Stefan Ambs |
De la muerte y otras sangres V
Uno
Gilberto J. Signoret
Uno tiene la mirada fija en los ojos del gato. Por eso no
se da cuenta de lo que pasa a su derredor. No repara en las sombras que giran,
ni en los pechos que se parten como tierra seca, ni en los íncubos y súcubos
que se destripan unos a otros. Uno está abstraído, envuelto por el mirar del
gato y no ve cómo se inclinan los árboles hacia el pantano, ni cómo se retira
la Luna en rayos deformes y torcidos, ni cómo se hace la noche en torno suyo.
Uno está tan dominado, que no nota que la piel empieza a caerse en jirones
pesados, ni que el rostro se escurre con la lluvia como si fuera de barro, ni
que el alma empieza a quedarse sola y desnuda.
Uno está tan aletargado, que no percibe el olor a
podredumbre.
Uno esta tan lejos del mundo, que no siente el cuerpo
deshacerse.
Uno está tan muerto, que no se da cuenta de que está
siendo removido para que la tumba aloje a otro cadáver. Otro.
No molestar
José Barrales V.
Después de levantar varias grandes losas, había yo socavado el pavimento.
Ahora los instantes se alargaban y aquellas personas no se iban. Mi
angustia era tan grande ya, que tenía clavadas las uñas en las palmas de las
manos y sólo escuchaba palabras aisladas como “sicosis” y algo relativo a una
camisa.
El murmullo se alejó con ellos y no perdí el tiempo. De un salto llegué a
mi lecho de tierra, me acosté dentro de él y me cubrí con las losas.
Ya así, seguro del todo en mi refugio, nada me importa. Ojalá que no
vuelvan y me dejen en paz.
Mi
hermano
Julio E. Miranda
Mi hermano se ha tirado por el balcón. Mi hermano estaba loco. Mi hermano
era un pájaro. Mi hermano era mi hermano.
Iba por un desierto cuando tropezó con mi padre. Mi padre le llamó cabrón.
Mi padre le llamó imbécil. Mi hermano era el rey. Se paseaba por el desierto
meditando en cómo ganar la batalla. Mi hermano recibió una bofetada de mi
padre. El ejército se desbandó. El pueblo no supo qué hacer. Algunos se
suicidaron. Mi hermano pudo calmarlos rápidamente… Mi hermano es el rey. Mi
hermano es mi hermano.Fue entonces que se lanzó al abismo. Mi hermano cayó
sobre un pie de mi padre. No pudo alcanzar al enemigo. Mi padre le llamó idiota.
Mi padre le llamó estúpido. Mi padre le llamó hijode. Castigó a mi hermano en
el sofá. Desde el palacio mi hermano escrutó la llanura. El enemigo realizaba
un astuto movimiento. Mi hermano quiso levantarse. El rey sabía que era
necesario. Mi hermano corrió. Mi padre se quitó el cinturón. Mi hermano iba a
cortarle el paso al enemigo, abajo, en la llanura. Mi hermano era el rey y era
un pájaro. Mi hermano se acaba de tirar por el balcón.
Herejía
Julio Etienne
¿Y si el obispo tuviera razón? No, lo único razonable es
conservar la fe. “—Luchamos y morimos sin saber por qué”, me susurró un día en
que nos encontramos uno junto al otro en el campo de batalla. Pero eso no fue
más que el principio de su herejía, porque después empezó a hablar de cómo la
arbitraria mano del destino decidía nuestra suerte y, lo que es peor, de que
nuestros actos no son realmente nuestros y que no seríamos más que marionetas
luchando en una guerra inútil. Claro que todo eso me lo confesó en secreto,
pues él era, consciente de sus deberes y los cumplió hasta el último momento.
Murió valerosamente aquella misma tarde. Yo rogué por él: “Dios mío, acoge su
alma y dale la paz eterna; fue la locura de la guerra la que lo hizo dudar,
pero ya no sabía lo que decía”. Porque sin fe no somos nada. ¿Cómo podía
haberse equivocado a tal grado? Dios existe y es tan misericordioso que lo
perdonará, porque en él no había maldad sino sólo duda y la duda no es maldad,
es simplemente un error. Pero me parece que hemos capturado al rey enemigo,
¡hemos vencido! Nuestra lucha no ha sido en vano, como él afirmaba. Sin
embargo, ¿qué ocurre? ¡No puede ser! ¡No es justo! ¿El obispo tendría razón? La
gigantesca mano del destino de que hablaba había surcado el cielo y una voz
tronante dictaminó desde allá arriba: ¡Jaque Mate!
El traje
Luis Britto García
Rápida fue la preparación del traje flotante impermeable isotérmico
impenetrable acolchado elástico autorreproductivo que podía sustituir a los
demás trajes y si uno lo piensa bien, asimismo a las casitas apartamentos
palacios o chalets que tan prolíficos son en documentos de propiedad, cuotas,
derechos de frente y etcétera etcétera. En las microfisuras de este traje que
cambia constantemente de colores y de formas, puede desarrollarse y de hecho se
desarrolla inevitablemente un pulular de algas microscópicas que es lo que
permite aprovechar la luz del sol y el calor del cuerpo para el equilibrio
térmico la limpieza de desechos la nocturna luminosidad regulable y además
produce buenos bocados de proteína carbohidratos sales minerales vinosos
licores compuestos químicos todo según el temperamento y el capricho del
poseedor.
Por lo tanto, bandas de adolescentes que flotan a la deriva en espumosos
mares y no regresan cuando los llaman papá y mamá, cuando los llama nadie,
porque papá o mamá o nadie también para ir en su persecución pueden ponerse el
traje y caminar satisfechos e indemnes por vidrieras polares o ardientes
desiertos o lamentables bosques de olivares o cristalinos rápidos o crujientes selvas
y olvidarse de regresar a casita a casita al trabajo a la cárcel a palacio a
tantos sitios que tan buenos son pero a y los trajes triunfantes los besos
rápidos y el anudar y desanudar errantes vidas en esta ahora tachonada de
adioses intemperie.