Los libros no se hacen como los niños sino como las pirámides, con un diseño premeditado, y añadiendo grandes bloques, uno sobre otro, a fuerza de riñones, tiempo y sudor. Gustave Flaubert
Escribir no es más que contar palabras con arte/isabelcanelles.es |
2.
¿Se puede seguir sin problemas una historia superficial, concreta, y
otra profunda? ¿Marchan las dos al mismo ritmo? ¿No se pierde nunca el
hilo de la acción ni el de la trama?
3.
¿Están colocados los hechos de la mejor forma posible? ¿Y graduada su
importancia? ¿Hay tensión narrativa? ¿Apetece seguir leyendo la novela
en cada momento?
4. ¿Aparece
el personaje en los primeros párrafos? ¿Entran ganas de saber más cosas
de él desde un primer momento? ¿Invita al lector a que se implique en
la historia? ¿Nos guían los personajes principales a lo largo de toda la
novela? ¿No huyen en ningún momento, dejando desamparado al lector?
5.
¿Acabamos empatizando con el protagonista, con todos sus defectos y
debilidades? ¿Hay una aproximación afectiva del lector hacia la
historia?
6. ¿Se exponen otras visiones del mundo que la del autor? ¿Se han explorado a fondo?
7.
¿Se juega limpio con los personajes principales, o se les fuerza a
hacer trampas? ¿Está bien complementado el carácter de los personajes
secundarios con sus respectivas funciones? ¿Hablan los personajes? ¿Se
utiliza lo bastante el diálogo, o se elude en algún momento?
8.
¿Cómo está modulada la voz del narrador? ¿No se señala a sí misma? ¿Se
ha elegido el mejor punto de vista posible para que los hechos resulten
verosímiles?
9.
¿Están todos los elementos de la obra conectados? ¿Da ésta la impresión
de totalidad? ¿Hay un avance continuo en la configuración de los
personajes a la vez que permanece en ellos una esencia inalterable en
cada momento?
10. Tras
cerrar el libro, ¿guardamos la sensación de haber convivido junto a
unos personajes coherentes, humanos, imprevisibles, tan mortales como
nosotros, y de los que se puede sacar lección universal?