Francisco Etxeberria es el director del proyecto de búsqueda de los restos de Cervantes en el convento de las Trinitarias de Madrid.
Responsable de la Sociedad Científica Aranzadi, profesor de Medicina
Legal en la Universidad del País Vasco, goza de un palmarés profesional
como médico forense e investigador en el que figura el haber regido las
exhumaciones de Pablo Neruda, Salvador Allende, así como las de
sacerdotes y represaliados políticos republicanos yacentes en decenas de
fosas comunes durante y después de la Guerra Civil. Ahora reflexiona en
voz alta sobre la experiencia desplegada en el convento de las
Trinitarias, al culminar la segunda fase de la actuación, cuya
prosecución encabezará él mismo.
¿Va a proseguir la investigación forense tras la segunda fase de la búsqueda de los restos de Cervantes?
Si. Me propongo dirigirla. El siguiente
paso consiste en obtener un perfil genético de los huesos atribuidos a
Cervantes ya que, aunque no haya cotejo posible, todavía, cabe
archivarlo y conservarlo. Potencialmente tiene mucho valor.
¿En qué consiste el perfil genético?
Es una especie de código de barras, que incluye
entre algunas de ellas señas de identidad procedentes del padre y la
madre. Ese código singulariza a cada individuo de manera específica. En
el caso de Miguel de Cervantes, por tratarse de restos deteriorados, se
desconoce cómo surgirá tal perfil porque, al leer esas barras de su
código, pueden haberse deteriorado por haber transcurrido cuatro siglos.
¿Qué requisitos se necesitarían para realizar este perfil de los restos?
Es inevitable recurrir a laboratorios
especializados, porque en ellos es posible reconstruir las secuencias
genéticas presumiblemente rotas por el deterioro secular. Comoquiera que
esas secuencias se muestran repetidas, cabe la reconstrucción de
aquellas que por diversos factores hayan quedado rotas o deterioradas.
En España hay laboratorios aptos para realizar ese cometido, entre
ellos, uno en Barcelona, otro en Madrid y el tercero en Vitoria, éste
dependiente de la Universidad del País Vasco. Solo allí podríamos
obtenerlo. Además, tendríamos que someterlos a un análisis bioquímico,
que puede aportar información adicional valiosa.
¿Qué utilidad científica tendría?
Sería un reto profesional muy atractivo, que ya
tuvo precedentes en Granada, con los restos de Cristóbal Colón, tratados
por un miembro de nuestro equipo, Miguel Botella. También en el
monasterio de Poblet, con los restos del Príncipe de Viana.
¿Puede haber algún lugar de la cripta donde sea posible que aparezcan más restos de Cervantes?
Creo que no. Los restos encontrados han sido estudiados a conciencia, pero nos permitirán extraer más conocimientos todavía.
Existe posibilidad de cotejo de ADN.
No. En este momento carecemos de esa posibilidad.
¿Ha habido alguna tarea que no se haya podido realizar en esta segunda fase?
Sí, por ejemplo, la reconstrucción facial del
rostro de Cervantes. Contábamos la posibilidad de disponer de una
especialista en esta disciplina, del Instituto de Medicina legal de
Galicia, que colabora en Fernando Sarrulla, miembro de nuestro equipo.
Pero no ha habido ocasión, ya que no hemos hallado en los restos
atribuibles a Cervantes las patologías que se le atribuyen. Hay un
principio en medicina forense que dice “cuando hay poco hueso, es mejor
hablar poco”.
¿Qué idea puede sintetizar el método seguido en la investigación?
Es una secuencia: estudiar primero el edificio de
la iglesia, luego la cripta y al final la cuadrícula 32, en el suelo,
que contenía los restos atribuibles a Cervantes mezclados con los de 16
personas más. Por ese orden.
¿Y en la cripta, que hallaron?
Descubrimos que había restos óseos mezclados en
los nichos de la pared y en el suelo. Nadie podía suponer que el piso
albergara asimismo enterramientos en una bóveda que ya cobijaba 36
nichos. Pero el deseo de las religiosas, a lo largo de la historia, de
reutilizar el espacio funerario de la bóveda subterránea produjo estas
interferencias entre nicho y suelo que han complicado el resultado.
¿Por qué la valoración del hallazgo del ataúd con
las iniciales MC ha cambiado desde su descubrimiento hasta el final de
la investigación?
Porque un especialista en metales de nuestro
equipo nos dijo que las tachuelas que claveteaban el féretro no eran tan
antiguas como creíamos. Pero creo que tal claveteo bien pudo obedecer a
que alguien, en fechas muy posteriores a la muerte de Cervantes,
decidiera colocar sus iniciales sobre un nuevo féretro, fruto de una
reducción de huesos, al objeto de permitir a la posteridad
identificarlo. Es muy extraño que tan solo uno de los muy numerosos
ataúdes extraídos de los nichos y del suelo tenga esas dos letras.
¿Qué enseñanzas más importantes han extraído de la investigación desplegada hasta ahora?
La que subraya los frutos de la
interdisciplinariedad. Una cosa es un equipo multidisciplinario, donde
cada cual hace su trabajo por su cuenta y otra bien distinta, la seguida
por un grupo de trabajo en el cual sus miembros, como ha sido nuestro
caso, se intercambian información y experiencias y actúan y operan de
consuno. Hay una enorme satisfacción entre los integrantes del equipo
por este clima de colaboración y de ayuda científica mutua. La de mayor
alcance es que, con certeza, todo lo hecho hasta ahora va a servir para
canalizar vocaciones de futuros profesionales, porque me consta que en
las escuelas e institutos, los profesores han planteado a sus alumnos
trabajos sobre lo que nosotros hemos hecho. Nos llegan correos
electrónicos de muchos niños interesados por nuestra actividad. Y eso es
quizá lo más gratificante.
¿Va a dirigir la siguiente fase?
Si. Lo haré. La tarea primordial será la de
desarrollar por áreas científicas el informe ejecutivo presentado el
martes, mediante informes específicos detallados, de los cuales vamos a
extraer un rico legado.
¿Cómo cabe concebir la tercera fase de la actuación sobre los restos de Cervantes, qué perfil adoptaría?
Un perfil netamente científico. Hasta ahora hemos
asistido a dos etapas, la primera más técnica y la segunda, claramente
científico-cultural. No es casualidad por ejemplo que en ella, Francisco
Marín Perellón, el historiador que ha documentado la investigación
desde el pasado mes, haya descubierto documentos del siglo XVI de alto
valor testimonial histórico.
¿Cómo vería la conversión de todo o parte del ámbito conventual en un centro cultural del Siglo de Oro?
Eso no debo decidirlo yo pero en mi opinión
personal, creo que la zona investigada contiene un potencial cultural,
literario, humanístico y científico en verdad extraordinario para ser
desarrollado.
¿Hay algo que le haya perturbado especialmente durante o después de la investigación?
Si, cuando me preguntan de forma algo capciosa lo
que he ganado. Yo no he cobrado más que los gastos de desplazamiento,
pero tengo la satisfacción de saber que todos aquellos que han trabajado
conmigo han cobrado según las tarifas marcadas por el Boletín Oficial
del Estado para los distintos grados facultativos. Pero su entusiasmo y
su sentido de la colaboración, no tienen precio.