Una
poderosa crítica contra el capitalismo actual y contra las políticas
exteriores de su propio país, los Estados Unidos, sumado al hecho de ser
una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, han
sido los rasgos distintivos de Noam Chomsky, catedrático de Lingüística
del Instituto Tecnológico de Massachussetts (Cambridge, EEUU), que ayer
se presentó como la primera figura del "Foro Internacional por la
Emancipación y la Igualdad", en el Teatro Nacional Cervantes. Son tres
días de conferencias y paneles organizados por la Secretaría de
Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional.
Chomsky
subió al estrado unos veinte minutos después de que en la sala se
cantara -algunos de pie y brazo en alto- la marcha peronista. El
lingüista sobre todo repasó la historia e incluso trajo al presente la
amenaza, clásica de la Guerra Fría y los años 70, del desenlace nuclear.
Y se privó escrupulosamente de tallar en las polémicas regionales y
locales. El intelectual sólo brindó entrevistas a la TV pública y a la
agencia Télam, a pesar de los muchos pedidos de otros medios.
Eran
las cuatro de la tarde y el evento recién comenzaba, pero en el teatro
ya no cabía ni un alfiler. En la calle, la gente que esperaba poder
entrar daba la vuelta a la cuadra pero la fila había comenzado a las 11
de la mañana, para conseguir uno de los 800 lugares prometidos para el
público general. Un dato: la audiencia -adentro y afuera- era
especialmente joven. En la plaza Lavalle, una pantalla gigante aseguraba
que nadie se quedaría sin escuchar a los conferenciantes. Frente a esas
pantallas hubo algunas decenas de personas.
Noam
Chomsky, ícono de la izquierda latinoamericana y de la disidencia
estadounidense, subió al escenario y estallaron los aplausos. Comenzó
recordando que ya pasaron 70 años desde el fin de la “guerra más cruenta
de la humanidad”, la Segunda Guerra Mundial, y lo hizo para explicar el
mundo actual, resultado -dijo- de un plan de los Estados Unidos, a
partir de 1945, para establecer un esquema mundial acorde a sus propios
intereses. Y siguió: “había que destruir la resistencia antifascista,
que tenía un peligroso compromiso con la izquierda, y definir para
Europa un sistema capitalista dominado por las corporaciones
estadounidenses”.
Haciendo historia, dijo que el plan de los
Estados Unidos para América Latina no era otro que acabar con las
agrupaciones regionales: “el nacionalismo económico debía ser
eliminado”. En este punto, recordó una ya famosa frase de Bill Clinton:
“los Estados Unidos tienen derecho a usar la fuerza militar para
asegurar el acceso irrestricto a los mercados clave y a los recursos
energéticos”.
Tras
el repaso, Chomsky aseguró que este orden establecido tras la
contienda, en el que los Estados Unidos se imponían como “dueños del
mundo”, llegó a su fin. “El país está ahora en una fase de decadencia
final”, lanzó, “los salarios están hoy al nivel de 1968”.
Habló
también de la crisis económica mundial, de los rescates a los bancos
europeos, de las “desastrosas políticas de austeridad” y de la
aceleración del “ataque neoliberal”, que “se convirtió en un ataque a
los derechos humanos y las democracias”.
“Todos
los que tenemos los ojos abiertos vemos que la especie humana está al
borde del precipicio”, dijo al acercarse el fin de su charla, “las dos amenazas más graves son la guerra nuclear y la catástrofe ambiental”,
aseguró. “Es un milagro que hasta ahora, hayamos evitado la
destrucción, pero esto era lo esperable en la lógica de las sociedades
de mercado”.