martes, 13 de agosto de 2013

Cinco razones para leer "Después del terromoto" de Murakami

Después del terremoto quedan solo escombros, se destruyen las pruebas de que algo existió, tal vez un amor, un delito, una infancia austera. Y, sin embargo, el mundo sigue su ritmo 

Todas las obras de Haruki Murakami, en inglés./elespectador.com
Los hombres solitarios siguen haciendo fogatas al lado del mar, los congresos sobre la tiroides siguen programándose, la gente se sigue muriendo. En ese mundo que queda, que ya no será el mismo, se concentró Haruki Murakami para escribir un libro de cuentos llamado Después del terremoto
Estas son cinco razones para leerlo:
1. No se trata de una obra recién escrita. Este libro se publicó originalmente en el año 2000, pero solo hasta hace un par de meses llegó a Colombia con la Editorial Tusquets. Es cuando un escritor logra conquistar a un país con sus obras más famosas que tenemos el placer de conocer sus relatos más sencillos, los feos de la familia si se quiere. Eso me gusta, pues conocemos otras facetas de Murakami: tal vez más fantasiosas, sin adornos, directas, de finales en punta, de personajes bien construidos en unas pocas páginas. También hay un poco del erotismo sutil de Tokio Blues, pero aún más tímido.
2. Escribir seis historias cruzadas por el mismo tema (el terremoto que en 1995 azotó a la ciudad japonesa de Kobe) podría caer en lo predecible o repetitivo. La buena noticia es que a este libro no le suceden esos males. El terremoto se asoma de manera oportuna en cada relato y se va a tiempo, mantiene su discreción, no se roba el protagonismo. Es muy cierto lo que dijo Murakami en una entrevista con El País: "Mis libros triunfan en el caos".
3. En medio de la sencillez del lenguaje, hay eventos o frases que tienen la capacidad para dejarlo a uno noqueado. Se me ocurre, por ejemplo, estos apartes de la primera historia sobre un comerciante es abandonado por su esposa abruptamente después del sismo. Las aparentes razones quedan en un pedazo de papel: "Dentro de ti no hay nada que pueda llenarme. Vivir contigo es como vivir con una masa de aire". Más adelante alguien le dirá: ¿Qué diablos es el contenido? Mi madre decía que ojalá los salmones tuvieran solo piel. ¿No pasaría a ser la piel, en sí misma, el contenido?".
4. La aparición de varias excentricidades que matizan la solemnidad de los hechos: una rana gigante que habla, un oso que hace tortas de miel… En ciertos momentos recuerda al director de cine japonés Hayao Miyazaki (Los Viajes de Chihiro).
5. Por el mismo Murakami, por supuesto. Un maestro en aproximarnos sus personajes, en crear un fino hilo para conectarse con lo que nos preocupa, en retratar la soledad, el deseo y el amor. El escritor Jesús Ruiz Mantilla dijo que Murakami nos deja “la sensación sistemática de pérdida, de no encontrar nuestro sitio en el mundo, la atracción y el miedo hacia la muerte...”. Murakami también sabe plasmar sus otras pasiones en sus escritos: de repente nos encontramos en ellos una canción de jazz o con un pasaje de Nietzsche (en Después del terremoto aparece: “El grado más alto de conocimiento se alcanza con la superación del miedo”).