro Aquí y ahora.
Irán llegando también la novelista española Almudena Grandes, el
cubano Leonardo Padura, el mexicano Mario Bellatin, el guatemalteco
Rodrigo Rey Rosa, los chilenos Pedro Lemebel y Diamela Eltit, el
boliviano Edmundo Paz Soldán, el colombiano Darío Jaramillo, el
puertorriqueño Eduardo Lalo y el peruano Iván Thays, entre muchos otros. Para aquellos que se hayan quedado con ganas de saber algo más sobre Gabriel García Márquez, el novelista y periodista de este diario Juan Cruz pronunciará una charla sobre el Nobel colombiano.
Pero la auténtica avalancha de artistas llegará desde la urbe más
poblada de América. El año pasado la ciudad invitada fue Amsterdam y
esta vez será São Paulo. Y con São Paulo aterriza toda la vitalidad de
lo que se dio a conocer como la “literatura de la periferia”. No podía
faltar a la cita Ferréz, nombre artístico del padre de ese movimiento.
Ferréz, o Reginaldo Ferrera da Silva, nació en 1975 en una favela
de São Paulo donde poco a poco se le fueron muriendo casi todos los
amigos de la infancia. Su madre, después de limpiar casas, escribía
versos como este en los paños de cocina: “El corazón de los otros es una
tierra por donde nadie camina”. Él decidió seguir viviendo en la favela de Capão Redondo, publicó en 2003 la novela Manual Práctico del odio,
creó un centro cultural en el barrio y acuñó el término de “literatura
periférica” bajo el lema “oro mundial de jóvenes negros y de pobres”.
A partir de Ferréz se empezaron a organizar en la ciudad decenas de
“saraos”, una especie de tertulias de creadores organizadas generalmente
en bares de São Paulo reconvertidos en centros culturales. A la Feria
llegarán cuatro saraos con 25 integrantes cada uno. Y además, van a
concurrir escritores tan heterogéneos como Heloísa Prieto, Reinaldo
Moraes, Juliana Frank, Ricardo Lisias, Arnaldo Antunes y Luiz Ruffato.
Gabriela Adamo, directora de la Feria, recuerda que en Argentina,
después de la crisis de 2001, también surgieron cooperativas donde se
intercambiaban cualquier tipo de alimentos, objetos o ideas. “Ahí se se
empezaron a dar clases de teatro y se recuperó buena parte de la cultura
argentina”, recuerda Adamo. “Esta literatura periférica de São Paulo
tiene un sentido similar: recuperan barrios en crisis a través de
actividades culturales. Me parece muy interesante el trabajo de las
pequeñas y jóvenes editoriales brasileñas que publican estos libros. Y
también las que lo están traduciendo en Argentina. Hay una, Corregidor,
que ha hecho las 40 ferias con nosotros. Sigue siendo una editorial
pequeña, pero muy metida en esta movida novedosa y joven”.
Pero la fiesta no se detiene solo en Brasil. “Si se imprimiera todo
el programa de actividades ocuparía 75 páginas”, señala la directora de
la Feria. “Tener en el primer fin de semana a Pérez Reverte, Auster y
Coetzee ya es un logro inmenso”. Adamo se muestra contenta de que España
haya vuelto a la Feria. “Hace dos años que no venía. La versión oficial
es que su ausencia se debía a la crisis económica de España. Pero una
feria internacional del libro en Latinoamérica sin la presencia de
España era un despropósito”.
Adamo no disimula la alegría ante la llegada del capítulo 40º.
“Cumplir 40 años sin interrupciones en un contexto como Argentina es
algo digno de festejarse. Crecer y sumar el compromiso del público es un
motivo de gran orgullo y alegría. Y eso es lo que estamos transmitiendo
en la Feria”.