Alexis de Greiff dice que su desafío como director de la BLAA es mantener la institución como referente cultural latinoamericano mientras la transforma en función de las nuevas tecnologías
Álexis de Greiff confiesa que el lugar más extraño donde encontró un libro fue una vieja finca, era El retrato de Dorian Gray. / Andrés Torres./elespectador.com |
¿Cuáles son sus desafíos en la dirección?
Transformar
la biblioteca en un momento en que los recursos digitales les dan a los
usuarios una cantidad de información a la que anteriormente solo podían
acceder si iban a una biblioteca. Vamos a reinventar el tipo de
servicios, la manera como está organizada y concebida.
¿Que las consultas se puedan hacer de manera virtual ha disminuido la asistencia del público a la biblioteca?
Si
se cruzan las visitas virtuales y las presenciales, las primeras están
ascendiendo y las otras descendiendo. El crecimiento es muy grande, lo
que no significa que la biblioteca vaya a desaparecer y a convertirse en
un repositorio digital.
Los
niños que nacieron cuando ya existía internet tienen otros hábitos de
consulta, ¿qué se está haciendo para adaptarse a esos comportamientos?
Estamos
justamente en esa tarea. Queremos promover los procesos de
autoformación y que la biblioteca no sea únicamente un repositorio de
información, sino un lugar donde la gente se puede formar de manera
autónoma y al mismo tiempo que sea un lugar de creación, de conocimiento
colaborativo.
¿Cómo incluye la biblioteca a las minorías?
Además
de tener novelas en idiomas de minorías étnicas, estamos trabajando con
los sordos, mudos y las personas invidentes. Se han creado espacios
para que intercambien no solo ideas, sino recursos con los que estamos
empezando, como las impresoras braille, las personas traen el papel y
nosotros les imprimimos.
¿La biblioteca debe ser un lugar aburrido y silencioso?
Ahora
hay más usuarios en las zonas comunes que en las salas, eso nos está
diciendo algo, la gente viene a la biblioteca y trabaja en grupo, se
está transformando en un espacio lúdico para muchos públicos. Nosotros
queremos que la biblioteca sea un lugar lúdico en sentido serio, es
decir, un lugar de juego serio.
Usted ha tenido cargos académicos, ¿este le resulta diferente?
Esta
experiencia es nueva, porque no he dirigido una biblioteca, pero en los
cargos académicos y administrativos por los que he pasado siempre el
común denominador ha sido la cultura y promover el conocimiento como una
forma para aprender a vivir mejor.
¿Es de los nostálgicos por el papel?
Hay
dos espejismos: pensar que lo digital va a acabar con los libros y lo
otro pensar que esto es una moda o, como dice Vargas Llosa, “es parte de
la trivialización de la cultura”. No soy un nostálgico del papel, leo
mucho en Kindle, pero no soy un fanático que piensa que la tecnología
nos va a solucionar todo, ni tampoco que sea una maldición que va a
acabar con el espíritu humano.
¿Qué libro está leyendo actualmente y en qué plataforma?
Los
bárbaros, de Alessandro Baricco, una compilación de artículos sobre la
arquitectura de las bibliotecas, y uno de la historia de la tecnología
en el siglo XIX. Prefiero leer literatura en papel y lo técnico en ipad.
El lugar más recóndito donde encontró un buen libro.
En una vieja finca de mis abuelos maternos encontré El retrato de Dorian Gray.
¿Qué libro no hubiera querido dejar de leer?
Me
marcó mucho El lobo estepario, de Hermann Karl Hesse. Recuerdo haberlo
leído cuando era adolescente y decir: “finalmente alguien entendió este
sufrimiento”.
¿Cómo espera dejar la biblioteca al finalizar su gestión?
Quiero
que la biblioteca siga siendo un referente cultural en Latinoamérica,
habiéndose transformado frente al desafío que implica la era digital.