De la imaginación y sus amanuenses
Literata
Dr. Atl
Yo no me casaría nunca, pero con una mujer literata
menos aún. Cuando uno se enamora de una mujer, se le encuentran todas las
virtudes que uno necesita, pero cuando esa mujer cede y se la lleva uno a su
casa, al día siguiente no sabe qué hacer con ella. Eso tratándose de una mujer
común y corriente, porque de una mujer que escribe, aunque escriba bien, la
vida se hace insoportable a los cincuenta minutos de estar con ella. La vida en
común con una mujer es una constante contradicción; con una literata sería una
constante catástrofe.
Experiencia y
conciencia
Carlos Lucero Aja
—¡Cómo que no has leído a Kafka, a Marx, a García
Márquez, a Dante, a Platón, a Freud, a Cervantes, a Carlos Fuentes, a
Maquiavelo, a Lermontov, a Neruda, a Alonso Vidal, a Shopenhauer, a Herman
Hesse, a Jung, a Confucio, a Einstein, a Artaud, a Evelina, a Flaubert, a
Krauze, a Arturo Aguirre, a H. G. Wells, a Moncada, a Isaac Asimov, a Ricardo
Yáñez o de perdida La Ilíada o la Biblia! —me dijo un amigo.
—¿Ves esa montaña que está allá enfrente, a lo lejos?
— le pregunté.
—¡Sí! ¿Qué tiene?
—Yo ya la subí tres veces.
Campo de
concentración
Giovanni Guareschi
Muchos de los capotes rusos distribuidos a los
menesterosos tienen una pequeña costura sobre el pecho o sobre la espalda. Una
pequeña costura redonda que cierra el agujero por donde entró una bala y salió
un alma.
Mi capote tiene su pequeña costura precisamente encima
del corazón. Y está bien cosida, y el paño es espeso, pero —a través del
agujerito que cubre— entra un sutil soplo de aire helado inclusive cuando no
hace viento y el sol es tibio.
Y el corazón duele, atravesado por aquel prendedor de
hielo.
Cuestión de formas
Cynthia Rodríguez Leija
La muchacha de los ojos profundos y los pies descalzos se acercó a
preguntarme cabizbaja:
—¿Por qué das golpes al viento?
—No doy golpes al viento, doy golpes a mi sombra.
—Pues, la sombra debería replicar tu locura.
—La locura no es mía, es de la sombra… yo sólo me defiendo.
Juegos y fuegos
Sergio Villareal
Definitivamente, éste es el mejor cumpleaños que he
tenido. Estoy aquí, sentado en mi silla, mirando los fuegos, lástima que no puedo
verlos de cerca. Mamá siempre decía que no me les acercara porque son
peligrosos. Una vez me dijeron que a un niño se le quemo la mano con un cuete y
se la tuvieron que cortar… Pero a mí ni me da miedo. Desde aquí, yo puedo ver
mis fuegos artificiales muy bien y no me queman ni tantito están dándole de
patadas a la puerta. Gritan mucho. No les gustan mis fuegos artificiales. Pero
no me importa. Yo sigo aquí, apretando botones rojos. Hasta que tooodo mundo
sepa que es cumpleaños del presidente.
En calidad de
Dios
Ricardo Martínez Cantú
Cuando Dios regresó al paraíso terrenal para verificar
el incumplimiento de sus órdenes, Adán no pudo negar su falta. Un trozo de
manzana, atorado en su garganta, lo puso en evidencia.
Eva, por el contrario, no podía ser legalmente
inculpada. Sus ojos reflejaban la más pura inocencia y, sobre todo, su garganta
estaba enteramente limpia.
El que todo lo sabe supo de inmediato la verdad. Pero
para evitarse en lo sucesivo situaciones similares que pudieran hacerlo parecer
como poseedor de una malicia inconveniente a su cargo, inventó el himen.
¡Ay! la semántica
María Bezanilla
Llegó la niña desesperada y llorando porque ya no era virgen. Su mamá soltó el llanto junto con ella y le preguntó qué había sucedido.
Ella contestó que su directora la había sacado de la pastorela.
No voltees
Leticia Herrera Álvarez
El poblado quedaba lejos aún. Apretó el paso de su caballo y con una voz
que pretendía serenidad, me dijo:
—Apúrale a tu yegua y no voltees.
Escuché entonces el crujir de una rama que se levantaba, como si hubiera
sido liberada de un gran peso.
Sin poder evitarlo volví el rostro.
A mis espaldas, recortada en la casi total obscuridad de la noche,
alcancé a ver la figura de un hombre alado que levantaba el vuelo.