Diez años después de su muerte, Celia Cruz sigue grabada en el imaginario latinoamericano
Celia Cruz, mito de la Habana exiliada a Estados Unidos que ganó cinco Grammys y firmó más de 800 canciones/elpais.com/youtube.con |
“Existen tres tipos de personas: aquellas que se preocupan hasta la
muerte, las que trabajan hasta morir y las que se aburren hasta la
muerte”. No obstante, Winston Churchill, el mentor de la célebre frase,
nunca conoció a Celia Cruz,
quien le hubiera demostrado que es posible disfrutar de la vida hasta
el acabose. Además, en ese hipotético limbo de los encuentros nunca
consumados, La Guarachera de Cuba seguramente le habría
demostrado que ella también ostenta una expresión tan universal como la
del estadista británico, aunque literalmente más dulce: “¡Azúcar!”. Hoy,
a una década de su fallecimiento,
aún se añora infinitamente a la cantante habanera, lo que es una
sensación angustiosa, pues su legado no hubiera sido el heraldo del que
goza actualmente la música popular ya no sólo del Caribe, sino de la
América entera, sin esa personalidad tan propia del tempero tropical:
avasallante, impetuosa, cándida, dramática y seductora. Un huracán
devastador de corazones insulares, los mismos que luego de experimentar
su vendaval sonoro descubrieron la alegría.
A pesar de la dicha que irradiaba, Celia Cruz era una superviviente,
pues anteriormente tuvo una cita con una de las formas más agónicas de
morir: el destierro. Como si se tratara de una paradoja del destino, el
15 de julio de 1960 la artista, cuya pasión por la música fue más
poderosa que la decisión de su padre de que fuera maestra de escuela,
salió de Cuba junto a La Sonora Matancera, la orquesta que la disparó
hacia la popularidad, con destino a México, sin imaginarse que no
regresaría nunca más a su terruño, ni para actuar ni mucho menos para
enterrar a sus padres. Y es que meses antes, Fidel Castro puso en marcha
la Revolución cubana,
de la que la cantante fue adversaria hasta el fin de sus días. Lo más
cerca que pudo volver a estar de su gente fue en la base naval de la
bahía de Guantánamo, en 1990, donde al bajar del avión se arrodilló,
besó tres veces el suelo, se acercó al alambrado que divide a la
instalación del resto de la isla, cogió un puñado de tierra, la metió en
una pequeña bolsa, y, a manera de último deseo, pidió que lo vertieran
en su ataúd.
Así que la máxima embajadora musical de la mayor de las Antillas, quien vivió básicamente en el oscurantismo cultural de su país, en el que se aceptó recién en los ochenta su condición de exiliada, pudo escucharse nuevamente en las radios cubanas el año pasado, cuando el gobierno de Raúl Castro levantó el veto que pesaba sobre ella, al igual que en otros 49 exponentes. Durante todos esos años, sus compatriotas nunca se enteraron de sus cientos de giras alrededor del mundo, de que fue la primera hispana y negra en presentarse en el Carnegie Hall, de su intervención en Los Reyes del Mambo y otras tantas películas, de sus cinco Grammy, y del Récord Guiness que estableció en 1987 en el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, al convocar 250.000 personas, en el mayor concierto en una plaza abierta que se haya dado en la historia. O de sus colaboraciones con artistas que, pese a pertenecer a manifestaciones sonoras tan distintas, como Ricky Martin o Los Fabulosos Cadillacs, no podían disimular su admiración hacia su trayectoria.
Aunque es llamada La reina de la salsa, esta diosa del
ritmo, nada más comparable en el mundo de la música con Ella Fitzgerald y
Billy Holliday, por su registro vocal y su facilidad para adaptarse a
otros estilos, no es propiamente hija del género. Sin embargo, su
escuela bolerística y guarachera encontró refugio en la cadencia parida
entre Nueva York, Puerto Rico y Venezuela en la década del setenta,
luego de que Larry Harlow la invitara en 1973 a cantar en un tema
compuesto exclusivamente para ella, Gracia divina, incluido en la primera ópera salsera: Hommy, adaptación caribeña del sensacional Tommy,
con la que The Who ingresó en el cénit del rock. Desde entonces, la
esposa y compañera eterna del cubano Pedro Knight, al que conoció
mientras éste era trompetistas de La Sonora Matancera, en 1950, en un
ensayo en Radio Progreso, formó parte del colectivo Fania All Stars, con
el que no sólo viajó a África, para presentarse en la previa de la
pelea de Muhammad Ali y George Foreman en Zaire, sino para colorear todo
un caleidoscopio experimental.
Un año antes de morir, a los 77, en su casa en Nueva Jersey, debido a
un tumor cerebral, Úrsula Celia de la Caridad Alfonso grabó La negra tiene tumbao,
el último disco de estudio de una trayectoria compuesta por más de 70
producciones y 800 canciones. Un carrera que comenzó en 1950, cuando
Celia registró las canciones el Cao Cao Maní Picado y Mata Siguaraya
para un prehistórico 78 rpm. Si bien existió un proyecto en 2005 para
llevar su vida al cine, en el que Whoppi Golberg la encarnaría, éste no
prosperó. Y es que es un tamaño problemón volcar en la pantalla grande
una existencia más espectacular que lo que Hollywood podría manufacturar
con todos sus millones y fantasías. Antes de despedirse de este mundo,
secundada por su paisano y colega Compay Segundo días después, la reina
de la rumba contaba en una entrevista que pocas veces se encontraba
fuera de su casa, y cuando lo hacía era por trabajo. Lo que sí no estaba
era para discotecas, porque allí es donde la gente se mata. Así es,
Señor Churchill, en el Caribe la gente también encuentra la muerte
bailando…
Diez sones con mucho ¡Azúcar!
- Yerbero moderno (junto a La Sonora Matancera). Incluido en el disco Canta Celia Cruz (1956).
- Burundanga (junto a La Sonora Matancera). Incluido en el disco Canta Celia Cruz (1956).
- Ritmo, tambó y flores (junto a La Sonora Matancera). Incluido en el disco Mi diario musical (1959).
- Quimbo Quimbumbia (junto a Tito Puente). Incluido en el disco Quimbo Quimbumbia (1969).
- Gracia Divina (junto a Orquesta Harlow). Incluido en el disco Hommy : A Latin Opera (1972).
- Quimbara (junto a Johnny Pacheco). Incluido en el disco Celia & Johnny (1974).
- Bemba colorá (junto a Fania All Stars) Incluido en el disco Live At Yankee Stadium (Vol. 2) (1975).
- Usted abusó (junto a Willie Colón). Incluido en el disco Sólo ellos pudieron hacer este álbum (1977).
- A papá (junto a Willie Colón). Incluido en el disco Sólo ellos pudieron hacer este álbum (1977).
- Nadie se salva de la rumba (junto a Ray Barreto y Adalberto Álvarez). Incluido en el disco Tremendo trío (1983).
- Que le den candela. Incluido en el disco Irrepetible (1994).
- La vida es un carnaval. Incluido en el disco Mi vida es cantar (1998).