Como la Bella Durmiente. Bueno, casi. Porque las diferencias son unas
cuantas. Ante todo, nada de príncipe azul: a Lisario Morales la
despierta un médico tan salido como incapaz. No lo consigue con un beso,
sino con toqueteos cada vez más íntimos. Y la pobre joven abre los ojos
en un lugar que poco tiene que ver con los cuentos de hadas: la Nápoles
del Seiscientos, “una selva peligrosísima” bajo el Virreinado español.
Las palabras son de la escritora italiana Antonella Cilento, autora de
la novela Lisario o el placer infinito de las mujeres (Alfaguara)
así como del símil con la Bella Durmiente. Para terminar, una última
diferencia: la protagonista del libro, que el año pasado optó al premio
literario más prestigioso de Italia, el Strega, duerme por su propia
elección personal, para evitar una boda y un mundo que no quiere.
“El Seiscientos es un siglo que anticipa muchos temas que vivimos
hoy. A pesar de la revolución de las mujeres, para la sociedad sigue
siendo cómodo si son guapas, callan y duermen”, relata Cilento (Nápoles, 1970).
En realidad, la pequeña Lisario Morales no podría hablar ni si
quisiera: una intervención quirúrgica malograda la dejó muda y sin
manera de comunicarse con el mundo. Rodeada por la incomprensión y el
rechazo, la niña busca refugio en unas cartas que escribe a la Virgen
María y en la lectura hambrienta de las Novelas Ejemplares de Cervantes.
“Es un libro que el padre de Lisario mantiene escondido, una obra del
Cervantes maduro, metida en el tiempo de la Historia, donde aparecen
las colonias americanas y, por primera vez, se representa a la camorra.
Son novelas ejemplares en el sentido opuesto, de peligrosas y
pecaminosas”, explica la elección la autora. En su novela también caben
decenas de temas a la vez, de la muerte a la “suciedad de la política”,
pasando por el refinado erotismo que puebla varias de las páginas de la obra. Por encima de todos los demás, sin embargo, destaca la reivindicación de las mujeres y su papel en la sociedad.
Para la escritora, de hecho, Lisario hasta va más allá de la batalla
por la igualdad de los derechos. “Es un personaje posfeminista. No
llora, no se queja, no necesita reivindicar: ‘Yo soy así’. A veces la
responsabilidad femenina en el machismo es incluso mayor, por perpetuar
comportamientos y lecciones equivocados”, asegura Cilento. Acto seguido,
la escritora analiza las raíces de un problema que pese a sus avances
está lejos de resolverse. De hecho, cree, a ratos hasta está en fase de
regresión: “El machismo es un problema mundial: en Occidente estamos
volviendo atrás. En la industria editorial italiana hay muchas más
escritoras que escritores, pero se publicita a los hombres, que son los
que ocupan las listas de ventas. Y casi siempre a las autoras se les
pide que rindan cuentas por su condición”.
Evidentemente, Cilento no está sola en su batalla. Aparte de décadas
de reivindicaciones y de las recientes campañas de muchos personajes
famosos, está la lucha diaria de millones de mujeres. Unas cuantas han
llegado a enviarle a la escritora cartas en las que le contaban que se
sienten identificadas con Lisario, con su sueño prolongado o con el
apoyo casi nulo que recibe de su marido.
Aparte de su oda a la igualdad, Lisario o el placer infinito de las mujeres
contiene otra declaración de amor: a Nápoles. “Tiene una literatura
autónoma a la italiana desde hace más de 700 años. Hay más escritores
allí que en cualquier otro lugar del país. Se decía que es la única
ciudad de la antigüedad que sobrevivió a la antigüedad. Estando aquí, no
se puede sino ambientar aquí las historias”, defiende la autora. Allí, en el fondo, nació la autora y allí se desarrollan muchas de sus novelas.
“La escritura es como el cerdo, no se tira nada”, defiende Cilento.
Tan activa como creativa, la autora colabora con varios periódicos y
revistas, ha realizado guiones para teatro y cine y es directora del
laboratorio de escritura Lalineascritta,. Entre tanta hiperactividad,
también conserva 20 años de cuadernos e historias paridas o abortadas.
“Escribo todos los días, con continuidad, de ahí que se acumule el
material en el tiempo. Así que de vez en cuando vuelvo a mirar los
cuadernos de los últimos dos años”. A veces, entre tantas ideas
descartadas, encuentra una bella durmiente. Y, claro, la despierta.