La historia de Los soles de Amalfi asomó en la vida de Saldívar a comienzos de los ochenta. De pronto, rebrotaron recuerdos infantiles de aquellas montañas pobladas de todos los verdes donde se crio
El sembrador, de Van Gogh, ilustra la portada de Los soles de Amalfi./elpais.com |
El curso de la historia de un país a través de la vida en las
montañas de Amalfi, en los Andes colombianos, en Antioquia. La tierra
como origen de vida, la tierra como ilusión, y también sembrada de
conflictos regados por los seres humanos. Pero, sobre todo, fuente
eterna de belleza. Esa tierra de la infancia siempre fértil en la
memoria. Ese es el paisaje que crea Dasso Saldívar en su primera novela:
Los soles de Amalfi,
que hoy lleva a las librerías la editorial Navona. Un avance del debut
novelístico de uno de los biógrafos de Gabriel García Márquez que
ofrecemos hoy en Papeles perdidos.
Las páginas que adelantamos de la novela dan claves de la propia
historia narrada. Destino labrado por los seres humanos, y destino
moldeado por la naturaleza, también. Y, entre ambos, las voces de las
personas atrapadas entre los odios, egoísmos, trampas, ambiciones,
mezquindades, promesas y desencuentros de unos y otros. La voz de
Anatolia se alza no solo para servir de guía de la vida y de las
injusticias, sino también para revivir tradiciones, costumbres perdidas,
extraviadas o desaparecidas.
La historia de Los soles de Amalfi asomó en la vida de
Saldívar (San Julián, 1951) a comienzos de los ochenta. De pronto,
rebrotaron recuerdos infantiles de aquellas montañas pobladas de todos
los verdes donde se crio. Pero en los noventa se dedicó a escribir García Márquez. El viaje a la semilla
publicado en 1997. Después entre los años 2000 y 2012 es cuando la
novela toma cuerpo y sale victoriosa frente otros proyectos literarios
que el autor colombiano trabaja simultáneamente. Se dan cita en estas
páginas evocaciones destiladas por la imaginación, y confrontadas con la
realidad histórica, política y social de un país que puede ser
cualquiera.