Rubem Fonseca
La cofradía de los espadas
Fui miembro de la Cofradía
de Los Espadas. Todavía recuerdo
cuando nos reuníamos a escoger el
nombre de nuestra Hermandad.
Argumenté, entonces, que era importante para nuestra supervivencia que
tuviéramos nombre y finalidad respetables. Puse como ejemplo lo ocurrido con la
Cofradía de San Martín, una sociedad
de amantes del vino que, como el personaje de Eça, le venderían el alma
al diablo por una garrafa de Romanee-Conti 1858, pero se dio a conocer como una
fraternidad de borrachos y, desmoralizada, cerró sus puertas, mientras la Cofradía del Santísimo, cuyo objetivo
declarado es el de promover el culto a Dios invocando al Santísimo
Sacramento, continuaba existiendo. O sea, necesitábamos tener título y
objetivos dignos. Mis compañeros contestaron que la sociedad era secreta, que
en cierta forma ya nacía (eso se dijo irónicamente) desmoralizada, y que el
nombre no tendría la menor importancia, pues no sería divulgado. Agregaron que
la masonería y el rosacrucisno tenían originalmente títulos bonitos y
respetables objetivos filantrópicos y acabaron sufriendo todo tipo de
acusaciones, desde manipulación política hasta secuestros y asesinatos. Yo
insistí, pedí que sugirieran nombres para la Cofradía, lo que finalmente se hizo. Y pasamos a examinar las
variadas propuestas sobre la mesa. Después de acaloradas discusiones, quedaron
cuatro nombres. Cofradía de la Buena Cama
fue descartado porque parecía una asociación de dormilones; Cofradía de los Apreciadores de la Belleza
Femenina, además de ser muy largo, fue considerado como reduccionista y
esteticista, no nos considerábamos estetas en el sentido estricto, Picasso
tenía razón en odiar lo que se denominaba el juego estético del ojo y de la
mente manejado por los connaisseurs
que “apreciaban” la belleza y, al final, ¿qué era “la belleza”? Nuestra
Cofradía era de Fornicadores y, como dijo el poeta Whitman en un poema titulado
A Woman Waits for Me, el sexo contiene
todo, cuerpos, almas, significados, pruebas, purezas, delicadezas, resultados,
promulgaciones, canciones, órdenes, salud, orgullo, misterio maternal, leche
seminal, todas las esperanzas, beneficios, donaciones y concesiones, todas las
pasiones, bellezas, delicias de la tierra. La
Cofradía de las Manos Itinerantes, sugerido por uno de los poetas de
nuestro grupo (teníamos muchos poetas entre nosotros, evidentemente), que
ilustró su propuesta con un poema de John Donne –“Seduction. License my roving hands, and let them
go before, behind, betwenn, above, below”-, aunque
pertinente por su sencillez al privilegiar el conocimiento a través del
tacto, fue descartado por ser un símbolo primario de nuestros objetivos. En
fin, después de mucho discutirlo, terminó por adoptarse el nombre de Cofradía
de los Espadas. Los Hermanos más ricos fueron sus principales defensores: a
los aristócratas les atraen las cosas del submundo, les fascinan los
delincuentes y, el termino Espada como sinónimo de Fornicador era del mundo
marginal, la espada rompe y agrede, así
es el pene tal como lo ven, erróneamente, los bandidos y los ignorantes en
general. Sugerí que si algún nombre simbólico iba a ser usado por nosotros,
debería ser el de un árbol ornamental cultivado a causa de sus flores,
finalmente el pene es conocido vulgarmente
como palo o garrote, palo es el nombre
genérico de cualquier árbol en muchos lugares del Brasil (pero ,
realmente , no es de los arbustos, que tienen un tronco frágil), sólo que mi
razonamiento se deslizó como agua cuando alguien preguntó cuál sería el nombre
de la Cofradía, ¿Cofradía de los Palos?, ¿de Los Tallos?, y yo no supe qué
responder. Espada, de acuerdo con mis opositores, tenía fuerza vernácula, y la
miseria aportaba una vez más su valiosa contribución al enriquecimiento de la
lengua portuguesa.
Como miembro de la Cofradía
de los Espadas yo creía, y todavía lo creo, que la cópula es la única cosa
importante para el ser humano. Follar es vivir, no existe nada más, como bien
lo saben los poetas. Pero ¿era necesaria una Hermandad para defender este
axioma absoluto? Claro que no. Había prejuicios, pero no nos importaban, las
representaciones sociales y religiosas no nos afectaban. ¿Entonces, con que
objeto se creó la Cofradía? Muy simple, para descubrir cómo alcanzar,
plenamente, el orgasmo sin eyaculación. La Reina de Aragón, como cuenta Montaigne,
mucho antes de que su reino se uniera al de Castilla, en el siglo XV, después
de una consciente deliberación de su Consejo privado, estableció como regla,
considerando la moderación requerida por la modestia dentro de los matrimonios,
que el número de seis cópulas por día era el límite legal, necesario y
competente. O sea, en aquel tiempo un
hombre y una mujer copulaban de manera competente y modesta, seis veces por
día. Flaubert, para quien une once de
sperme perdue fatigue plus que trois litres de sang(ya hable sobre esto en
alguno de mis libros), creía que las seis cópulas por día eran
humanamente imposibles, pero Flaubert no era, lo sabemos, un Espada. Aún hoy se
cree que la única manera de gozar es a través de la eyaculación, a pesar de que
los chinos hace más de tres mil años afirman que el hombre puede tener varios
orgasmos seguidos sin eyacular, evitando así la pérdida de la onza de esperma
que fatiga más que la hemorragia de tres litros de sangre. (Los franceses le
dicen petit mort al agotamiento que
le sigue a la eyaculación, por eso uno de sus poetas decía que la carne era
triste, pero los brasileños dicen que la carne es débil en todos los sentidos,
lo que me parece más doloroso, es peor ser débil que triste). Se calcula que un
hombre eyacula en promedio cinco mil veces durante su vida, expeliendo un total
de un trillón de espermatozoides. ¿Todo esto para qué y por qué? Porque en
realidad somos todavía una especie de monos y, todos funcionamos como un banco
genético rudimentario, cuando bastaría con que algunos operaran así. Nosotros,
los de la Cofradía de los Espadas,
sabíamos que el hombre, librándose de su atrofia simiesca y apoyado por las
virtudes peculiares de su mente (nuestro cerebro no es, repito, el de un
orangután), podría tener varios orgasmos consecutivos sin eyacular que le
brindarían todavía más placer que aquellos de orden seminal, los que hacen del
hombre apenas un instrumento ciego del instinto de preservación de la especie.
Y ese resultado nos llenó de alegría y orgullo, habíamos conseguido, a través
de elaborados y penosos ejercicios físicos y espirituales alcanzar el Múltiple
Orgasmo sin Eyaculación, transformado
por nosotros en el acrónimo MOSE. No puedo revelar que “ejercicios” eran esos,
pues el juramento de mantener el secreto me lo impide. En rigor ni yo mismo podría
hablar del tema, ni siquiera de manera limitada.
La Cofradía de los
Espadas funcionó muy bien durante los seis meses que siguieron a nuestro
extraordinario descubrimiento. Hasta que un día uno de nuestros Cofrades, poeta
como yo, pidió la convocatoria de una Asamblea
General de la Cofradía para relatar un asunto que consideraba de magna
importancia. Su mujer, notando la no-ocurrencia de emissio seminis durante la
cópula, concluyó que eso podría deberse a varias razones, que en síntesis
serían: o él estaba economizando el esperma para otra mujer, o entonces fingía
sentir placer cuando en realidad actuaba mecánicamente como un robot sin alma.
La mujer llegó a hasta sospechar que nuestro compañero se había hecho un
implante en el pene para mantenerlo siempre rígido, argumento que él fácilmente
probó como infundado. En fin, la mujer del poeta había dejado de sentir placer
durante la cópula, en realidad ella deseaba la viscosidad del esperma dentro de
su vagina o sobre su piel, esa secreción pegajosa y blanca era un símbolo muy
poderoso de vida. El sexo, como lo quería Whitman, incluía finalmente la leche
seminal. La mujer no lo dijo, pero con seguridad el agotamiento de él, el
macho, representaba el fortalecimiento de ella, la hembra. Sin esos
ingredientes ella no sentía placer y, aquí viene lo peor, si ella no sentía
placer nuestro Cofrade tampoco lo sentía, pues nosotros, los de La Cofradía de los Espadas, deseamos
(necesitamos) que nuestras mujeres gocen también. Ese es nuestro lema (no lo
cito en latín para no sonar presumido; ya usé el latín antes): Gozar haciendo
Gozar.
Al final de la exposición de nuestro Cofrade la asamblea quedó en
silencio. La mayoría de los miembros de la Cofradía estaba presente. Acabábamos
de escuchar palabras inquietantes. Yo, por ejemplo, ya no eyaculaba. Desde que
había logrado dominar el Gran Secreto de la Cofradía, el MOSE, ya no producía
ni una gota siquiera de semen, aunque todos mis orgasmos eran muy placenteros.
¿Y si mi mujer, a la que yo tanto amaba, pidiera, y ella podría hacerlo en
cualquier momento, que yo eyaculara sobre sus delicados senos alabastrinos? Le
pregunté a uno de los médicos de la Cofradía-había varios médicos entre
nosotros- si yo podría volver a eyacular. La medicina nada sabe sobre el sexo,
esa es una lamentable verdad, y mi compañero respondió que eso sería muy
difícil, considerando que yo, como todos los otros, había creado una fuerte
dependencia de aquel condicionamiento físico y espiritual y que él ya había
intentado, sin lograrlo, anular esa función, usando los recursos científicos a
los que tenía acceso. Todos nosotros, al escuchar la terrible respuesta,
quedamos extremadamente consternados. Inmediatamente otros Cofrades dijeron que
enfrentaban el mismo problema, que sus mujeres comenzaban a encontrar
artificial, o por lo menos intimidante, aquel ardor inagotable. Creo que me
volví un monstruo, dijo el poeta que había expuesto el problema a nuestro
examen colectivo.
Y así terminó la Cofradía de
los Espadas. Antes de la desbandada todos hicimos un juramento de sangre de
que jamás revelaríamos el secreto del Múltiple Orgasmo Sin Eyaculación, que nos
lo llevaríamos a la tumba. Seguimos teniendo mujeres que nos esperan, pero a
esas mujeres hay que cambiarlas constantemente, antes de que descubran que
somos diferentes, extraños, capaces de gozar con infinita energía sin
derramamiento de semen. No podemos enamorarnos, pues nuestras relaciones son
efímeras. Sí, yo también me transformé en un monstruo y mi único deseo en la
vida es volver a ser un mono.