Escritor y personaje de la literatura latinoamericana, Efraim Medina Reyes viene construyendo una obra original, que se suele caracterizar por apelaciones tremebundas al mundo de la televisión y el pop, generalmente al margen de la alta literatura. Hace rato que no publicaba. En esta entrevista habla de sus tiempos y motivos para escribir y de Lo que todavía no sabes del pez hielo, su último libro, donde regresa al territorio de la imaginaria Ciudad Inmóvil
Efraim Medina Reyes, escritor colombiano que no pierde oportunidad para la irreverencia./pagina12.com.ar |
Escribir
sólo cuando verdaderamente se tiene algo que decir. Bien podría ser ésta
una de las convicciones, acaso la regla de oro que defina al escritor
colombiano Efraim Medina Reyes. Ajeno a todo tipo de modas y mundillos
literarios, más allá de ser dueño de una prosa tan descarnada como
avasallante, si algo lo ha ubicado entre los autores más originales de
la actual narrativa latinoamericana a partir de la publicación de Erase
una vez el amor pero tuve que matarlo es su manera particular de ver el
mundo. El estilo no es otra cosa que una consecuencia de ello. El autor
de Sexualidad de la Pantera Rosa pertenece a esa raza de escritores que
parecen mirarte a los ojos mientras escriben. “No tengo y nunca tuve una
relación profesional con el hecho de escribir, con nada, en realidad.
Por eso dejé la medicina, si de ti depende una vida tienes que ser lo
más profesional posible, pero escribir es algo íntimo y nadie va morir
porque escribas o dejes de hacerlo. Los escritores suelen ser muy
patéticos cuando hablan de su oficio. Imagino que hacer algo cuya
condición esencial es no tener ninguna importancia les crea una
apremiante necesidad de dársela. A Messi, por ejemplo, le basta con
hacer lo que hace. No tiene que añadir un adjetivo, sus jugadas y goles
son una ciencia exacta. El escritor, en cambio, debe arrastrarse por ahí
intentando convencer a todos de que su libro vale la pena, que no ha
sido fácil escribirlo, que todos deberían leerlo y agradecer que lo haya
escrito. A mí el hecho de que escribir signifique en términos objetivos
tan poco me produce una refrescante sensación de libertad y no voy a
cometer la estupidez de adoptar una actitud profesional”, dice quien al
momento de la entrevista, a propósito de la publicación de su reciente
novela, Lo que todavía no sabes del pez hielo, se encontraba en un
festival de música y literatura en Cerdeña. Y eso es lo que nos ocupa
ahora. Porque luego de algunos años de silencio, Efraim Medina Reyes
retoma su ya mítica Ciudad Inmóvil para contar una maravillosa historia
que linda sin límites precisos con lo trágico y lo absurdo, a partir de
la sonrisa lastimosa que surge de la comicidad encarnada en un joven de
veintisiete años llamado Teo, que quiere ser un artista de la talla de
Lenny Bruce. Centrada en una familia de clase media con un padre
abandónico y una abnegada madre que ignora gran parte de la vida privada
de sus otros hijos, la novela transcurre entre la realidad y el mundo
existencial del joven Teo, quien por sufrir de lupus pasa la mayor parte
de su tiempo encerrado en su cuarto, imaginando historias como un modo
de instalar su lugar en la utopía y así liberar sus miedos y obsesiones.
Sólo que un día conocerá a una enigmática mujer llamada Lena, que a su
vez le hará conocer lo que alguna vez dijera Wilde sobre aquello de que
las personas lo perdonan todo menos el talento.
“En la novela –dice el escritor– quería expresar lo incómodo e
inapropiado que me siento en cualquier circunstancia, la dificultad que
me produce seguir esa mecánica pantomima que los otros llaman diálogo o
relaciones humanas, también el aislamiento voluntario que he padecido en
diversos períodos de mi vida y lo complejo y raro que me resulta hasta
hoy tener sentimientos y ser parte de una familia. Me pareció justo
crear una historia para reflexionar sobre estas cuestiones y otras que
me obsesionan y sentí que un chico enfermo de lupus, en el centro de una
normalísima familia disfuncional, que sueña con ser comediante, podía
representarme bien.”
Si un escritor publica demasiado, suele recaer sobre él una
sombra de sospecha, pero también si publica muy de tanto en tanto. ¿Cómo
funcionan en tu caso los tiempos de escritura y publicación?
–No existe una relación directa entre escribir, publicar y vender
libros, y cuando digo publicar me refiero estrictamente al mercado
editorial y al nada subjetivo hecho de que un editor X compre aquello
que has escrito, lo edite, publique, distribuya y venda al menos diez
mil copias de dicho producto. Si no es así más te valdría dedicarte al
tráfico de cocaína y dejar de hacer el pendejo creyéndote escritor. Los
escritores que tienen la fortuna de vender millares de copias y lograr
eso que llamamos “éxito” finalmente pueden dejar de escribir y dedicarse
con todas sus fuerzas a publicar libro tras libro para cumplir, llenos
de dicha, las exigencias del mercado. Quien publica un libro cada seis o
doce meses recurre a una técnica genial e infalible que consiste en
saltar esa aburrida fase del negocio editorial que es escribir el libro y
dedicarse velozmente a llenar páginas y mandarlas a su agente. No hay
nada de sospechoso en esto, es absolutamente legal. Lo que me parece una
idiotez en que alguien empiece a escribir teniendo como objetivo fama y
celebridad. Escribir es un oficio marginal, un refugio de perdedores
con ínfulas de grandeza, de ceros a la izquierda con sobreproducción de
granos en la cara y adjetivos que los justifiquen. En mi caso no hay
caso, estudié medicina y mis sueños fueron ser campeón mundial de boxeo o
decadente estrella de rock. El resultado son 14 combates con igual
número de derrotas (mi único record perfecto) y todavía estoy
aprendiendo a tocar el bajo. Para escribir sigo mi propio ritmo.
Lo que todavía no sabes del pez hielo. Efraim Medina Reyes 486 páginas Seix Barral
La novela transita en una zona interesante entre lo que es
público y lo que debiera quedar en lo privado. En Ciudad Inmóvil, este
lugar que elegís para liberar a tus personajes, pareciera que debieran
juzgarse los hechos por sus intenciones y no por sus consecuencias.
–Hay una frase en la novela: “No es la distancia sino la proximidad
lo que nos hace invisibles”. Cartagena de Indias, la ciudad donde nací,
es una bella postal caribeña y al mismo tiempo un pequeño laboratorio
del infierno. Para empezar, el ochenta por ciento del turismo que llega a
la ciudad viene exclusivamente por drogas y sexo con menores (la
mayoría de estos turistas son españoles e italianos de mediana y
avanzada edad). Supongo que todas las ciudades en el mundo son más o
menos así, pero es la belleza arquitectónica y los increíbles paisajes
marinos de Cartagena lo que hace todo más melodramático. Sucede igual
cuando el encanto de una mujer nos anestesia, haciéndonos olvidar por un
tiempo que también el amor es un lujo y lo pagas porque lo pagas. Teo,
el protagonista de mi novela, vive en una especie de burbuja hasta que
descubre que ni el golf es un deporte ni amar a la madre es algo
natural.