Roberto Bolaño: Diez años de ausencia presente
La novela que catapultó a la fama a Roberto Bolaño./elpais.com |
En Blanes, no se sabe qué día y qué mes de 2002, Roberto Bolaño termina de escribir el prólogo a una novelita que se titula Amberes
y que había escrito unos años antes, cuando vivía en Barcelona,
urdiendo, entre otros menesteres, un plan delictivo con un argentino y
estando convencido de que no pasaría de los treinta y cinco años de
vida. El asunto policial quedó rápidamente descartado pero no esa
curiosa sensación de inmediata finitud.
Vuelvo a leer Amberes y pienso que hay entre sus páginas
mucho de la vida precaria del Bolaño de entonces y, sobre todo, mucho de
las líneas maestras de toda su literatura. Invito a lector a volver
sobre estas páginas. De la misma manera que hay que regresar siempre a
sus dos grandes novelas “chilenas”: Estrella distante y Nocturno de Chile. Releo capítulos de su novela póstuma, 2666 y no puedo dejar de conectarla con el prólogo de Amberes.
Nos dice ahí, el escritor chileno: “El desprecio que sentía por la así
llamada literatura oficial era enorme, aunque sólo un poco más grande
que el que sentía por la literatura marginal. Pero creía en la
literatura”. Estas palabras dan indicios concluyentes sobre uno de los
grandes misterios que envuelven su narrativa. ¿Por qué después de leer a
Bolaño, uno siempre tiene la sensación de haber leído a un gran clásico
contemporáneo? Una literatura voraz, tentacular, terriblemente de
nuestro presente y majestuosamente de siempre. ¿Desde dónde escribe el
autor de Los detectives salvajes?
Su observatorio hay que buscarlo en ese espacio que se extiende entre
la literatura oficial y la marginal. El lugar inclasificable. El
territorio de la pura euforia de narrar e inventar y de la absoluta
conciencia de ser contemporáneo del horror y de esa hilarante parodia de
existencia en la que estamos instalados.