Una monumental exposición en el MET de Nueva York recorre el arte del primer milenio antes de Cristo desde Oriente Próximo hasta el Mediterráneo
Esfinge neoasiria de marfil expuesta en el Metropolitan de Nueva York dentro de la muestra De Asiria a Iberia en los albores de la época clásica. / The metropolitan museum of art./elpais.com |
Cuando los hombres estaban solos y ni Jesucristo ni Mahoma habían
puesto los pies en la Tierra, durante el periodo “más excitante” de la
historia, “nació la globalización”. Joan Aruz, comisaria jefe del Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York, no puede ocultar su emoción cuando muestra al visitante las maravillas De Asiria a Iberia en los albores de la época clásica, la exposición que hoy se abre al público hasta el 4 de enero de 2015.
La muestra es el resultado de un esfuerzo monumental durante seis
años para reunir lo mejor del arte de los pueblos de Oriente Próximo y
el Mediterráneo durante la Edad del Hierro, del Imperio Asirio al
esplendor de Babilonia, diez siglos previos a la helenización y al
Imperio Romano plenos de “interacción cultural, comercio y comunicación
global” y no exentos, claro está, de violencia.
Aruz no tiene empacho en calificar la muestra de “histórica”. Las
obras expuestas, unas 260 esculturas monumentales, grandiosos relieves
murales, delicados marfiles tallados, joyas bellísimas y preciosa
orfebrería, proceden de las colecciones más importantes de 41 museos en
14 países -entre ellos España- de Europa occidental, Cáucaso, Oriente
Próximo, norte de África y Estados Unidos.
La exposición arranca con el Imperio Asirio, dueño de Oriente Próximo
durante su apogeo entre los siglos VIII a VII antes de Cristo. “No
había otro semejante en el mundo entero”, relata Joan Aruz. Sus dominios
iban desde Asiria (el actual norte de Irak) hasta el Mediterráneo. A
medida que fue creciendo, las ciudades-estado fenicias del Levante se
vieron obligadas a mirar hacia el oeste para fortalecer su comercio
marítimo. De esta necesidad nació el primer fenómeno global: las redes
mercantiles que establecieron por toda la costa norte de África y desde
la costa sur europea hasta el estrecho de Gibraltar y hacia el
Atlántico. Materias primas, objetos lujosos, imágenes, personas e ideas
circularon como nunca antes entre Oriente Próximo y el Mediterráneo.
La muestra se estructura en varias galerías temáticas: la conquistas
militares de Asiria desde el norte de Mesopotamia hacia el oeste; la
expansión fenicia por el mar a través del comercio y la fundación de
colonias; y la adaptación de imágenes y técnicas de Oriente Próximo por
los artesanos del Mediterráneo occidental. Una última y espectacular
galería muestra lo que Aruz denomina el “traspaso" de poder a Babilonia
tras el saqueo de Nínive (la capital asiria) en el año 612 antes de
Cristo. La Biblia, Homero y otros textos hacen aquí acto de presencia.
Es al llegar a la sala dedicada a Iberia cuando Aruz se detiene
extasiada. “Quisiera llamar su atención por lo afortunados que somos al
poder contemplar estas joyas llegadas desde el sur de España. Son
únicas. Contemplarlas aquí hoy es una verdadera fortuna”. La comisaria
jefe del MET se refiere al collar, placa pectoral y brazalete de oro de
estilo fenicio del siglo VII antes de Cristo delicadamente trabajados
que, junto a otras 18 piezas ausentes en Nueva York, forman parte del Tesoro del Carambolo, en Camas (Sevilla). “Es un préstamo clave de la exposición, ya que no suele mostrarse habitualmente”, enfatiza Aruz.
Junto a las joyas del Carambolo, otras también valiosas, procedentes
de embarcaciones que naufragaron junto a las costas de España. El MET
muestra trabajos en metal, pesos, un altar fenicio y colmillos de
elefante con inscripciones de nombres de dioses y diosas procedentes del
yacimiento submarino del Bajo de la Campana, en la Manga del Mar Menor
(Murcia). En total, seis museos españoles han colaborado con la
exposición de Nueva York (Almuñécar, Cádiz, Cartagena, Granada, Huelva y
Sevilla).
En la primera parte del recorrido, las piezas muestran la
glorificación de las campañas militares de los reyes asirios, en
particular Asurbanipal II, que reinó del 883 al 859 antes de Cristo. Una
formidable estatua de este conquistador saluda al visitante nada más
iniciarse la muestra. Junto a ella, frisos del palacio de Nínive ofrecen
escenas bélicas y festines pantagruélicos.
Entre las piezas más llamativas, una de las clásicas estatuas de
criaturas híbridas de Oriente Próximo. En este caso, un hombre pájaro y
escorpión. La pieza aparece muy deteriorada, reconstruida a partir de
muchos trozos. Pero no fueron los siglos los que cometieron semejante
destrozo, sino las guerras modernas. Hallada en el yacimiento de Tell Halaf,
al noreste de Siria, por el barón alemán Max von Oppenheim, la estatua
fue guardada en un museo de Berlín hacia 1928. Años después, en 1943,
durante la Segunda Guerra Mundial, una bomba incendiaria lanzada por un
avión aliado devastó el lugar. Las altas temperaturas y su contraste con
el agua de los bomberos emplearon provocaron que muchas de las piezas
se rompieran en pedazos.
Antes de llegar a la expansión fenicia, Aruz y sus colaboradores
Yelena Raki, Sarah Graff y Michael Seymour, del departamento de Arte
Antiguo del MET, advierten al profano de las formidables inscripciones
expuestas, en concreto una en la que el rey Senaquerib narra cómo
destruyó 46 ciudades de Judea, deportó a más de 200.000 personas y
exigió el pago del tributo a Ezequías, rey de Judá.
De los fenicios, la exposición muestra ricas piezas de sus artesanos,
muchas de ellas con motivos egipcios. Chipre ocupa un lugar primordial
en este periodo. La isla era rica en cobre, muy importante para las
potencias de Oriente Próximo. Para los fenicios era, además, la salida
hacia el Lejano Oriente por el Mediterráneo. De la colonia fenicia de
Citio (actual Larnaca) son singulares joyas de oro que adornaban la
tumba de un rico del lugar, y que datan de finales del siglo VIII antes
de Cristo.
Por todo el mediterráneo se han encontrado ornamentos con motivos
populares de Oriente Próximo: esfinges, aves con cabeza humana, grifos…
De los yacimientos españoles destaca una representación de la diosa de
Oriente Próximo Astarté, que inspiró aspectos de la imagen de la diosa
griega Afrodita. Incomparable es también la pequeña estatua mesopotámica
en bronce del demonio Pazuzu, del siglo VIII antes de Cristo, famosa en
el mundo entero por su aparición en la película El Exorcista.
Una de las joyas fundamentales de la exposición es un caldero con
cabezas animales en sus bordes de una tumba de un personaje importante
hallada en Salamina (Chipre). Está datado en los siglos VIII y VII antes
de Cristo.
Después de siglos de dominio asirio, Babilonia tomo el relevo con la
destrucción de la ciudad de Nínive. Nabucodonosor II (que reinó entre el
604 y el 562 antes de Cristo), reconstruyó Babilonia y se hizo un
nombre para la Historia. La exposición presenta una maqueta de la famosa
Puerta de Ishtar y la Vía Procesional de Babilonia, junto con varios
relieves auténticos.
De Asiria a Iberia en los albores de la época clásica es la
tercera de una serie de grandes exposiciones organizadas por el Museo
Metropolitano sobre el arte en el antiguo Oriente Próximo. La primera, El Arte de las primeras ciudades: el tercer milenio antes de Cristo, desde el Mediterráneo hasta el Indo, se ofreció al público en 2003. La segunda, Más allá de Babilonia: arte, comercio y diplomacia en el segundo milenio antes de Cristo, entre 2008 y 2009.