En aquella época, los periodistas se hacían escribiendo en los periódicos. Quienes tenían vocación de escritores empleaban el tiempo libre a la escritura de poemas, cuentos o novelas
García Márquez en una visita a la RAE, entre Juan Luis Cebrián y Víctor García de la Concha./elcultural.es |
La “carrera” periodística de García Márquez
empezó el día en que, expulsado de Bogotá por la violencia que siguió
al asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de
1948, decidió probar suerte en Cartagena de Indias. Gabito -como le llamaban sus íntimos y familiares- había publicado en El Espectador, en 1927, el primero de sus cuentos: “La tercera resignación”.
Ésta fue su tarjeta de presentación ante el editor jefe de El Universal, de Cartagena, Clemente Manuel Zabala. Las oficinas del periódico se encontraban en la calle San Juan de Dios del centro amurallado, donde hoy tiene su sede la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por García Márquez en 1994. En aquella época, los periodistas se hacían escribiendo en los periódicos. Quienes tenían vocación de escritores empleaban el tiempo libre a la escritura de poemas, cuentos o novelas.
Aquel día, Zabala le dio al joven García Márquez su primera oportunidad en un periódico. Había leído sus cuentos de El Espectador y eso le bastó para pedirle que se sentara donde encontrara una máquina de escribir libre y redactara una nota. “Ese día me volví periodista”, diría Gabo mucho después. Se convirtió entonces en un explorador de hechos extraordinarios, abundantes en el Caribe colombiano. El trabajo periodístico no devoró al devorador de libros escritor de cuentos que, ataba los cabos sueltos de una primera novela.
Las columnas de opinión y reseña de hechos insólitos pulieron su estilo, influenciado por las “greguerías” de Gómez de la Serna y las viñetas del colombiano Luis Tejada, un gran cronista muerto a la edad de 26 años. Gaboles imprimió un sello de ironía e hipérbole a sus columnas de El Universal y a sus colaboraciones de El Heraldo de Barranquilla, donde empezaría a escribir en 1950 con el seudónimo de Septimus, un personaje de Mrs Dalloway, la novela de Virginia Woolf.
García Márquez hizo su aprendizaje de periodista y narrador entre 1948 y1953. Es probable que la censura, impuesta por el régimen conservador de esa época, en lugar de hacer aprisionar la visión de la realidad, adiestró al periodista en el uso del eufemismo y la salida ingeniosa. De esta actividad da cuenta cuenta el primer volumen de su Obra Periodística: Textos costeños, recopilado por el crítico francés Jacques Gilard. En enero de 1954, Gabo regresó a Bogotá con los originales de La hojarasca, su primera novela. A finales de ese mes, El Espectador le ofreció trabajo de planta.
García Márquez probó que la realidad no era una camisa de fuerza impuesta al periodismo sino un punto de partida para buscar las corrientes ocultas de los hechos y sus protagonistas. Una de sus crónicas más celebradas fue publicada por entregas en 1955. Fue el resultado de una larga entrevista con el marino Luis Alejandro Velasco, recogida años después en un libro: Relato de un náufrago. Velasco había sobrevivido durante 10 días en el mar Caribe, después de un temporal que arrojó al mar a ocho tripulantes de un barco de la armada nacional de Colombia cargado de contrabando.
Si Relato de un náufrago vincula a García Márquez con el cronista de la vida cotidiana, Noticia de un secuestro (1996), da cuenta del analista político que dirige la mirada hacia la guerra de los cárteles de la droga contra la sociedad y el Estado colombiano. Sus Notas de prensa 1980-1984, recogidas en 1991, suman 668 páginas. Combinan lo mejor del periodismo garciamarqueano: la experiencia vivida, el análisis político de los hechos y esa indeclinable predilección por el humor y las paradojas.
Por la libre (1999) es, en cambio, lo más polémico y más políticamente comprometido de su obra. Recoge sus escritos de 1974 y 1993. Es el militante de izquierdas que no renuncia a la fabulación cuando, por ejemplo, describe el bloqueo económico a Cuba o la participación de los cubanos en la guerra deAngola. De 1948 a 1996, alumbra y declina su obra periodística, aunque parece no existir una demarcación clara entre el lenguaje de sus novelas más “desnudas”(El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora y Crónica de una muerte anunciada) y el uso metafórico del lenguaje periodístico.
Ésta fue su tarjeta de presentación ante el editor jefe de El Universal, de Cartagena, Clemente Manuel Zabala. Las oficinas del periódico se encontraban en la calle San Juan de Dios del centro amurallado, donde hoy tiene su sede la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por García Márquez en 1994. En aquella época, los periodistas se hacían escribiendo en los periódicos. Quienes tenían vocación de escritores empleaban el tiempo libre a la escritura de poemas, cuentos o novelas.
Aquel día, Zabala le dio al joven García Márquez su primera oportunidad en un periódico. Había leído sus cuentos de El Espectador y eso le bastó para pedirle que se sentara donde encontrara una máquina de escribir libre y redactara una nota. “Ese día me volví periodista”, diría Gabo mucho después. Se convirtió entonces en un explorador de hechos extraordinarios, abundantes en el Caribe colombiano. El trabajo periodístico no devoró al devorador de libros escritor de cuentos que, ataba los cabos sueltos de una primera novela.
Las columnas de opinión y reseña de hechos insólitos pulieron su estilo, influenciado por las “greguerías” de Gómez de la Serna y las viñetas del colombiano Luis Tejada, un gran cronista muerto a la edad de 26 años. Gaboles imprimió un sello de ironía e hipérbole a sus columnas de El Universal y a sus colaboraciones de El Heraldo de Barranquilla, donde empezaría a escribir en 1950 con el seudónimo de Septimus, un personaje de Mrs Dalloway, la novela de Virginia Woolf.
García Márquez hizo su aprendizaje de periodista y narrador entre 1948 y1953. Es probable que la censura, impuesta por el régimen conservador de esa época, en lugar de hacer aprisionar la visión de la realidad, adiestró al periodista en el uso del eufemismo y la salida ingeniosa. De esta actividad da cuenta cuenta el primer volumen de su Obra Periodística: Textos costeños, recopilado por el crítico francés Jacques Gilard. En enero de 1954, Gabo regresó a Bogotá con los originales de La hojarasca, su primera novela. A finales de ese mes, El Espectador le ofreció trabajo de planta.
García Márquez probó que la realidad no era una camisa de fuerza impuesta al periodismo sino un punto de partida para buscar las corrientes ocultas de los hechos y sus protagonistas. Una de sus crónicas más celebradas fue publicada por entregas en 1955. Fue el resultado de una larga entrevista con el marino Luis Alejandro Velasco, recogida años después en un libro: Relato de un náufrago. Velasco había sobrevivido durante 10 días en el mar Caribe, después de un temporal que arrojó al mar a ocho tripulantes de un barco de la armada nacional de Colombia cargado de contrabando.
Si Relato de un náufrago vincula a García Márquez con el cronista de la vida cotidiana, Noticia de un secuestro (1996), da cuenta del analista político que dirige la mirada hacia la guerra de los cárteles de la droga contra la sociedad y el Estado colombiano. Sus Notas de prensa 1980-1984, recogidas en 1991, suman 668 páginas. Combinan lo mejor del periodismo garciamarqueano: la experiencia vivida, el análisis político de los hechos y esa indeclinable predilección por el humor y las paradojas.
Por la libre (1999) es, en cambio, lo más polémico y más políticamente comprometido de su obra. Recoge sus escritos de 1974 y 1993. Es el militante de izquierdas que no renuncia a la fabulación cuando, por ejemplo, describe el bloqueo económico a Cuba o la participación de los cubanos en la guerra deAngola. De 1948 a 1996, alumbra y declina su obra periodística, aunque parece no existir una demarcación clara entre el lenguaje de sus novelas más “desnudas”(El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora y Crónica de una muerte anunciada) y el uso metafórico del lenguaje periodístico.