Furor en los últimos tiempos el tema del narcotráfico se tomó la industria editorial y las telenovelas de Argentina. Radiografía de un fenómeno cultural que refleja la realidad
Las librerías de Buenos Aíres se han llenado de libros sobre capos, y la prensa no deja de registrar el éxito de la serie Escobar, el patrón del mal./semana.com
Cuando el desconocido actor colombiano Anderson Ballesteros, uno de los sicarios de Pablo Escobar en El Patrón del Mal, aparece en Mis Amigos de Siempre, la telenovela argentina favorita, y cuando se presenta en la práctica de RiverPlate y es ovacionado por los futbolistas, es por que algo raro está pasando. Y cuando un imitador de Pablo Escobar aparece en Periodismo para todos, de Jorge Lanata, el programa de mayor rating de la televisión, cuando las señoras hablan en los salones de belleza de la última escena en la que Pablo y sus sicarios se enfrentaron a los tiros con la Policía o el Cartel de Cali, cuando la señora que compra frutas comenta el secuestro de Andrés Pastrana y Diana Turbay, cuando dos jóvenes que viajan en el ‘subte’ discuten sobre el asesinato de Luis Carlos Galán o de Carlos Pizarro, ya no se sabe si todo esto pasa en Buenos Aires o en Bogotá.
Es que en Argentina los más pesados narcotraficantes colombianos se han convertido en los protagonistas del horario prime de la televisión, en las librerías hay un boom de libros sobre narcotráfico, porque este flagelo, que era exclusivo del norte del continente, ha descendido hasta la Tierra del Fuego, permeando todos los aspectos de la vida social. No se trata solo de los chicos que se destruyen consumiendo ‘paco’ en los barrios marginales, que mueren en los búnkeres de Rosario vendiendo coca, ni de las bandas VIP de vendedores de coca y otras drogas en los ‘boliches’ de la Recoleta, sino de un tema que se ha instalado en la vida social de los argentinos.
El Patrón del Mal, la novela sobre la vida de Pablo Escobar Gaviria, se transmitió por Canal 9 desde fines de 2013 y atrapó a la audiencia. La personificación del actor Andrés Parra convirtió al personaje de Escobar en alguien casi popular, que desataba discusiones acaloradas entre quienes creían encontrar en él una trágica figura humana, y entre quienes lo hacían poseedor de todos los vicios imaginables. Ni más ni menos que el responsable de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), el padre Molina, dijo en un programa radial que “Escobar fue un poco Robin Hood”, desatando una gran polémica. Hubo programas de televisión dedicados a vituperar al narcotraficante paisa en donde relataban detalladamente sus orgías con lesbianas y niñas vírgenes, para demostrar que, más que héroe, era un villano sanguinario e inmoral.
Tras el final de la serie, el Canal 9 continuó con la telenovela El señor de los cielos, una coproducción de Caracol Televisión y Telemundo que lleva el apodo de Amado Carrillo Fuentes, el líder del Cártel mexicano de Juárez. En algunos de sus capítulos aparece Escobar, estableciendo el vínculo entre las dos historias, así como el Chapo Guzmán, el jefe narco arrestado en México recientemente.
Anderson Ballesteros se sumó a este éxito mediático del tema narco para participar en ocho capítulos de la telenovela Mis Amigos de Siempre, actuando como Edgar Montoya, un narcotraficante colombiano que se alía a uno de los malos de la novela y dirige una red de tráfico de droga y de personas. Hombre escurridizo que despista a las autoridades, el Peregrino es una presa muy difícil, hasta que tiene el mismo final que en la novela de Escobar.
Argentina vive el boom de la literatura y las telenovelas sobre narcotráfico. En los últimos años, cuatro libros han revelado la penetración de narcos colombianos y mexicanos en Argentina. Narcolandia, de Virginia Messi y Juan Manuel Bordón, Narcosur, de la mexicana Cecilia González, País Narco y Mi Sangre, del periodista Mauro Federico.
“País Narco, Argentina: del tránsito a la producción propia”, se publicó en 2011. “Comenzó como una investigación periodística sobre la ruta de la efedrina. Pero al comenzar la investigación me di cuenta de que detrás de estos crímenes había algo más que un ajuste de cuentas. Empecé a relacionar esto con los asesinatos de dos colombianos en el Unicenter en 2008 y con otros crímenes, como el de unos que aparecieron descuartizados en una camioneta. Nos dimos cuenta de que había una incidencia de grupos ligados al narcotráfico y a las autodefensas en el país. La editorial Suramericana me propuso tomar el tema de manera más general sobre lo que había sucedido en Argentina en la última década”.
El libro fue un éxito inesperado, y Federico decidió publicar un segundo libro sobre el tema, a partir de la detención, en 2012, de Henry de Jesús López Londoño, Mi Sangre, quien se encuentra en la cárcel de Ezeiza esperando ser extraditado a Estados Unidos. “Mi Sangre, historias de narcos, espías y sicarios”, publicado por la pequeña editorial Libros de Cerca, se centra en las historias de estos personajes. “Cuando saqué el primer libro en 2011, mis colegas me decían que era muy aventurado, porque yo afirmaba que se estaban instalando en el país grupos que procesaban cocaína, pero ahora se ha corroborado”, dice el escritor. Mauro Federico tiene un interés personal en estas historias: “tengo un hijo con problemas de adicción, al cual acompaño a las sesiones de terapia, y yo sentía que era mi obligación ir al fondo de este asunto”, dice a SEMANA. “Aporté un grano de arena a la instalación del tema”.
Cecilia González, corresponsal en Argentina de Notimex, publicó el año pasado su libro Narcosur, sobre las actividades de los narcos mexicanos en Argentina. Como en el caso de Mauro Federico, su éxito rebasó las expectativas. “El libro salió en noviembre, cuando, por coincidencia, la Iglesia sacó un documento muy duro contra el narcotráfico, y hubo declaraciones del presidente de la Corte Suprema de Justicia, lo cual provocó un gran interés por el tema”, comenta Cecilia. Al principio le costó mucho trabajo encontrar una editorial que publicara su libro.
“En los medios hay mucho amarillismo, tratan de colombianizar o mexicanizar Argentina, pero no de tratar el tema con seriedad”, dice Cecilia, quien pudo aprovechar, además, la coincidencia de que ese año fue apresado en México el Chapo Guzmán. La editorial Marea comentó a SEMANA que ya hicieron una segunda edición del libro, y que, en el formato e-book, se vendieron más de sesenta números el último mes, lo cual es mucho, ya que esta forma de venta de libros todavía no se ha impuesto en Argentina.
Narcolandia: Política, Sicarios y Negocios, se titula el libro de Virginia Messi y Juan Manuel Bordón que salió en abril en Buenos Aires. Con la foto de Pablo Escobar con la camiseta de la selección argentina, el libro está dedicado a los narcotraficantes colombianos que han elegido el país como destino, sea para radicarse, para descansar, para lavar dinero, o para exportar la droga hacia Europa. Empieza hablando del “efecto cucaracha”, cuando las organizaciones criminales buscan evitar ser detectados y se desplazan hacia lugares más seguros, para contar los casos más resonantes de los narcotraficantes colombianos llegados al país, asesinados, como Monoteto, Héctor Edilson Duque Ceballos, en 2008 en Unicenter, Héctor Jairo Saldarriaga Perdomo, Mojarro, asesinado en pleno centro de Buenos Aires, las detenciones de Luis Caicedo Velandia, Ignacio Álvarez Meyendorff y Mi Sangre, las lujosas viviendas en Nordelta, los grandes cargamentos hacia Europa y sus conexiones locales. Todo un fenómeno.