Paolo Giordano retrata en Como de la familia la nostalgia por la figura de la 'mamma' en una joven pareja tras la muerte de su tata
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Paolo Giordano, el viernes, en el Hotel Omm de Barcelona./elperiodico.com |
Paolo Giordano (Turín, 1982), un joven físico italiano, encontraba a
faltar en su trabajo científico un espacio para algo que descubrió que
le interesaba más que las interacciones entre las partículas
elementales: "Los sentimientos, el ser humano y las relaciones humanas". Así que probó suerte como novelista, y lo suyo fue un big bang. Ahora regresa con su tercera novela, Como de la familia (en castellano, editorial Salamandra; Negre i plata en la traducción al catalán de Edicions 62, que se atiene al título original). En esta breve novela, "una pequeña miniatura de una vida familiar",
el cáncer se lleva a la señora A., una tata y asistenta que suple
durante ocho años la ausencia de las figuras paterna y materna, de los
abuelos y de lo que haga falta, en la vida de una pareja joven con un
hijo.
"Hoy no todos los abuelos quieren hacer de abuelos,
quieren continuar su vida. Eso lleva a las familias más jóvenes a vivir
una situación de soledad parcial y las obliga, cuando hay niños, a
buscar soluciones muy imaginativas; nos hemos convertido todos un poco
en acróbatas", explica Giordano. ¿La necesidad de buscar un sustitutivo no es una muestra de inmadurez de sus personajes? "Tener
necesidad de personas que te continúen haciendo de padres, que
continúen dando seguridad, no significa necesariamente ser inmaduro.
Seguramente todos tenemos siempre esta necesidad", responde.
La
larga enfermedad y muerte de la señora A. saca a la luz, sin embargo,
las grietas ocultas en la plácida relación entre de Nora y su marido. "Cuando
falta esta figura materna se sienten desamparados, pero es una gran
ocasión también para salvarse, para madurar y encontrar soluciones
cuando quizá aún no sea demasiado tarde. La cotidianidad no es
emocionante, nunca. Pero puede haber una convivencia serena. Quizás esta
búsqueda de un entusiasmo continuo se convierte en una jaula que nos
creamos", comenta.
Giordano mantiene "un cierto juego", el de dejar que su condición de físico se insinúe en sus textos. Una excentricidad se convierte en "una cola de una curva de Gauss", la
relación entre la joven pareja y la señora A. parece un núcleo atómico
que se fisiona y emite una partícula que se pierde en el vacío... "Siempre
he pensado en este libro como lo que en física se denomina una dinámica
de tres cuerpos, tres cuerpos celestes que se mueven conjuntamente, una
dinámica que es complicadísima de expresar en forma de una ecuación y
en la que en cuanto desaparece uno de estos tres cuerpos se debe
reinventar", reconoce. "Pero -matiza- no hay analogías
exactas entre ambos mundos. Lo belllo de una metáfora es que tiene un
cierto grado de exactitud y también un cierto grado de sombra. En cierto
sentido, las relaciones humanas siempre tienen una cantidad de misterio
que excede la precisión científica. Es lo que yo trato de hacer".
El
negro y la plata del título, dos elementos que se identifican con los
dos miembros de la pareja, se refieren al humor negro y al metal, a
conceptos de la medicina precientífica y a la alquimia. Dos disciplinas
que no sanaban pero que quizá puedan explicar la naturaleza humana de
forma más viva que la física de partículas elementales. "Quizá las
partes más violentas del libro son aquellas que muestran la medicina de
hoy en día, la medicina oncológica hecha de palabras frías, de análisis,
de fármacos. Afortunadamente existe, pero para una persona como la
señora A. es también una medicina muy monstruosa. Hay una gran búsqueda
de curación en un sentido que sea próximo a una cura espiritual", dice el escritor, hijo de médico "convencional" que admite haber recurrido a la acupuntura. ¿Y la homeopatía? "¡No -responde-, a eso aún no he llegado!"