lunes, 15 de julio de 2013

Bolaño, que estás en los cielos...

Roberto Bolaño: Diez años de ausencia presente

Como en el inicio de un memorable cuento de Borges, debo a la conjunción de un viaje, y el hallazgo , en una desaparecida y olvidada revista, de Roberto Bolaño. El artículo reseñaba la muerte temprana de Bolaño, el pasado 15 de julio de 2003. "Qué escritor es este que yo no lo conocía" pensaba mientras iba avanzando en el relato de la reseña de un libro que se trataba de Amberes. El libro ya estaba allí en la librería del aeropuerto, donde yo me enteraba de la existencia de este escritor chileno, recientemente fallecido y entonces desconocido para mi. Leí la contraportada y el precio, sobretodo el precio. Y lo dejé en su puesto de novedades. Salí directamente a la biblioteca Luis Ángel Arango, la madre de las bibliotecas colombianas. Y sí el libro de la reseña no estaba, pero si estaba TODA su obra hasta  ese momento publicada. Y pedí en préstamo Los detectives salvajes. Y me adentré en esa selva de palabras, giros , cambios de puntos de vista, y empezaba a envidiarlo por la supuesta facilidad de contar, de fabular la vida y las historias de las vidas de un grupo rebelde  de poetas que como se debe son iconoclastas, y buscan  a una  poeta legendaria, Césarea Tinajero y con su manifiesto de por medio:los vicerrealistas, o infrarrealistas, donde le daban palo a todos los poetas. Todos contra todos. Pero el hallazgo mayor para mi, fue la forma que abordaba el asunto de las instancias literarias; es decir, quién cuenta y cómo lo cuenta. Además, admiraba que el relato novelesco jamás decae ni se repite; y por supuesto se toma todas las licencias poéticas para contar. Me gustó. Y empecé a seguirlo en la totalidad de toda su obra, pues tengo la virtud, o el defecto que si un escritor me gusta, lo agoto en su obra. Desde entonces me he convertido en un bolañista consumido y consumado.
Y lo seguí desde sus primeros trabajos que escribió a cuatro manos en el relato Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce seguido de Diario de bar. Y continué en la lectura de su obra. Para no extenderme con mi amable lector ni atosigarlo con mi agotamiento de la obra de Bolaño, señalo las novelas que me han impactado por la construcción y estructura del relato: Amuleto, donde desde el enclaustramiento de una uruguaya en un baño de una facultad en la UNAM, de México cuenta la matanza de Tlatelolco.
 Monsier Pain, donde trasmuta, creo, su propia vida de penuria, y se la traslada a un poeta, que puede ser el gran César Vallejo en sus últimos años en París, lo cual me hace decir lo ingrata que es la humanidad con los poetas que literalmente se mueren de hambre, en vida. Esta novela, que es breve, me gusta porque adquiere el ritmo lento, con frases largas, donde se vislumbra al escritor que sabe hallar los tonos precisos de su obras, que es la gran sabiduria de todo escritor de raza. Además, unido a la época que está pasando el personaje. 
Nocturno de Chile que hace el ajuste de cuentas con la sangrienta dictadura pinochetista  y los desaparecidos. 
Y por supuesto, el portento monumental de 2666, donde quiere responderle a otro portento literario monumental y lo parodia, Cien años de soledad. Es decir, construye la novela total, legado de los padres del boom. Tuve el encuentro feliz de un profesor colombiano que vivió en Barcelona, mientras Bolaño trabajaba el texto, y como lo construyó con la enorme ayuda del ciberespacio y los correos  que iban y venían con el periodista Sergio González que lo convierte en personaje en la Parte de los crímenes. Dos veces he leído esta magnífica obra donde Bolaño deja su testamento literario.
De sus cuentos me gustan Detectives, donde la voz de dos detectives de la represión de la dictadura chilena reflexionan sobre lo divino y humano y sobre todo la muerte. Este cuento tiene un halo autobiográfico poderoso. Sensini, cuento autobiográfico donde hace homenaje a la propia literatura y los concursos que atraviesa un notable escritor.
Los libros póstumos, que han salido, se nota el crecer de tono y de ritmos y de cambios que fraguó desde su cocina literaria, caso, Los sinsabores de un policía.
Agradezco a esa conjunción de factores cósmicos, si se quiere, porque si no acudo esa vez a acompañar a una hermana que se iba de viaje, que posee la trashumancia de Bolaño, creo que me habría tardado en reconocer y leer la obra de este escritor que me digo, y repito Roberto Bolaño, que estás en los cielos...