Acaban de editarse versiones en inglés
de novelas de Vargas Llosa, César Aira, Castellanos Moya y Alejandro
Zambra. A pesar de que el mercado norteamericano traduce sólo un tres
por ciento de su amplia producción, el interés por escritores del
continente se renueva
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El padre del realismo mágico acompañado de la familia Buendía
permitió el desembarco de los escritores latinoamericanos en Estados
Unidos./latercera.com |
Fue en las calles de Barranquilla donde se aglomeró la multitud.
Gabriel García Márquez, vestido con una guayabera panameña, llegaba a
Colombia como un rockero aterriza de una gira. Venía de Estados Unidos.
Era 1971 y el autor latinoamericano acababa de recibir el Doctorado
Honoris Causa de la Universidad de Columbia, en Nueva York. También su
novela Cien años de soledad (1967), recién traducida al inglés, había
sido elegida como uno de los 12 mejores libros del año por la crítica
estadounidense.
“Ni en el más delirante de mis sueños en los días en que escribía
Cien años de soledad llegué a imaginar en asistir a un acto para
sustentar la edición de un millón de ejemplares”, diría con los años el
premio Nobel de Literatura, ante la popularidad de su novela cumbre.
El padre del realismo mágico acompañado de la familia Buendía
permitió el desembarco de los escritores latinoamericanos en Estados
Unidos. Se sumarían traducciones de los libros de Carlos Fuentes, Julio
Cortázar, Juan Rulfo y Mario Vargas Llosa. Era la hora en que el boom
latinoamericano se hablara en inglés.
“Era un gigante de la literatura, absolutamente encantador”, recuerda
Edith Grossman, quien desde los 80 fue la traductora de los libros de
García Márquez.
Hoy Grossman sigue traduciendo. Su último trabajo: The discreet hero
(El héroe discreto). La última novela de otro Premio Nobel
latinoamericano, Mario Vargas Llosa. Un extenso perfil publicado en la
última edición de la prestigiosa revista The New Yorker celebra el libro
editado por el sello Farrar, Straus and Giroux.
“Creo que hay mucho interés por parte de lectores y traductores”,
dice Grossman ante nuevas traducciones de autores de Latinoamérica en
EE.UU. A Vargas Llosa se han sumado ediciones de los argentinos César
Aira, Andrés Neuman y Samanta Schweblin; el salvadoreño Horacio
Castellanos Moya; el colombiano Juan Gabriel Vásquez; el chileno
Alejandro Zambra y los mexicanos Mario Bellatin, Valeria Luiselli,
Guadalupe Nettel y Alvaro Enrigue, entre otros.
El narrador y periodista Francisco Goldman, estadounidense de origen
latino, acaba de escribir un artículo en el diario The New York Times
reseñando la novela de Vargas Llosa, que tiene como protagonistas al
pequeño empresario de Piura Felícito Yanaqué, y al exitoso hombre de
negocios de Lima, Ismael Carrera.
Goldman confirma este renovado interés por la literatura escrita al
sur del Río Grande, y argumenta: “Creo que hay muchas razones, pero lo
más importante es que simplemente hay brillantes escritores... Además,
hay muchas más editoriales pequeñas e independientes que están
publicando la mejor literatura traducida”, agrega el autor de Di su
nombre.
Luces y efectos
A 30 años de la aparición de García Márquez y compañía, en 2007 otro
boom se instalaba en Estados Unidos, con el nombre de Roberto Bolaño.
Tras su muerte, en 2003, varios de su libros fueron traducidos con
éxito, acompañados de halagos de Susan Sontag. Sin embargo no fue sino
con la llegada a librerías de Los detectives salvajes que los lectores
angloparlantes se interesaron en su figura y obra. “Entre los logros de
Bolaño se cuenta el de haber contribuido a cambiar el paradigma de
escritor latinoamericano vigente hasta hace relativamente poco”, dice el
crítico español Ignacio Echevarría.
El autor de Estrella distante encendió el interés por otros
narradores de la región. “Llegué a él por Roberto Bolaño”, anotó la
cantante y poeta Patti Smith en su comentario al libro de cuentos The
musical brain, de César Aira, en The New York Times. El ejemplar acaba
de publicarse por el sello New Direction, que dio a conocer a Bolaño en
inglés.
En el mercado mundial del libro, EE.UU. es la mayor potencia de
producción. Pero a pesar de que se publican cerca de 300 mil títulos
anuales, sólo el 3% equivale a traducciones de otros idiomas.
“Se está traduciendo mucho más que antes y el español es la segunda
lengua más hablada del mundo, así que la representación de autores
hispanos en librerías ha subido: siempre habrá más escritores en español
que en húngaro o francés”, señala Alvaro Enrigue, premio Herralde 2013
por su novela Muerte súbita, quien reside hace algunos años en Nueva
York.
El agente literario Guillermo Schavelzon es menos optimista. “El
lector norteamericano se autoabastece con sus escritores, salvo a nivel
reducido, casi académico y contadísimas excepciones”.
Por ese motivo es que la promoción es fundamental en el mercado del
libro. Ocurrió con Bolaño y la recomendación de la animadora Oprah
Winfrey, quien sugirió a sus seguidores la monumental novela 2666.
Otro ejemplo es el autor colombiano Juan Gabriel Vásquez. Su libro El
ruido de las cosas al caer, traducido a 18 idiomas, el año pasado
alcanzó en EE.UU. la tercera edición. “Está reinventando la literatura
sudamericana del siglo XXI”, es la frase del norteamericano Jonathan
Franzen que circuló en los medios en relación a la figura de Vásquez y
su obra sobre una generación crecida frente al temor del narcotráfico.
Nuevas voces
“La presencia de los escritores latinoamericanos tiene un peso muy
superior frente a los españoles. Siempre ha sido así desde el boom”,
aseguró Eduardo Lago, escritor español y ex director del Instituto
Cervantes de Nueva York, en el marco del festival Suite Iberia. Evento
celebrado hace dos semanas en la U. de Nueva York y en el Kennedy Center
en Washington. En el festival participaron editores de libros, de
revistas, críticos, agentes, libreros y traductores para hablar sobre la
cultura hispana y su promoción en EE.UU.
“Debatimos el creciente interés en la traducción del español y
constatamos que, aunque en EE.UU. se traduce muy poco, el español es uno
de los idiomas que más ha crecido en número de traducciones”, cuenta
Valerie Miles, coordinadora del festival Suite Iberia y cofundadora de
revista Granta en España.
“De pronto aparecen escritores hispanoparlantes muy distintos que
ensanchan el panorama”, agrega Miles, quien estuvo a cargo de la edición
de Granta de 2010, que eligió a los 22 mejores escritores de lengua
española menores de 35 años.
Allí estaba Alejandro Zambra. El autor nacional, cuyos cuentos y
artículos han aparecido en revistas como Zoetrope, The New Yorker, The
Virginia Quarterly, ahora llegará a librerías con la traducción de su
libro de relatos Mis documentos. El volumen saldrá por la editorial
independiente McSweeney’s, fundada por el escritor Dave Eggers.
El mismo sello publicó en inglés el año pasado la antología
Latinoamérica criminal, editada en español hace dos meses, que reunió 13
escritores. En el libro se leen historias sobre una travesti en Cuba,
familias marginales de Buenos Aires y detenciones en Centroamérica. En
los convocados se encontraban Zambra y Rodrigo Blanco Calderón, de
Venezuela; Rodrigo Hasbún, de Bolivia; Mariana Enriquez, de Argentina;
Andrés Ressia Colino, de Uruguay; Santiago Roncagliolo, de Perú; Rodrigo
Rey Rosa, de Guatemala; Andrés Felipe Solano, de Colombia y Juan Pablo
Villalobos, de México. Aún poco conocida para el gran público, la
literatura de estos lados atrae miradas en EEUU.