martes, 2 de abril de 2013

Secretos derretidos

Una sociedad edificada sobre el bienestar y la solidez de roca y hielo de una institución inconmovible a pesar de todos los cambios de época: la familia. Así se presenta el escenario de La verdad, de la finlandesa Rikka Pulkkinen, una autora de éxito que sabe combinar sensibilidad y crítica social. Si bien su novela plantea un universo de infelicidad, deja para el final el atisbo de una solución más genuina para el futuro de las personas

 Rikka Pulkkinen, autora de La verdad./pagina12.com.ar
 
En Finlandia, los trapitos al sol se sacan adentro del sauna. La verdad, de Rikka Pulkkinen (Oulu, 1980), es una prueba de que a los humanos podrán separarnos miles de kilómetros, pero nos iguala la vida moldeada –sin excepción– por la infelicidad. “Todo dolor puede soportarse si se plasma en una historia o puede contarse una historia sobre él.” Este epígrafe de Isak Dinesen elegido por Pulkkinen para su novela deja claro que en un extremo y otro del continente, también las lecturas indispensables son las mismas.

A raíz de la cercanía de la muerte de la abuela materna enferma de cáncer, una familia se ve obligada a levantar la alfombra y sacudir el polvo. Elsa, acorralada por la enfermedad, ha sido una mujer de avanzada para su época. Profesional, independiente, decide confesarle a su nieta el secreto mejor guardado de la historia familiar. Y se sabe, también en Finlandia, los secretos familiares funcionan como agujeros negros. “¿En qué momento los miembros de la familia se convierten en espejos en los que duele mirarse?”, dice Anna, la nieta, y una de las voces sobresalientes de la novela, la que cuida de su abuela hasta el final y pregunta lo que su madre, Eleonora, no se atrevió o no pudo. La otra voz que engarza la historia es la que revela lo que sucedió entre 1964 y 1968, Eeva, la mujer protagonista del secreto familiar y amante de Martti, esposo de Elsa, abuelo de Anna. Las dos tramas crecen en paralelo y van sembrando intriga, la de hoy y la que llega desde el pasado, pero que, en un gran acierto de Pulkkinen, está contado en presente y en primera persona.

La verdad tiene otras capas: alude al paso del tiempo y las generaciones. “Es lo que sucede cuando los nietos crecen y alcanzan la altura de los abuelos: no queda más que una bienintencionada incomodidad”, piensa para sí Martti, mientras ve los pechos crecidos de su nieta.

La verdad. Rikka Pulkkinen Salamandra 318 páginas

Pulkkinen es una escritora novel que llega pisándole los talones a Sofi Oksanen, otra joven finlandesa que hizo alzar las olas en Europa con Purga (publicada también por Salamandra en 2011), novela sobre el pasado de Estonia bajo la ocupación nazi y la tiranía soviética. Pulkkinen, en cambio, cuenta una historia cercana, bien localista. De ella se sabe que trabajó bastante tiempo en una librería de Helsinki donde vive actualmente, que en algún momento de su vida pensó en ser atleta con el objetivo de competir en los Juegos Olímpicos; su fuerte era la carrera por tiempo. En cambio dejó su ciudad natal para ir a Helsinki, considerada una de las mejores ciudades para vivir y desarrollarse en el mundo entero, donde estudió literatura y filosofía en la universidad. Su primer libro publicado en Finlandia, en 2006, fue Raja (Frontera), que ganó los premios Kaarle y Laila Hirvisaari, mientras que ahora La verdad fue nominada al Premio Nacional Finlandia 2010.

“Las relaciones entre las personas son como bosques espesos”, es la voz crítica de Anna ante tanta negación. En La verdad se aprovecha cada escena para contar cómo en una familia, por más que se junten esperanzados en la casa del lago a restaurar el sauna, por más que la abuela se esté muriendo, siempre es más lo que distancia que lo que une. “Anna, nada más verla, intuye que la espera uno de esos encuentros en los cuales su madre deja caer incisivas frases ambiguas o intenta sonsacarle sobre la vida haciendo pasar su interrogatorio por ganas de ser partícipe de sus emociones”.

Quizá lo que pueda observársele a La verdad son algunas expresiones demasiado afinadas, como si el narrador, por momentos, estuviera más preocupado por las resonancias de la literatura en los oídos de sus lectores que por contar esa historia. Y no está mal. Sólo que alguno de los personajes mientras conversa con otro en un banco de una plaza puede decir cosas como: “Yo no creo en una libertad tan frágil que otras personas puedan atarla con cadenas”. De todas maneras, Pulkkinen intenta llegar a un público amplio, y lo logra. Cruza océanos, llega a otras latitudes.

Como un acertado aderezo, la abuela que está al borde de la muerte fue en su vida una psicóloga reconocida, estudiosa de la Teoría del Apego. Teoría desarrollada a principios del siglo pasado por el psicoanalista inglés John Bowlby, quien investigó sobre la separación temprana en el niño de sus cuidadores. El mismo, hijo de una familia de clase alta británica, veía a su madre una hora al día después del té, y a los cuatro años, la separación de su niñera lo marcó para siempre. Según Bowlby, en caso de no haber sido bien cuidados, los humanos quedamos indefensos ante la vida. Y en La verdad, ninguna de las tres generaciones de adultos parece bien plantada. Huyen de sí mismos y se tiran al lago cuando la cosa se pone espesa. Para que el agua les enfríe el cuerpo y, luego de permanecer lo suficiente, también la mente.