viernes, 26 de septiembre de 2014

Pierre Lemaitre asegura que "el Goncourt no es un premio literario, es un sunami"

Al escritor francés Pierre Lemaitre le cambió la vida por completo cuando en noviembre de 2013 ganó el Goncourt con su novela Nos vemos allá arriba. Ese premio, asegura, no es un galardón literario cualquiera, "es un símbolo, un emblema. Es un sunami"

 
Pierre Lemaitre, autor francés de Nos vemos allá arriba./lainformacion.com
"Ningún premio con vocación nacional tiene un coeficiente multiplicador tan elevado como el Goncourt", decía hoy en una entrevista Lemaitre, que ha triunfado ya en numerosos países con esa historia estremecedora ambientada en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial.
En Francia, se han vendido más de medio millón de ejemplares de esta novela, que, en España, fue publicada por Salamandra hace cuatro meses y ha tenido también una buena acogida entre los lectores.
"Nos vemos allá arriba" se ha traducido ya a diez lenguas y está en proceso de aparecer en otros dieciocho idiomas. Hay, además, una adaptación cinematográfica en marcha con un guion en el que participa el propio Lemaitre (París, 1951).
De paso hacia Segovia, donde esta tarde interviene en el "Hay Festival", Lemaitre señala que el Premio Goncourt, el más prestigioso de Francia, no solo aporta "lectores, venta y notoriedad", sino que, además, "entra uno en un palmarés grabado sobre mármol", junto a escritores como Marguerite Duras o Marcel Proust.
Este novelista empezó a escribir a los 56 años -"era muy joven", bromea-, tras haberse dedicado a dar clases de literatura y análisis textual para adultos.
Antes de alzarse con el Goncourt, había ganado ya varios premios con sus novelas policíacas, una de las cuales, "Vestido de novia", será publicada en España por Alfaguara el próximo 22 de octubre.
Cuando concibió "Vestido de novia", un "thriller" escalofriante, Lemaitre quería escribir "una novela de la que Alfred Hitchcock hubiese podido decir: 'Tengo que hacer esta película'", señalaba hoy el novelista.
La inspiración para esa novela policíaca le vino de un libro de psiquiatría, titulado "El esfuerzo de volver loco al otro". Le pareció "un título fantástico para una novela negra".
El autor de "Irène" no se considera especialista en "sociología de la lectura", pero cree que el éxito actual de la novela policíaca se debe a que "vivimos en sociedades en las que la violencia física se ha retraído y avanza la violencia simbólica".
"Tal vez la novela policíaca sirva de alcantarilla del mundo civilizado, de exorcismo de la violencia", comenta.
A caballo entre la aventura, la novela negra, la psicológica, la novela picaresca y el folletín, "Nos vemos allá arriba" supuso un giro de 180 grados en su trayectoria literaria y es la primera parte de una serie de obras que dedicará al siglo XX.
El jurado del Goncourt calificó el libro de "popular", en el mejor sentido de la palabra, y Lemaitre está de acuerdo con el adjetivo, aunque sabe que, en Francia, "el término popular siempre tiene una connotación de populista".
"Es decir, la ven como demagógica, extremadamente simple". Sin embargo, en su opinión, la literatura popular "puede gustar a todo el mundo, pero no por las mismas razones".
"Creo que en 'Nos vemos allá arriba', un adolescente puede leer la novela en busca de la aventura; un segundo círculo de lectores puede interesarse por el fondo social y político, y un tercero podría darse cuenta de que el capítulo diez empieza con una parodia de Marcel Proust", agrega.
El "gran negocio" que hay que detrás de cada guerra está muy presente en "Nos vemos allá arriba".
Lemaitre tiene muy claro que "el capitalismo ama la guerra, porque primero hay que prepararla; después hay que hacerla y luego hay que reconstruir todo lo que se ha destruido".
"A la industria le encanta la guerra, aunque con eso no pretendo decir que la industria la propicie".
También ve "un paralelismo evidente" entre la época que recrea la novela del Goncourt y la situación de los trabajadores de la Europa actual.
"En 1920 había una población que luchaba, los hombres hacían lo que el sistema les pedía. Tras la guerra, el sistema fue incapaz de acogerlos", señala.
Y en Francia, la población que ahora está desempleada "hizo más o menos lo que el sistema les pedía: se endeudaron durante veinte años para comprar una casa, tuvieron 2,4 hijos; y ahora les dicen, de pronto, cuando tienen 55 o 56 años, que ya no hay más trabajo y que se las arreglen como puedan".
"Estamos ante sistemas sociales que se averían y que no recompensan la inversión que las personas han hecho en su sociedad. Es una situación desmoralizadora", asegura el escritor.