Los rincones del París que visita Julio Cortázar en Rayuela, trenzados con las historias personales y retratos de sus lectores y vecinos, se dan la mano en el experimento fotoperiodístico que firma el argentino Hugo Passarello y expone desde hoy la alcaldía del décimo distrito de París
Las otras vidas del París que inventó Rayuela./lainformacion.com |
"Para ser retratados, cada uno de los más de 80
participantes debió elegir un pasaje del libro 'Rayuela' que mencione
un lugar de París. Luego los retraté en el sitio elegido y les pedí que
explicaran por qué habían preferido ese fragmento o lugar", explica a
Efe Passarello, autor de "Fotorreportaje inesperado sobre Cortázar".
El
proyecto busca "crear una rayuela de imágenes que entrelacen a la vez
París, Cortázar y las historias personales de los participantes" y
concluirá "cuando llegué a las 100 imágenes, por fidelidad al sistema
decimal, que diría Borges", añade su autor.
En
el centenario del nacimiento del escritor, el reportaje se sirve del
escenario de su libro más aplaudido con una propuesta narrativa
desplegada en tres ejes (visual, lúdico y participativo) y que se
inspira en el juego infantil que da nombre a "Rayuela", que consiste en
ir avanzado a saltos a lo largo y ancho de una cuadrícula con números
pintada en el suelo.
Visual, ya que forja un diálogo entre los
retratos y los textos; lúdico, porque el lector tiene que interactuar
con las imágenes para poder descubrir las historias, al igual que en la literatura
"cortaziana"; y participativo, porque está concebido para que la gente
"se apropie de una parte del reportaje", resume el autor.
El
resultado es un viaje errático por las vivencias literarias de
personajes como Horacio Oliveira, Maga, Etienne, Ossip Gregorovius o
Pola que se mezclan con las experiencias y los retratos en blanco y
negro de lectores de Cortázar y residentes en París.
Entre esos fragmentos aparecen el artista Ricardo Mosner, el profesor de español Jérôme Dulou, el dibujante "Rep",
el biógrafo de Cotrázar Mario Goloboff, el periodista Hernán
Campaniello, el bailarín de tango "Coco", el fotógrafo Arno Gisinger, la
mimo María Cadenas, el compositor Diego Losa, los escritores Nilda
"Tununa" Mercado o Alberto Manguel...
Esas
y otras decenas de parisinos que se detienen a compartir su relación
íntima con el autor y el lugar elegido en la rue Danton, el Café Au
Chien Qui Fume, el río Sena, la rue Scribe, el Louvre... o la propia tumba de Cortázar, en el cementerio de Montparnasse.
"Es
un lugar que frecuento cuando la nostalgia se ampara de mis recuerdos",
relata en su pasaje Julio Silva, escultor y gran amigo del literato,
que posa de espaldas, con sombrero y bastón, tras la lápida del autor
argentino, que residió en París desde 1951 hasta el fin de sus días, en
1984.
"Varios me dijeron que las primeras imágenes que se hicieron
de París fue a través de 'Rayuela' y las descripciones de Cortázar.
Cuando se mudaron a vivir a la capital francesa
salieron a recorrer las calles mencionadas en el libro para
descubrirlas y compararlas con lo que habían imaginado", relata
Passarello.
Desde que Cortázar publicó "Rayuela" en 1963 ha
transcurrido medio siglo en el que "París cambió mucho y tan poco",
circunstancia que el periodista argentino ha querido plasmar al elegir
el blanco y negro para sus fotografías, como guiño a esa paradoja de un
tiempo estático".
"En París, el tiempo se toma su tiempo. Muchas
de las descripciones de la ciudad que hace Cortázar en Rayuela están
vigentes. Por ejemplo, cuando menciona un sauce llorón plantado en la
punta del Vert Galant, en la isla de la Cité, todavía se puede ver ahí
un sauce. No sé si es el mismo, pero el árbol está ahí, en el centro de
París bordeado por el Sena", desliza Passarello.
"Fotorreportaje
inesperado sobre Cortázar", que se expone en la alcaldía del décimo
distrito de París hasta el próximo 4 de octubre y en el que aún se puede
participar en su versión digital, guarda cierta relación con la ruta
cultural que el Instituto Cervantes de París publicó este mismo año para
conmemorar el 30 aniversario de la muerte del escritor.
Ese otro
recorrido literario invita a conocer una veintena de sitios relacionados
con su vida en la capital francesa, empezando por el apartamento en el
que más tiempo residió, pasando por su biblioteca predilecta y
terminando con su sepultura, eternamente salpicada de flores, poemas e
inscripciones.