La Vanguardia ofrece en primicia el primer capitulo de El gusano de seda, la última novela negra de la creadora de Harry Potter
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Portada del nuevo libro de Robert Galbraith (alias de J.K. Rowling), El gusano de seda. lavanguardia.com |
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J.K. Rowling. alias de Robert Galbraith, escribe El gusano de seda. |
El próximo miércoles 18 de marzo se pone a la venta El gusano de seda (Salamandra/Proa), la nueva novela de Robert Galbraith,
protagonizada por el detective Cormoran Strike, que esta vez se ocupa,
junto a su ayudante Robin Ellacott, de la desaparición del escritor Owen
Quine, con las intromisiones de la prensa en la vida personal como
telón de fondo.
Galbraith es, en realidad, el seudónimo que utiliza J.K. Rowling para escribir novelas negras, una vez superada la etapa de Harry Potter.
Si bien al principio firmó Una vacante imprevista (2012) con su nombre real, en el 2013 publicó El canto del cuco ya como Galbraith, intentando que su identidad real permaneciera en secreto.
Fracasó en su empeño pero, sin embargo, sigue exigiendo a sus editores
que mantengan esa firma ficticia, como distintivo de género, a la manera
de lo que hace John Banville con su alter ego Benjamin Black.
La Vanguardia ofrece hoy en primicia el primer capítulo de esta obra, traducida al castellano por Gemma Rovira Ortega.
Todo sobre el detective de J.K. Rowling
La autora de Harry Potter se esconde
tras seudónimo para firmar para firmar el ciclo de Cormoran Strike.
Llega su segunda aventura
La superventas británica J.K. Rowling publicó El canto del cuco (Espasa,
2013) bajo el pseudónimo de Robert Galbraith para huir de la presión
mediática y desmarcarse de la etiqueta de libro juvenil que se ganó con
el éxito de su personaje Harry Potter. Ahora Salamandra y Ed. 62
publican El gusano de seda, la segunda entrega del detective Cormoran Strike.
¿Quién es Cormoran Strike?
Es un detective privado de 36 años. "Cien kilos de humanidad desaliñada", de cabello rizado y duro, nariz de boxeador.
¿Cuál es su seña particular?
Existe
una leyenda, frente a la costa de Cornualles (al sudoeste de
Inglaterra) -el único lugar de su infancia del que Cormoran siente
nostalgia-, de un gigante que aterrorizaba a medio mundo hasta que cayó
en la trampa y se hundió en un profundo pozo. Cormoran también cayó en
donde no debía. Exmiembro de la policía militar. luchó en Afganistán y
allí perdió media pierna, por lo que cada noche se quita la prótesis y,
muy frecuentemente, si hace un sobreesfuerzo o, como en esta novela, es
perseguido por las calles de Londres por una loca con una navaja, puede
sufrir un resbalón, lesionarse la rodilla y andar cojo varios días.
¿Quiénes son sus padres?
Su
madre fue una groupie. Cormoran es el resultado de una fugaz relación
entre ella -Leda- y un celebridad veterana del rock de la generación de
Robert Plant. Jonny Rokeby tuvo que reconocer a Cormoran, pero sólo lo
ha visto en dos ocasiones. Tampoco este detective se siente muy
orgulloso de ser hijo de ese loco que casi estrangula a su bajista.
Cuando Cormoran tenía nueve años, su madre lo justificó así: "A Jonny
nunca le sentó bien el speed". La fama y la celebridad disgustan a
Cormoran. Mucho más esa prensa amarilla que lo catapultó a la fama por
ser hijo de Jonny Rokeby, y porque resolvió la misteriosa muerte de una
famosa supermodelo, que cayó de su balcón en el elegante barrio de
Mayfair. Eso fue en el primer caso y primera novela, El canto del cuco.
¿Tiene hermanos?
La
madre de Cormoran tuvo otra hija, la pequeña y regordeta Lucy, con un
músico menos famoso y menos chiflado que Jonny. Lucy se ha casado con un
tipo formal. Para Cormoran son dos aburridos orgullosos de vivir en un
barrio residencial y empecinados en encontrarle novia. A sus sobrinos
les regala pistolas de juguete y uniformes de camuflaje, principalmente
para molestar a su cuñado.
Cormoran tiene otro hermanastro por
parte de su padre. Jonny Rokeby sí reconoció a Alexander, un chico nueve
años menor que tuvo la vida que al detective se le negó: lujos, viajes,
internado en Suiza y coches deportivos. A veces se encuentran y, como
en esta novela, Al se muestra deseoso -y algo culpable- de ayudar a este
hermanastro que arrastra deudas, así que le abre la puerta a circuitos
exclusivos.
¿Dónde vive?
Ironías del destino,
en la calle que fue templo del punk y el rock: su despacho y su pequeño
piso en la planta de arriba (un ático mal aislado) están en Denmark
Street, la estrecha calle de tiendas de instrumentos que sale de otra
famosa, de librerías, Charing Cross (y que inspiró una obra teatral y
una película). La oscura puerta metálica de Cormoran está junto al 12
Bar Café. Allí cerca, en el 6, los Sex Pistols grabaron sus primeras
maquetas. En los estudios de esa calle grabaron los Rolling Stones,
Emerson, Lake and Palmer y otros grupos posteriormente célebres.
¿Cómo vive?
Cormoran
es un tipo ordenado: su cama siempre está hecha, la cocina limpia (esto
último nada difícil, puesto que abusa del take away). En su despacho
tiene un sofá negro que -según él- sólo con su corpachón emite odiosos
ruidos parecidos a ventosidades cuando se desploma encima.
¿Cómo es su vida sentimental?
Atormentada
y desastrosa, con "dieciséis años de locura y tortura con éxtasis
esporádicos" que ahora parecen haber llegado a su fin. Su amigo de
infancia afirma que Cormoran siempre atrae a "piradas del copón". Y
aunque Charlotte no aparece en esta novela, su figura -bellísima- es una
sombra poderosa (y peligrosa) que, además, también aparece en las
revistas satinadas para contarle al mundo -pero en particular a
Cormoran- su felicidad por su inminente boda con un ex: un vizconde
alcohólico. Charlotte le envía a Cormoran mensajes-dardos en forma de
declaraciones a la prensa. Y él los lee preguntándose si ella ya no se
acuerda de cuando tuvo que rescatarla de un psiquiátrico, o cuando quiso
tirarse de un tejado.
¿Tiene amigos?
Dave
Polworth es un gran amigo. Cuando eran chavales, en la playa de
Cornualles, Dave, desoyendo las advertencias, se dedicó a provocar a los
tiburones por lo que tiene una notoria marca en el brazo. Ahora no duda
en poner en peligro su aburrida y rutinaria vida matrimonial para
socorrer a Cormoran.
Timothy Antins lo persigue con su eterna
gratitud y sus lacrimógenos homenajes, en compañía de su hipócrita
esposa. En Afganistán, Cormoran tuvo la intuición de que estaban a punto
de saltar por los aires y, un segundo antes, tiró a Timothy a la parte
trasera del coche. Por eso el hijo de Timothy es su ahijado, a quien le
ha regalado un tambor para que no deje dormir a sus padres.
¿Trabaja solo?
No.
Robin Ellacot es y será decisiva en su trabajo y en su vida. Robin
aparece en su despacho una mañana, por un puesto de secretaria. Es
guapa, escultural y tiene madera de detective. En esta novela Robin hace
lo posible para que su novio Mattew y su jefe hagan buenas migas. Pero
es imposible. Mattew es formal y -aunque procura no abrir la boca-
Cormoran opina que es un tonto que no merece una chica como Robin.
¿Qué lo distingue de otros famosos detectives británicos?
Cormoran
no es ni alcohólico ni culto, como Morse (de Colin Dexter), ni
aristócrata como Thomas Linley (de la autora Elisabeth George). Posee
una gran capacidad de concentración y observación. Sus orígenes están en
la admiración de su creadora por Margerie Allingham y Agatha Christie
(de quien Rowling destaca su humor). Su gran figura avanza en un clásico
whodunit (¿quién es el asesino?) en un mundo cerrado. "Harry Potter
también es un whodunit", declaró Rowling. En su debut -El canto del
cuco-, y cuando no se sabía quién era Galbraith, el libro recibió una
más que discreta acogida. Hace poco tiempo, la editora de ficción de
Orion declaró a The Independent haber rechazado aquel manuscrito, que le
había parecido "bien escrito pero demasiado lento".
Pero
Cormoran sigue andando y, aunque cojee, lo hace muy bien. Nace de un
legítimo deseo de Rowling: "Quería probarme a mí misma". Es su inmersión
en el mundo real, en las leyes de estos muggles que analiza en detalle.
Rowling tiene amigos veteranos, y quiere mostrar qué significa vivir
con una minusvalía. Cormoran se cae en las heladas calles de Londres y
blasfema en los atascos. Pero al fin va más rápido que el lector y, tal
vez por haber crecido entre gente atípica, y porque su creadora ha visto
mucho del mundo celebrity, parece ir en busca de la sencillez. Lee la
prensa estirado en la cama, bebe té fuerte y mira la nieve que cae al
otro lado de la ventana. Cansado de entrevistarse con egos intolerables
-un escritor malicioso, una agente irascible y despótica, una bloguera
que se cree un alma sublime- exclama: "¡Hay que ver lo que le gusta
comer a estos del mundillo editorial!".