Autores que bordean los 40 años retratan desde la guerra de las Malvinas al régimen de Pinochet
Soldados argentino durante la guerra de las Malvinas en 1982./latercera.com |
La guerra de las Malvinas avanza con bombas que nunca estallan. La
Operación Cóndor archivada por un exfiscal peruano. Rastros de
femicidios impunes en Argentina. El régimen de Pinochet en la voz de un
niño en el sur de Chile. Son fragmentos de la historia reciente, que
marcaron los destinos de Latinoamérica, vistos por cuatro escritores.
Episodios que ocurrieron en la década del 80, cuando esos autores eran
niños. Hoy bordean los 40 años y sus últimos libros, que acaban de ser
publicados, regresan a esos días.
El argentino Patricio Pron realiza una sátira en su novela Nosotros
caminamos en sueños sobre quienes dirigieron el rumbo de Argentina
durante la guerra de las Malvinas, en 1982. El narrador peruano Santiago
Roncagliolo regresa con La pena máxima. El Mundial de Fútbol de
Argentina 1978 es la partida para relatar una de las maniobras más
siniestras urdidas en el continente: los asesinatos de la Operación
Cóndor. Un plan que lideraron los aparatos de seguridad de Argentina,
Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y que también tuvo participación de
Perú.
“La historia de la Operación Cóndor es la historia de mis padres, que
militaban en la izquierda. Muchos de sus compañeros chilenos y
argentinos desaparecieron o fueron asesinados”, dice Roncagliolo.
Una narración más íntima, en un ambiente opresivo, es la que
desarrolla el poeta y cronista chileno Leonardo Sanhueza en su primera
novela, La edad del perro. El libro cuenta la vida de un niño junto a
sus abuelos en el sur del país, a inicios de los 80.
A ellos se suma la argentina Selva Almada (1973), quien tenía 13 años
cuando comenzó a tomar apuntes del asesinato de una adolescente que no
tuvo responsables. Hechos que se repetirían en otras zonas de su país.
Tres casos cruzados por la desolación y la impunidad, que Almada relata
en las crónicas de Chicas muertas.
El regreso a los 80 no es reciente. Autores como Alejandro Zambra,
Alvaro Bisama, Nona Fernández y el colombiano Juan Gabriel Vásquez
también se trasladan a esa década en sus últimos libros (ver recuadro).
Sin culpables
Para estos autores nacidos en la década del 70, mirar a los 80 es
mirar a la generación de sus padres. La situación política y sus
recuerdos de infancia se cruzan en estas historias.
Si bien la guerra de las Malvinas ha sido retratada en el cine por
Iluminados por el fuego, de Tristán Bauer, y en la novela por Los
Pichiciegos, de Fogwill, Patricio Pron (1975) aporta otra perspectiva.
Autor de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, donde a
través de la biografía familiar recuerda episodios de desapariciones en
su país, esta vez recurre a la sátira y la fantasía en Nosotros
caminamos en sueños.
¿Por qué escribir sobre las Malvinas? “La guerra puso de manifiesto
una contradicción dolorosa para quienes éramos niños por entonces: la de
que nuestras pequeñas mentiras privadas eran castigadas, mientras que
una mentira colectiva de la gravedad de las Malvinas quedaba impune”,
dice Pron.
Santiago Roncagliolo (1975) también viaja a Argentina en La pena
máxima. La historia parte en el Mundial de 1978, donde la selección de
Perú obtuvo la mejor clasificación de su historia. En segunda fase, se
enfrentaba con el equipo anfitrión. Los argentinos debían ganar por un
mínimo de cuatro goles para pasar a la siguiente ronda. El equipo de
Kempes y Passarella goleó por 6-0. Y finalmente, Argentina ganó el
Mundial.
“Se sabe que Videla y Kissinger hablaron con los jugadores peruanos
antes del partido”, afirma Roncagliolo, quien cree que el fútbol también
es política. “El Mundial del 78 fue una operación de imagen de la
dictadura de Videla”, agrega el autor, que arma un thriller en el que
reaparece el exfiscal Félix Chacaltana, protagonista de Abril rojo
(2006).
Al sur del mundo. La edad del perro ocurre en Temuco. Es 1983 y el
protagonista del relato de Leonardo Sanhueza (1974) tiene nueve años.
Junto a su abuelo, repara el techo de su casa. Un tiempo para recordar y
contar el presente del narrador, que sucede en un ambiente asfixiante y
que refleja cómo se vivió en el sur bajo el régimen de Pinochet.
La era ochentera la cierra Selva Almada, quien recrea casos de
jóvenes asesinadas: Andrea Danne tenía 19 años cuando fue apuñalada en
su casa de San José, Entre Ríos, en 1986; tres años antes, María Luisa
Quevedo, de 15 años, fue violada y estrangulada en la ciudad Presidencia
Roque Sáenz Peña, y en 1988, los restos de Sarita Mundín aparecieron a
orillas de un río en Villa Nueva, Córdoba. En ninguno de los casos hubo
culpables. Los 80 regresan a la literatura grabando sus cicatrices.
La literatura de los hijos
El término “la literatura de los hijos” lo difundió Alejandro Zambra
en Formas de volver a casa, su última novela publicada por Anagrama en
2011. Los hijos escriben la historia que protagonizaron sus padres
cuando ellos eran niños. El paisaje social de los 80 visto desde la
infancia y el presente del narrador.
En esa misma dirección va Ruido (2012), de Alvaro Bisama. Una novela y
a la vez una crónica sobre las supuestas apariciones de la Virgen en
Villa Alemana, que comenzaron en 1983, y el penoso caso del vidente y
sus falsos milagros. Nona Fernández publicó a fines del año pasado la
novela Space invaders, donde cuenta su relación con una compañera de
colegio, hija de un condenado por el caso degollados. Una historia
generacional que Fernández también retrató en Fuenzalida (2012). Si es
por crear ficciones tomando fragmentos de historia reciente de sus
países, lo hacen autores como la cubana Wendy Guerra (Negra), el
colombiano Juan Gabriel Vásquez (El ruido de las cosas al caer) y el
mexicano Yuri Herrera (Trabajos del reino).