sábado, 10 de agosto de 2013

Minicuentos 67




Stefan Ambs

De la muerte  y  otras sangres  V 
                                                                                     

Uno
Gilberto J. Signoret

Uno tiene la mirada fija en los ojos del gato. Por eso no se da cuenta de lo que pasa a su derredor. No repara en las sombras que giran, ni en los pechos que se parten como tierra seca, ni en los íncubos y súcubos que se destripan unos a otros. Uno está abstraído, envuelto por el mirar del gato y no ve cómo se inclinan los árboles hacia el pantano, ni cómo se retira la Luna en rayos deformes y torcidos, ni cómo se hace la noche en torno suyo. Uno está tan dominado, que no nota que la piel empieza a caerse en jirones pesados, ni que el rostro se escurre con la lluvia como si fuera de barro, ni que el alma empieza a quedarse sola y desnuda.
Uno está tan aletargado, que no percibe el olor a podredumbre.
Uno esta tan lejos del mundo, que no siente el cuerpo deshacerse.
Uno está tan muerto, que no se da cuenta de que está siendo removido para que la tumba aloje a otro cadáver. Otro.

No molestar
José Barrales V.

Después de levantar varias grandes losas, había yo socavado el pavimento.
Ahora los instantes se alargaban y aquellas personas no se iban. Mi angustia era tan grande ya, que tenía clavadas las uñas en las palmas de las manos y sólo escuchaba palabras aisladas como “sicosis” y algo relativo a una camisa.
El murmullo se alejó con ellos y no perdí el tiempo. De un salto llegué a mi lecho de tierra, me acosté dentro de él y me cubrí con las losas.
Ya así, seguro del todo en mi refugio, nada me importa. Ojalá que no vuelvan y me dejen en paz.

Mi hermano
Julio E. Miranda

Mi hermano se ha tirado por el balcón. Mi hermano estaba loco. Mi hermano era un pájaro. Mi hermano era mi hermano.
Iba por un desierto cuando tropezó con mi padre. Mi padre le llamó cabrón. Mi padre le llamó imbécil. Mi hermano era el rey. Se paseaba por el desierto meditando en cómo ganar la batalla. Mi hermano recibió una bofetada de mi padre. El ejército se desbandó. El pueblo no supo qué hacer. Algunos se suicidaron. Mi hermano pudo calmarlos rápidamente… Mi hermano es el rey. Mi hermano es mi hermano.Fue entonces que se lanzó al abismo. Mi hermano cayó sobre un pie de mi padre. No pudo alcanzar al enemigo. Mi padre le llamó idiota. Mi padre le llamó estúpido. Mi padre le llamó hijode. Castigó a mi hermano en el sofá. Desde el palacio mi hermano escrutó la llanura. El enemigo realizaba un astuto movimiento. Mi hermano quiso levantarse. El rey sabía que era necesario. Mi hermano corrió. Mi padre se quitó el cinturón. Mi hermano iba a cortarle el paso al enemigo, abajo, en la llanura. Mi hermano era el rey y era un pájaro. Mi hermano se acaba de tirar por el balcón.

Herejía
Julio Etienne

¿Y si el obispo tuviera razón? No, lo único razonable es conservar la fe. “—Luchamos y morimos sin saber por qué”, me susurró un día en que nos encontramos uno junto al otro en el campo de batalla. Pero eso no fue más que el principio de su herejía, porque después empezó a hablar de cómo la arbitraria mano del destino decidía nuestra suerte y, lo que es peor, de que nuestros actos no son realmente nuestros y que no seríamos más que marionetas luchando en una guerra inútil. Claro que todo eso me lo confesó en secreto, pues él era, consciente de sus deberes y los cumplió hasta el último momento. Murió valerosamente aquella misma tarde. Yo rogué por él: “Dios mío, acoge su alma y dale la paz eterna; fue la locura de la guerra la que lo hizo dudar, pero ya no sabía lo que decía”. Porque sin fe no somos nada. ¿Cómo podía haberse equivocado a tal grado? Dios existe y es tan misericordioso que lo perdonará, porque en él no había maldad sino sólo duda y la duda no es maldad, es simplemente un error. Pero me parece que hemos capturado al rey enemigo, ¡hemos vencido! Nuestra lucha no ha sido en vano, como él afirmaba. Sin embargo, ¿qué ocurre? ¡No puede ser! ¡No es justo! ¿El obispo tendría razón? La gigantesca mano del destino de que hablaba había surcado el cielo y una voz tronante dictaminó desde allá arriba: ¡Jaque Mate!

El traje
Luis Britto García

Rápida fue la preparación del traje flotante impermeable isotérmico impenetrable acolchado elástico autorreproductivo que podía sustituir a los demás trajes y si uno lo piensa bien, asimismo a las casitas apartamentos palacios o chalets que tan prolíficos son en documentos de propiedad, cuotas, derechos de frente y etcétera etcétera. En las microfisuras de este traje que cambia constantemente de colores y de formas, puede desarrollarse y de hecho se desarrolla inevitablemente un pulular de algas microscópicas que es lo que permite aprovechar la luz del sol y el calor del cuerpo para el equilibrio térmico la limpieza de desechos la nocturna luminosidad regulable y además produce buenos bocados de proteína carbohidratos sales minerales vinosos licores compuestos químicos todo según el temperamento y el capricho del poseedor.
Por lo tanto, bandas de adolescentes que flotan a la deriva en espumosos mares y no regresan cuando los llaman papá y mamá, cuando los llama nadie, porque papá o mamá o nadie también para ir en su persecución pueden ponerse el traje y caminar satisfechos e indemnes por vidrieras polares o ardientes desiertos o lamentables bosques de olivares o cristalinos rápidos o crujientes selvas y olvidarse de regresar a casita a casita al trabajo a la cárcel a palacio a tantos sitios que tan buenos son pero a y los trajes triunfantes los besos rápidos y el anudar y desanudar errantes vidas en esta ahora tachonada de adioses intemperie.