viernes, 23 de mayo de 2014

Lektu vende libros electrónicos sin protección anticopia

 Los lectores podrán compartir las obras que adquieran, en ocasiones a precio dinámico o voluntario

 David Fernández, Farid Fleifel y Alejo Cuervo, en la presentación de Lektu. /Enrique Gaya./elpais.com
La saga literaria Canción de Hielo y Fuego, de George R. R. Martin, mueve millones; de seguidores, de ventas de libros, de espectadores de la serie de Juego de Tronos, de comentarios en las redes sociales... y de iniciativas. La comercialización de su versión electrónica en España ha dado pie a Lektu, una plataforma de libros electrónicos que nace con la intención de competir en Internet con los grandes medios editoriales actuales. Su sencilla apuesta: libros sin el sistema anticopia (DRM o Gestión de Derechos Digitales por sus siglas en inglés) y un proceso fácil de compra (que incluirá la posibilidad de pago dinámico).
"Nada de lo existente nos satisfacía", explica David Fernández, uno de sus cofundadores y antiguo gestor de la librería online Cyberdark. "Es una alternativa a las grandes empresas con una forma de trabajar que no compartimos". Lektu, activa desde abril, cuenta de momento con un fondo de 300 títulos, aportados por una treintena de editoriales, entre las que destacan Gigamesh (la que ha publicado en España la saga de Juego de Tronos, buque insignia también de este proyecto), Valdemar o Marcial Pons. Lektu ha sido fundada por David Fernández, Alejo Cuervo, responsable de Gigamesh; Farid Fleifel, exdirector de tecnología en Amazon BuyVIP y Cristina Macía, traductora de la saga fantástica de Martin y coordinadora de publicaciones editoriales.
La principal apuesta de la plataforma es omitir el DRM, el sistema que impide que un archivo pueda ser copiado o compartido. “Así no criminalizamos a los lectores ni incurrimos en costes innecesarios y modelos caducos”, dice Fernández. El comprador será dueño del archivo descargado y podrá compartirlo o emplearlo en múltiples aparatos, siempre con una marca de agua invisible o la firma electrónica del comprador en la primera página. “A la piratería solo debe tenerle miedo el mediocre", asegura Cuervo. "Estoy encantado de que me pirateen porque es un síntoma de la buena salud comercial de mi producto”.
"No afrontamos la piratería porque no la tenemos en cuenta", explica Fernández. "Igual de fácil va a ser piratear que comprar un libro en nuestra web". Para esquivar la piratería, Lektu propone un fácil sistema de pago (con tarjeta o a través de Paypal) y un diseño de la web limpio y minimalista. Los contenidos podrán ser adquiridos a través de este método de pago, algunos de forma gratuita y otros a través de pago dinámico o voluntario, un sistema de éxito en sitios internacionales como Humble. Este pago podría incluso, en algún momento, permitir que el lector elija cómo repartir ese pago o hacer una donación especial a uno de los elementos que han participado en el proceso del libro: al escritor, a la editorial, al traductor o incluso al creador de la portada del libro.
Portada de la página web Lektu.
Los creadores de la página también quieren "jugar" con los lectores a través de un pago social, es decir, una descarga gratuita de un producto que solo pide que compartas en alguna red social. Una forma de publicidad que necesita de la complicidad del lector para hacer que la plataforma siga adelante.Otra de las apuestas del proyecto es la mayor transparencia posible hacia el lector, algo con lo que deberán de contar con la complicidad de las editoriales que estén dispuestas a mostrar el reparto del pago. Lektu se quedará con el 25% de las ventas. "Esperamos bajar ese porcentaje en un par de años, cuando hayamos recuperado la inversión inicial”, dice Fleifel.
Lektu, junto a Gigamesh, regala a los lectores de Juego de Tronos un libro electrónico de la saga. Una forma de enganchar a los lectores del papel con un producto de éxito: “Muchas plataformas contactaron conmigo para editar el libro electrónico de Juego de Tronos, pero me negué siempre porque sus condiciones no se ajustaban a los requisitos”, explica Cuervo. Una de las exigencias del editor de Martin era, precisamente, un libro sin DRM.