viernes, 19 de septiembre de 2014

La vida y sus rarezas

El escritor argentino Eduardo Berti reedita sus microficciones en La vida imposible, donde juega con la singularidad de la literatura y de la propia existencia humana

El escritor argentino Eduardo Berti./Dorothée Billard./elmundo.es 
Un director de cine holandés, incapaz de sobrellevar que los actores que han actuado en sus películas también lo hagan en otras, asesina a estrellas del celuloide. Dos ancianos mellizos conocen, solamente oliendo y palpando la sangre derramada tras un asesinato, lo que ha ocurrido en el lugar del crimen. Una actriz frustrada empleada de videoclub que destruye las películas que no son de su agrado y las sustituye por copias de un documental casero sobre su vida.
Existencias imposibles, o quizás no tanto, vidas difíciles de creer, pero no de imaginar, que el escritor Eduardo Berti recopila a modo de micro relatos en 'La vida imposible' (Páginas de espuma) una reedición del libro que ya vio la luz allá por 2002. Entonces se agotó, y lleva varios años desaparecido de los estantes de las librerías de Argentina y España. Berti vuelve a dar luz a las historias que le han servido para conseguir que le comparen con los maestros de los micro relatos y también compatriotas, Borges y Cortázar. "Trato de no creerlo mucho, es demasiado, quiero pensar que también la comparación tiene que ver, no necesariamente con la calidad, sino con modos de ver el mundo, o con climas o sensibilidades", afirma.
Berti ya disfrutaba desde muy pequeño de la deliciosa fantasía que impregnaba las palabras de Cortázar, Borges y Bioy Casares. Sus dos tías, profesoras de literatura, le contagiaron el entusiasmo por las letras, esas sin las que hoy no podría vivir.
También su faceta de coleccionista incansable de noticias increíbles que aparecieron en las páginas de la prensa durante los años 90 han sido clara influencia para esta 'Vida imposible' que ahora reedita. 'Un famoso pintor italiano consiguió el teléfono del falsificador que, a su entender, lo imitaba con más talento y lo propuso montar una exposición a dúo, denominada 'Un artista y su falsario'', cuenta el escritor en uno de los relatos.

"Cuando empecé a escribir estos cuentos trabajaba en un periódico de Buenos Aires y supongo que estaba rodeado de esa forma, la tenía a mano todo el tiempo. Lo que me interesó fue tomar de nuevo una forma tan cristalizada como la noticia que está siempre al servicio de lo que es posible, o de algo concreto que ha ocurrido, de la verdad, y usar esa forma para cosas que están al limite de lo verosímil".
El escritor juega constantemente con las certidumbres de lo que se considera una vida normal, una vida posible. Berti crea una atmósfera casi fantástica gracias a las inversiones, repeticiones y paradojas que envuelven a esos casos insólitos de 'La vida imposible'. "Me acordé de aquel libro de José Bergamín, 'La cabeza a pájaros'. 'Hacer' la vida imposible o 'tener' la cabeza a pájaros, se quita el verbo, eso tiene que ver con el libro, el tomar una fórmula muy conocida pero al quitar una palabra se vuelve extraña".
Imaginativo hasta la médula, sin permitir que le atormente ese solapamiento perfecto entre realidad disfrazada de ficción y ficción vestida de realidad, Berti aborda la existencia, posible o imposible, desde infinitos ángulos. "Me gusta que haya un espacio para la invención, incluso formal, no solo de historias. Todo tiene sentido cuando se habla de la realidad y del hombre, cuando habla de lo que somos e incluso a veces el modo de abordarlo es distinto y nos permite verlo desde otro angulo. Eso es lo rico, tener distintos abordajes para hablar de la condición humana".
Berti, con cuatro novelas en su haber, se confiesa incapaz de estar sin leer ni escribir durante mucho tiempo, "eso sí que me hace la 'vida imposible', a mí y a los que están a mi alrededor". Señala que involucrarse en un cuento o una novela no depende del punto en el que se encuentre como escritor sino que simplemente se deja llevar por esa singularidad de los pequeños detalles que tanto le apasiona. "Es un misterio. Muchas veces me pongo a escribir y ya sé que va a ser un cuento o una novela, no tiene tanto que ver con la cantidad de información sino también con el modo de abordarla. Es como ver los primeros pasos de un corredor de maratón, ya ves como se va administrando la energía".