A través de las seis novelas de la serie –la prematura muerte de su autora, doctora en Literatura Hebrea por la Universidad de Jerusalén donde ejerció la docencia durante más de 20 años, nos privó de seguir disfrutando del detective y sus andanzas- vamos descubriendo Jesusalén, las paradojas y los conflictos de la sociedad israelí, las divisiones étnicas, sociales y religiosas, el racismo, las crisis ideológicas, los campos de refugiados palestinos …
Jerusalén, ciudad de encantos, de profundas contradicciones, sociales, raciales, étnicas./elpais.com |
Se ha
cometido un crimen en pleno “sabath” en Jerusalén. La asesinada es la
prestigiosa psicoanalista Eva Neindorf. Entra en escena un hombre alto,
de aspecto juvenil, en torno a los cuarenta, “con unos ojos oscuros y
penetrantes, situados sobre unos pómulos marcados y bajo unas cejas
largas y espesas”… Es el superintendente de la Policía de Jerusalén
Michael Ohayon. Este es el planteamiento de El asesinato del
sábado por la mañana (Siruela, 1998), primera
novela de la serie del inteligente inspector, escrita por la autora
israelí Batya Gur (1947-2005) y que hoy protagoniza la entrega de Los detectives de nuestra vida.
Poco a poco vamos conociendo a
nuestro detective: de origen marroquí (llegó a Jerusalén con tres años),
de familia humilde, es un hombre culto, doctorado en Historia Medieval, cuya trayectoria
profesional en el mundo académico se vio truncada por un matrimonio
fallido y el nacimiento de su hijo Yuval; está dotado de una paciencia,
sensibilidad y poder de seducción ( “la niña de los ojos de todas las
mujeres del Control” ) que lo convierten en un hombre tremendamente
atractivo. Apreciado por sus compañeros Eli y Tzilla, Balilty, por su
jefe Shorer, con los que les une un profundo afecto… Y Jerusalén como
telón de fondo.
A través de las seis novelas de la serie –la
prematura muerte de su autora, doctora en Literatura Hebrea por la
Universidad de Jerusalén donde ejerció la docencia durante más de 20
años, nos privó de seguir disfrutando del detective y sus andanzas-
vamos descubriendo Jesusalén, las paradojas y los conflictos de la
sociedad israelí, las divisiones étnicas, sociales y religiosas, el racismo, las
crisis ideológicas, los campos de refugiados palestinos … todo ello
aderezado con grandes dosis de erudición, porque Batya Gur convierte a
Ohayon en una especie de alter ego y a través de él, de sus ojos y sus
oídos, y de su amplia cultura vamos descubriendo en cada caso el
funcionamiento de mundos cerrados, con sus
propias reglas, de sociedades aisladas, a veces inexpugnables.
Batya Gur, laica (como
Ohayon), fumadora empedernida (como Ohayon), fue una mujer progresista y
partidaria de la paz con los palestinos. En El asesinato del sábado
por la mañana uno de los implicados es Alí, un palestino que
vive en Dehaisha: “Ohayon se estremeció al pensar en las degradantes
condiciones de aquel campo de refugiados, que estaba solo a media hora
de Jerusalén”. Ohayon es un hombre moderno que no aspira a cambiar el
mundo que le rodea pero sí a que sea más igualitario, más justo, más
comprensible.
En su segunda novela, Un asesinato literario (Siruela, 1999), nuestro detective se sumerge en el mundo de las letras.
El escenario en este caso son los ambientes literarios de Jerusalén-
escenario que la autora conocía perfectamente. Hay quien dice incluso
que los lectores intentaban adivinar en qué personajes de la sociedad
israelí se inspiraba- donde el arte bien
justifica el crimen.
En Asesinato en el kibbutz (Siruela, 2000),
tercera de la serie, Ohayon nos introduce en un kibbutz, esa organización tan cerrada,
tan tupida. Lentamente vamos descubriendo sus secretos, las
contradicciones de su estilo de vida espartano y complejo, el modelo
asambleario en declive, las complicadas estructuras familiares.
Un asesinato musical (Siruela, 2001), nos lleva al mundo
de la música clásica donde la clave está en el descubrimiento de un antiguo
réquiem barroco. Asesinato en el corazón de Jerusalén (Siruela, 2003)
transcurre en un barrio de la ciudad, donde muere asesinado un
ciudadano yemení. El microcosmos que describe en ese barrio bien podría
condensar la realidad israelí.
Su última nóvela, Asesinato en directo (Siruela, 2007) tiene como escenario la
televisión estatal israelí, con sus tensiones políticas, la corrupción,
las divisiones étnicas, con un asesinato impune de prisioneros durante
la guerra del Yom Kipur como telón de fondo y la “omertá”, el pacto de
silencio que, protagonista en casi todos los casos, aquí es aún más
evidente: “-No sé si podré callármelo -dijo Michael finalmente-. No sé
cómo va a ser posible vivir con un secreto como éste. -¡Ya lo
creo que va a ser posible! -le dijo Shorer, ahora con pena-. ¡Y de qué
manera! No vas a decir una palabra -afirmó cada vez más apenado. Y tras
un breve silencio añadió-: ¿No ves que estamos evolucionando? Cada vez
somos capaces de callarnos más cosas.”
Mundos complejos,
mundos cerrados, lejos de los bajos fondos, generalmente respetables,
que se enfrentan al crimen, en muchos casos cometido por “uno de los
nuestros”, donde los recelos, las susceptibilidades, las suspicacias
llevan a los protagonistas a mirar a su alrededor en busca de un octavo
pasajero, de ese Alien que se ha introducido subrepticiamente para
desmoronarlo todo y echarlo a perder. (La metáfora no es mía, Batya Gur
nos la pone en bandeja en la primera novela de la serie cuando Ohayon y
su hijo van al cine a ver la película de Ridley Scott). Sin
embargo, el superintendente consigue romper esos pactos de silencio con
un profundo conocimiento del alma humana y su peculiar forma de saber
escuchar y observar al que tiene y lo que tiene enfrente.
La destreza literaria de Batya Gur y sus interesantes tramas trascienden más
allá del género y, de la mano de Ohayon, descubrimos un crisol de
culturas, lenguas y etnias y una sociedad en conflicto, profundamente
viva. Y sobre todo, y como una protagonista más, la maravillosa ciudad de Jerusalén.
Y, a medida que avanza,
vamos queriendo más al detective. Con Ohayon evolucionamos, con Ohayon
sufrimos, con Ohayon maduramos: sus crisis profesionales (sus dudas por
haber aceptado un trabajo tan sórdido en lugar de haberse trasladado a
Cambridge a continuar sus estudios históricos); su profunda relación con
su hijo Yuval, desde que es un adolescente y recrimina a su padre sus
constantes ausencias hasta que es un joven reservista del Ejército que
se enfrenta a terribles conflictos; sus amores; su deseo de paternidad
tardía… Y con Ohayon aprendemos (de literatura, de música, de arte, de
historia, de psiquiatría, de las diferencias, tantas y tan contenidas en
una sociedad como la israelí).