sábado, 1 de junio de 2013

Minicuentos 58



De bodas y novios y  parejas    




                                                                                      
Lloros y risas
Beatriz Anguiano

El día de la boda la novia lloraba hasta el hipo, la madre lloraba de tristeza, el padre lloraba de rabia, las madrinas lloraban por solidaridad, y el novio reía rumbo a Hawai.

Parejas
Rafael Arenales

Un hombre y una mujer se encuentran y se dan las manos, los cuerpos, las almas y bailan.
Uno es en el otro y comulgan.
Se desgarran, se arman, se devoran, se amurallan, se abandonan. Se pudren solos, deshabitados y ya muertos se acompañan hasta que la muerte los separe.

Peligrosas
Henri Michaux

Era del tipo de esas tibetanas a la antigua que se casaban hasta con cinco hombres (a la vez, naturalmente) y que sin duda los tenía en línea, y hasta los ponía en penitencia.
He visto a una de esas mujeres, manejando el dinero y dando órdenes, sargentona entre mocetones recios y dóciles de 1.80 m.
Consejos
Julio Torri
Si quieres ser feliz una hora, bebe un vaso de buen vino. Si quieres serlo un día, toma un baño. Si una semana, fornica una vez. Si un mes, púrgate. Si quieres ser dichoso un año, cásate. Si quieres ser feliz toda la vida, no te cases.
Muso inspirador
Marta Nos

El Dr. J. F. debió renunciar a su cargo de asesor legal en el Congreso cuando su esposa Carla escribió, detalló y hasta editó, con pelos y señales, las palizas que antaño él le propinara.
El grueso volumen fue bestseller, y Carla empezó a pucherear como Dios manda.
El Dr. J. F. no pudo desde entonces conseguir digno trabajo. Pero en cambio ganó un juicio imposible sobre estímulo creativo y propiedad de textos.
Ahora comparte con Carla los derechos de autor.

Contrapeso
André Gide

Sucede que, en ciertas asociaciones, conyugales o amistosas, que suponen la vida en común, el buen sentido de la pareja o de la yunta, queda en cierto modo indiviso y que el exceso de uno de los consortes provoca, a manera de contrapeso, un exceso contrario del otro consorte. Así, el exceso de piedad de la mujer puede llevar al marido al ateísmo; el uno se hace más negligente a medida que el otro, que era sólo ordenado, se hace más minucioso; el uno más avaro a medida que el otro más pródigo. Si el uno pone todo bajo llave, el otro, al contrario, deja todo tirado. Análogamente, vemos en las mandíbulas de los roedores que un diente del maxilar inferior se alarga cuando falta el diente correspondiente del maxilar superior.

De Doxografías
Juan José Arreola

El Capitán Francisco de Aldama a la Flor de Conido:
“No olvide usted, señora, la noche en que nuestras almas lucharon cuerpo a cuerpo”.

Una viuda inconsolable
Ambrose Bierce

Una mujer con gafas de luto lloraba sobre una tumba.
—Consuélese, señora —dijo un simpático forastero—. La misericordia del cielo es infinita. Habrá otro hombre en alguna parte, además de su marido, que todavía puede hacerla feliz.
—Había —sollozó la mujer—, había, pero ésta es su tumba.

Noche de bodas
Henri Michaux

Si al entrar en vuestra casa el día de vuestra boda ponéis a vuestra mujer en remojo en un pozo y la dejáis en él durante toda la noche, la encontrareis atolondrada. Nada le valdrá el haber tenido siempre una vaga inquietud…
“¡Vaya, vaya!”
“¡Vaya, vaya”! dirá luego, ¿es eso el casamiento? ¿Esta es la razón por la cual se mantenía tan secreta su práctica? ¡Cómo he caído en la trampa!”
Pero, sintiéndose vejada, no dirá nada. Razón para que podáis sumergirla largamente y muchas veces, sin provocar ningún escándalo en la vecindad.
Si ella no comprendiera la primera vez, poca probabilidad tendrá de comprender ulteriormente, lo cual os proporcionará la suerte de poder continuar esa práctica sin incidentes (excepto la bronquitis), siempre que eso os interese.
En cuanto a mí, que experimento siempre más malestar en el cuerpo de los otros que en el mío propio, he debido renunciar a ella rápidamente.