1. TIENES QUE ESCRIBIR EL LIBRO ENTERO. Igual que se
compran casas sobre plano, no suena tan descabellado lo de vender un
libro antes de que esté escrito del todo; así te aseguras su futura
publicación y te sientas a echar las horas de trabajo para acabarlo con
más ganas. Bueno, a veces pasa, pero lo normal es que la editorial te
pida el manuscrito terminado antes de ofrecerte un contrato. Los casos
de preventa suelen estar reservados para escritores que ya tienen más
cosas publicadas, normalmente con la misma editorial que, al firmar por
adelantado, se asegura de que el autor se queda con ellos. También se
puede dar el caso de un contrato previo si se trata de un libro de
encargo, algo que la editorial quiere sacar porque existe esa demanda en
el mercado y busca un escritor que se lo haga. Pero, lo normal, es que
si el libro nace de tu propia iniciativa, te lo escribas entero y luego
intentes colocarlo en las editoriales. Si eres de los que no pueden
esperar, puedes probar a enviar los primeros capítulos a una editorial, a
ver cómo respiran. Pero, por mucho que gusten, es más que probable que,
hasta que no esté completo, no te aseguren su publicación. La realidad
es que buscar una editorial antes de tiempo es como empezar la casa por
el tejado. Si realmente estás escribiendo algo tuyo, sin las presiones
del mercado editorial, confía en tu pericia y dale a la tecla, que ya
tendrás tiempo de venderlo cuando esté presentable.
2. TIENEN QUE PAGARTE POR PUBLICAR EL LIBRO.
Si firmas un contrato editorial para publicar tu libro, te lo están
comprando y deberían pagarte un anticipo por las ventas. Esto de ofrecer
adelantos antes lo hacían casi todas las editoriales profesionales,
pero, con la llegada de la crisis, se ha puesto de moda lo de publicar
libros "a riesgo". La editorial te lo compra, aunque no es exactamente
eso lo que ocurre porque, de primeras, no te llevas ni un duro. Después,
cuando lo ponen a la venta, tienes un porcentaje de las ganancias que
el libro reporte (ver punto 3). Las cifras pueden variar, desde unos
pocos euros hasta un adelanto con varios ceros, según quién seas. La
realidad es que eso del riesgo por publicar el libro, por mucho que te
cuenten, sólo lo asume el autor. Es cierto que la editorial se hace
cargo de las pérdidas que puedan tener por la publicación, pero ellos
son una empresa y ya se sabe que, si tienes una de esas, te la tienes
que jugar. Tú, como escritor, necesitas a la editorial para que tu obra
llegue hasta los lectores, pero la editorial necesita material como el
tuyo para poder ser una editorial. Lo que tienes con ellos es un quid pro quo, no un favor que te están haciendo. Recuérdalo antes de firmar.
3. TE LLEVARÁS ROYALTIES POR LAS VENTAS. En
el contrato que firmes con la editorial estará estipulado cuánto te vas
a llevar por cada libro que se venda, el porcentaje sobre su precio en
el mercado. Estos royalties son variables, de nuevo depende de
quién seas, pero suele haber unas cifras estipuladas. En literatura
infantil y juvenil, lo normal es que te toque un 8% del precio de venta.
Si incluye ilustraciones, el dibujante se lleva un trocito de la tarta
del escritor, entre el 1 y el 3%. Para libros adultos, el porcentaje
estipulado ronda de media el 10%. En ambos tipos de libros puedes tener
royalties escalonados; empiezas con esas cifras pero, a medida que
vendes más, el porcentaje que te llevas crece. En libro digital ganas
más, un 25%, aunque su precio suele ser considerablemente menor. La
cifra es más grande porque con los digitales la editorial se ahorra la
distribución física y los gastos que eso conlleva. Las liquidaciones de
los royalties suelen ser anuales, aunque no cobrarás hasta que
la suma del porcentaje de tus ventas supere lo que te dieron de adelanto
(por algo se llama así).
4. AL VENDER EL LIBRO A LA EDITORIAL CEDES TODOS LOS DERECHOS.
O no, según el contrato que firmes. El caso es que un libro no sólo
tiene los derechos de libro, sino que también están los de ventas al
extranjero, los de adaptación cinematográfica o televisiva, los de
audio... En tu contrato estarán especificados los porcentajes que te
llevarías en el caso de que tu editorial consiguiera colocar el libro
fuera, o lo que ganarías si lo venden a una productora para que haga la
película. También tienes la opción de llegar a un acuerdo para que esos
derechos subsidiarios te los quedes tú. En ese caso, serías el que se
encargaría de moverlo por las ferias y mercados internacionales de
libros, o las productoras y cadenas de televisión. Conseguir ventas
internacionales o adaptaciones por uno mismo es bastante difícil, la
editorial tiene más puertas a las que llamar y conoce más gente detrás
de ellas. Otra cosa sería que pertenecieras a una agencia literaria, y
que fueran ellos los que se encargaran de mover esos otros derechos. En
ese caso, compartirías las ganancias con la empresa que te representa.
5. TENER UN AGENTE PUEDE SER ÚTIL, SOBRE TODO SI NO TIENES NINGÚN CONTACTO EN EL MUNDO EDITORIAL.
Las agencias se encargan de leer el material que les hacen llegar los
escritores, lo valoran y, si pasa su corte, se lo envían a la editorial
que consideran conveniente; los agentes saben lo que se busca en cada
sitio y no suelen errar en el tiro (ver punto 6). Si lo envías
directamente tú a la editorial, siendo novel, pues igual cuela, pero es
más difícil que acabe publicado. Si llegas de la mano de una agencia, la
editorial lo va a mirar con otros ojos porque saben que ya ha pasado su
filtro. Pero tampoco es fácil que te elijan en una agencia para
representarte, sobre todo en las más grandes (Carmen Balcells, Antonia Kerrigan).
Tener obra previa publicada, un buen currículum y la recomendación de
algún escritor de su catálogo te puede ayudar, pero, aun así, puede que
no entres. Otra opción es probar con cualquier otra agencia más pequeña,
presentarte, ofrecerles tu material y ver si les interesa movértelo. Si
finalmente entras a ser uno de sus autores, firmarás un contrato con el
que se comprometen a mover tu obra, llevándose entre un 15 y un 20% de
las ganancias si consiguen publicarla. Por entrar en su lista de autores
no te cobran. Lo de las agencias es cuestión de gustos (hay autores
consagrados que no pertenecen a ninguna) y de necesidades.
6. CADA LIBRO TIENE SU EDITORIAL.
Las editoriales no publican las cosas al tuntún, la mayoría de ellas
tienen una imagen de marca a la que son fieles, con un tipo de libros
que las definen. Además, los grandes grupos editoriales (Planeta,
Penguin Random House, Anaya) tienen sellos diferentes especializados en
tipologías literarias o de libros de no ficción. Por ejemplo, un libro
de ciencia ficción, si se lo envías a Planeta, debería ir directo a los
editores de Minotauro,
el sello del género del grupo. Si lo haces llegar a Penguin Random
House, la mejor opción sería su sello Fantascy. Además, en las
editoriales se diferencia entre libros comerciales y los que tienen otro
valor. Seix Barral o Alfaguara cuidan su catálogo para que no entren
estrellas televisivas. En cambio, otros sellos los cuidan para que
entren el mayor número de rostros famosos posibles. Antes de enviar tu
libro, echa un ojo a los catálogos editoriales para ver dónde encaja
más. Ahorrarás tiempo tú y los que se lo van a leer.
7. LAS EDITORAS QUIEREN LO MEJOR PARA TU LIBRO. Una
vez has conseguido que te abran la puerta de la editorial, te pondrán
una editora (es un trabajo en el que hay muchas más mujeres que hombres)
para preparar la salida al mercado de tu libro. Le daréis una vuelta
juntos al estilo y quizás a alguna parte de la historia. Quizás la
editora le vea algunos agujeros a la trama o le parezca que el final
podría mejorarse, y te pide algunos cambios. La obra es tuya y, en
principio, puedes dejarla como las has entregado si no había condiciones
para su publicación. Pero, normalmente, cuatro ojos ven más que dos y
es raro que la gente que lleva el mercado se equivoque. También es
trabajo de las editoras elegir la portada, aunque se suele pedir opinión
al autor sobre sus preferencias y se elige una por consenso. Pero es
importante que valores que ellas tienen más claro qué debe verse en la
portada de un libro para que sea más llamativo en el mercado, que sacan
cientos al año. En cualquier caso, todos estos ñiñiñís pueden desatar la
polémica entre autores y editoriales. Es importante que recuerdes que
la editora quiere lo mejor para ti y para tu libro. Si es la primera vez
que publicas, confía en su criterio y no te pelees por si te han movido
una coma de sitio. Piensa que estás de viaje en el extranjero y tienes
la suerte de contar con una guía que te va a enseñar lo mejor de ese
país que tú sólo habías visto en fotos.
8. TE VAN A PIRATEAR EL LIBRO.
Por mucho que nos cuenten que los brotes verdes están dando flores, la
realidad es que el mercado editorial no levanta cabeza desde que empezó
la crisis. La gente ya no tiene dinero para comprarse un libro cada vez
que le apetece. Lo que sí que tienen muchos ahora es un libro
electrónico, que se puede llenar con ejemplares en formato epub a un
precio mucho más económico que los libros en papel. Lamentablemente,
algunos lectores tiran de enlaces de descarga pirata para cargar el
ebook (normalmente los que lo hacen sólo los llenan porque es imposible
tener tiempo material para leerse miles de libros). Este tema de la
piratería es polémico, parece que si te manifiestas en contra te ponen
la cruz, que lo que se lleva es lo del acceso libre a la cultura. Pero
es que los escritores no estamos libres de gastos... Puede ser que las
cosas estén difíciles y los libros sean un extra prescindible. También
puede ser que el precio del formato electrónico sea excesivo y se
debería bajar. Pero lo que no puede ser es que no se pague nada por algo
que un escritor ha pagado con muchas horas de su vida. Eso es una
putada, no para el sistema, sino para gente con nombres, apellidos y
necesidades. Además, que si se siguen pirateando libros, no habrá más
libros de piratas.
9. ESTARÁS EN LAS LIBRERÍAS, PERO POR UN TIEMPO LIMITADO.
Eso de ir a la librería y ver una montaña de libros con tu nombre en la
portada es un sueño del que al final te toca despertar. Los libros
llegan a las librerías como novedad y, durante un tiempo limitado, las
editoriales se los ceden sin coste. A cambio, los libreros los colocan
en las partes más visibles del negocio y se encargan de que el libro
entre por la puerta grande. Ese periodo de préstamo sin compromiso antes
era de unos tres meses. Con la crisis, los libreros necesitan tener
líquido cuanto antes, así que no pueden permitirse darle muchas
oportunidades a un libro para ver si funciona; si en un mes y poco, dos
como mucho, tu montaña de libros no ha desaparecido de la mesa de
novedades, la mandan de vuelta a la editorial. En el caso de que
decidieran quedárselos tras esa especie de periodo de prueba, los
libreros tendrían que pagar por ellos, comprarlos. Es difícil que se
apueste por más de un par de ejemplares de algo que no ha despegado
bien, así que esos suelen ser los que se quedan en las librerías. En las
grandes superficies el mercado aún es más duro y rápido y pueden acabar
antes contigo, aunque también pueden hacer más por ti si te va bien,
por el volumen de ventas que manejan. Una vez retirado, sólo te queda
confiar en que el boca a boca tardío (en ocasiones, iniciado por los
libreros que sí decidieron apostar) funcione y el libro vuelva a las
librerías. Puede pasar, El tiempo entre costuras o Los juegos del hambre empezaron fatal y ahora hay casi un ejemplar en cada casa.
10. TENDRÁS SONRISAS, PERO TAMBIÉN LÁGRIMAS.
Publicar un libro es una de esas cosas que te hacen sentir que estás
haciendo algo útil con tu vida, como lo de plantar un árbol y tener un
hijo. Cuando al fin consigas sortear todos los obstáculos para ver
impresa tu obra, se te dibujará un gajo de mandarina en la boca. A
partir de ese momento, empieza tu vida como escritor, y la vida del
libro; presentaciones, entrevistas, ferias, firmas... Cosas que igual te
imaginas que van a ser la leche y luego resulta que alguna de ellas se
convierte en un mal trago. Hasta los escritores top han chupado
banquillo en las casetas de las ferias esperando a que alguien se
decidiera a pedirles una dedicatoria, que un mal día lo puede tener
cualquiera. Y las presentaciones son imprevisibles; un día de lluvia
puede dejar hasta la de un best seller desierta. Además, te toca enfrentarte a las opiniones de los lectores, que con esto de las redes sociales
es fácil que te lleguen. Te encontrarás con unas buenísimas y con otras
que no lo serán tanto. Enfadarse no suele valer de nada. En cambio,
escucharlas y valorarlas te puede ayudar a ser un escritor mejor. En
cualquier caso, te aconsejo que te quedes con las sonrisas y vayas a por
el siguiente libro.