lunes, 29 de septiembre de 2014

Castro Caycedo muestra la cara oculta de la guerra contra las drogas en su nuevo libro

El escritor señala que  Nuestra guerra ajena  será un texto "incómodo" para el poder, pero conveniente para los colombianos

Germán Castro Caycedo, publica Nuestra guerra ajena. /elespectador.com

El periodista y escritor colombiano Germán Castro Caycedo sostiene en su último libro, "Nuestra guerra ajena", que EE.UU. usa la lucha contra el narcotráfico como "pretexto" para acercarse a lo que realmente le interesa: las enormes reservas de agua dulce de Suramérica.
El libro, el número 16 de los publicados por Castro, puede ser "incómodo" para el poder, pero es conveniente para los colombianos, porque deben conocer los efectos y las consecuencias del Plan Colombia y del Tratado de Libre Comercio, con los que EE.UU. ejerce una "tenaza" sobre el país, señaló Castro a Efe.
La obra lleva como presentación una nota del autor en la que indica que la editorial Planeta rehusó publicar el libro "por su contenido en cuanto a la posición del Estado frente al conflicto interno (2002-2010)", los años en los que gobernó Álvaro Uribe, e incluso le devolvió el manuscrito. Sin embargo, al cambiar la dirección de la filial colombiana de Planeta, se decidió a publicarlo.
Ganador de once premios nacionales de periodismo y de otros tantos en el extranjero, entre ellos el Rodolfo Walsh por su obra "El Karina", Castro es muy crítico con la política estadounidense hacia Colombia y toda Latinoamérica y también con los gobiernos colombianos, que, a su juicio, se han "arrodillado" ante EE.UU.
"Uribe estaba con las dos rodillas en tierra y (el actual presidente, Juan Manuel) Santos, también", dice en la entrevista.
Con respecto a Santos lamentó que haya anunciado planes para enviar energía eléctrica a Centroamérica y de ahí a EE.UU., lo cual, dijo, "destruirá" el tapón del Darién, una zona virgen entre Colombia y Panamá.
La rica biodiversidad de Colombia es algo que a EE.UU. le interesa mucho y que en el TLC entre ambos países ha quedado desprotegida, según se denuncia en "Nuestra guerra ajena".
"Es fatal", señala Castro cuando se le pregunta por el TLC, suscrito por Uribe en 2006 y calificado por Santos, en cuya Presidencia entró en vigor (2012), de "histórico".
"Otro rodillazo" de los gobiernos colombianos frente a EE.UU. es el hecho de que se haya permitido la fumigación desde el aire con glifosato de terrenos con cultivos ilícitos.
"Colombia es el único país del mundo que fumiga desde el aire con glifosato", un "veneno" que se esparce por "poblados, escuelas y hospitales, sin importar nada", afirma.
"Las grandes ganadoras de esta guerra ajena son Monsanto y Dow Chemical", las multinacionales productoras de herbicidas y plaguidas, subraya.
Pero además para fumigar los campos sembrados con las plantas con las que se producen drogas han entrado a Colombia miles de "mercenarios" estadounidenses, denominados eufemísticamente "contratistas", relata el escritor.
En el libro se hace un repaso de las empresas que ponen el personal para esta guerra contra las drogas que además de "ajena" está "privatizada", según Castro, el cual ha contabilizado hasta 18 compañías de "mercenarios" con presencia en Colombia.
Por no ser soldados no deben dar cuentas a nadie mas que a quien les paga y actúan con impunidad, subraya.
Castro, que lleva investigando desde hace años los orígenes del narcotráfico en Colombia, señala a excombatientes estadounidenses de la guerra del Vietnam, que se habían "enviciado" con la marihuana en el país asiático, como los que organizaron los primeros negocios de drogas en Colombia y los "pusieron a andar".
Otros estadounidenses llegaron varias décadas después a Colombia con el pretexto de librar una batalla contra las drogas, pero el verdadero objetivo es, según este periodista, establecer una "cabeza de playa mirando a Suramérica" para estar cerca de las mayores reservas de agua dulce de la Tierra.
"Eso es lo que les interesa", la cuenca hidrográfica del Amazonas, el acuífero guaraní, el del sur de Chile, en la Patagonia, y uno subterráneo del que se acaba de medir la capacidad en el estado brasileño de Pará, llamado Alter do Chao, que "es el más grande de la Tierra", dice.
"Cuatro potentes radares, comprados con nuestro dinero pero operados por mercenarios estadounidenses que no informan a Colombia, miran a Sudamérica desde el sur del país", señala.
"El agua es un recurso natural estratégico que coloca a Sudamérica en el centro de la disputa geopolítica, todas las guerras que surjan en el mundo dentro de diez años serán por el agua", concluye.