sábado, 3 de agosto de 2013

Herralde: "Si publicara a Dan Brown, la gente diría ‘aquí ha pasado algo grave’"

El editor de Anagrama, una de las editoriales más importantes en español, dice que cuando la fundó era "muy combativo, muy izquierdoso, muy antifranquista"

Independiente. El editor español ha conformado a lo largo de los años un catálogo de autores del que dice sentirse muy orgulloso. /revista Ñ
Cuando estoy a pasos del bar del hotel Alvear, me da miedo no reconocer a mi entrevistado, pero enseguida veo ese gris tan particular de la cabeza de Herralde y se me van las dudas. A los 44 años de la fundación de su editorial, Anagrama, una de las editoriales independientes en castellano más importantes, en la cara de Herralde, que nacido en 1936 anda cerca de los 80, hay una sonrisa de fondo, como si tuviera los músculos dispuestos de ese modo, y se le nota el entusiasmo cuando habla de su editorial; en un punto es hablar de su vida. Fue, “primero, un lector omnívoro”, empezó fascinado por Salgari y Dumas y no paró. “hubo un momento de mi vida en que estudié ingeniería”, dice, “iba poco a clase y planeaba proyectos editoriales. Después de 2 o 3, que no funcionaron, sin experiencia, con poco dinero, –mi familia estaba acomodada, pero me repugnaba pedirles dinero en mis años izquierdosos–, en septiembre de 1967, decidí empezar una editorial. Entonces, a los 31, Herralde era, “muy combativo, muy izquierdoso, muy antifranquista”.
Se concentra y empieza a contar sus colecciones, los autores que publicó, desde Enzersberger hasta la cronista argentina Leila Guerriero, que será publicada en septiembre. Se detiene en los primeros años y habla de una de sus colecciones iniciales, “la que tenía que ser la más importante y fue menos, se llamaba Documentos, y el primer título fue Los procesos de Moscú de Pierre Broué, que era una visión trotskista del estalinismo. Fue muy castigada por la censura, con secuestros y procesos”. Levi-Strauss, Tom Wolfe, Copi, “que fue muy amigo mío”, el nuevo periodismo, Patricia Highsmith y tantos. Su hallazgo de La conjura de los necios es una leyenda: en un aeropuerto, una amiga le dio el libro en inglés. El autor, Kennedy Toole, se había suicidado dos años antes. Herralde compró, tradujo, publicó, la novela, que ganó un Pulitzer y fue un éxito. Entre otras cosas, luego lanzó el premio que lleva su nombre, ganado por muchos latinoamericanos.
-¿Qué le permitió el Premio?
-Tras un período, la nueva narrativa española no encontró mucho relevo. Pero en América latina aparecía gente muy interesante –aparte de Bolaño, que también ganó el premio–, por ejemplo, Juan Villoro o Daniel Sada. Aquí, Martín Cohan, Martín Caparrós, y otros. Nosotros no hacemos como otras editoriales, especialmente los grandes grupos, que es hacerse con los derechos mundiales para un autor y no sacarlo del país: de todos sacamos al menos dos ediciones, una en su país de origen y otra en España y, a veces, tres o cuatro en diversos países.
-Ojalá otros editores lo imiten. ¿Cuál es su mayor orgullo?
-El trayecto y el catálogo, que es lo que dice la verdad. Orgulloso podría estar de haber logrado congregar a tan buenos autores: que son los que marcan el catálogo, el mérito es suyo. Los editores intentamos armonizar y reunir un catálogo que sea fiable, que el lector vea determinados libros de una editorial y sepa que están escogidos por criterios culturales literarios, otra cosa es que le interesen, es lo máximo a que aspira un editor y en cada país hay editores que lo consiguen. Es algo que se gana con los años y que se puede arruinar en tres meses: si Anagrama publicara a Dan Brown, la gente diría: “Aquí ha pasado algo grave”, aunque sigan publicando a Tabucchi o a Carrere. Los vamos a seguir leyendo, nos fiamos de los autores, pero no de la editorial.
–¿Qué diferencia ve entre la literatura que se produce hoy en español y la de hace 40 años?
–¡Está pregunta da para una monografía en seis volúmenes!
–Lo primero que se le ocurra.
–Más que grupos con estéticas hay individualidades que van saliendo en determinadas literaturas como en América Latina, en Argentina y en México sobre todo; en España esto es un poco el azar, por decirlo de alguna manera, las cosechas que fueron muy buenas en los ‘80 y los ‘90, en 2000 regular. Ha salido un gran escritor que se llama Rafael Chirves que tiene 64 años y ha estado toda la vida consagrado a escribir, ajeno a cualquier modelo, una obra cada vez más sólida y ahora está considerado, salió en una encuesta en ABC, como el mejor escritor español actual sobre todo gracias a las dos últimas novelas: Crematorio y En la orilla, que se publicarán en la primavera próxima en la Argentina y que son dos obras maestras.
Crematorio, es una novela profética del estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera y es de una calidad literaria excepcional. En La Orilla que la hemos publicado este año y que ha sido acogida como una obra maestra, es ya cuando ha explotado la burbuja y estamos en el charco de la crisis. Es un tema a contracorriente de esta literatura facilona de temas reconfortantes que se estila hoy, pues ha tenido gran acogida en la crítica y aunque no es un best-seller ha tenido un buen número de lectores.
–Hablando de best sellers, se rumorea que Random comprará Alfaguara; antes, Planeta compró Tusquets, ¿cómo ve el mercado editorial en español?
–Esto hace daño a la cultura, a la pluralidad, a las voces críticas, a la difusión de obras que no pertenezcan a mainstream, etc. Pero es, por lo visto, inevitable en esta fase de híper concentración del capitalismo. Pienso que esto solo puede tener efectos negativos.
–Cuando Anagrama pase a manos de Feltrinelli ¿no le da miedo de perder el control del catálogo?
–Esto será en mayo de 2016; yo ya habré estado 47 años on the road . Creo, con el margen de error pertinente, que es la mejor opción para Anagrama, una editorial como Feltrinelli con los que estoy muy vinculado, con la familia y el heredero, Carlo, que dedica su vida a esto e intentará mejorar la sociedad a través de la cultura, a través de sus librerías, sus medios, entonces, me siento más a gusto pasando a él que a una multinacional.
-Lo otro hubiera sido
-Renegar de la Historia.
“Bolaño no era tan maldito, ni yonqui, ni pobre”
Cuando se realizó esta entrevista, el lunes pasado, Herralde recién llegaba de Chile, del congreso sobre Roberto Bolaño, el más reciente escritor latinoamericano global y Herralde, el editor de casi toda su obra. Entonces:
–¿Qué dijo de Bolaño en Chile?
–Hablé de su trayectoria editorial, empezando por el 97, cuando salió La literatura nazi en América, y deja de ser un escritor casi clandestino. Vivía ganando lo que él llamaba “premios búfalos, para que subsista el piel roja” en España, con bastante dinero, pero casi sin difusión. Cuando ubica títulos en Seix Barral o Anagrama, ya es visible, con muy buenas críticas. El hito siguiente es en el 98, cuando Los detectives salvajes gana el premio Rómulo Gallegos. Empiezan las traducciones, que nosotros gestionamos, y hasta su muerte hicimos como 50 contratos. El tercer hito es su muerte, con todo el plus de su leyenda como escritor maldito, aunque desde Los detectives salvajes, dejó de ser maldito económicamente.
–Los premios habrán ayudado.
–Y las muchas traducciones. El otro hito es la publicación de 2666: ahí, los lectores más ocasionales se preguntan quién será este Bolaño, ahí hay un salto cualitativo. Y el último peldaño es el éxito en Estados Unidos de Los detectives salvajes y sobre todo de 2666. A través de estos hitos preparé un texto. De todo lo que se escribió sobre él elegí Bolaño Salvaje, escogí cinco textos de cinco amigos y armé una visión polifónica, son Vila-Matas, Fresán, Villoro, Alan Pauls e Ignacio Echevarría. Y al final leí el texto que leí en el tanatorio cuando murió Bolaño, 10 años después.
–¿Y qué le preguntaron?
–La importancia de México y Chile en su obra, si era drogadicto. Esta es una de las leyendas favorecidas en Estados Unidos por un cuento en primera persona sobre un heroinómano. Pero no era tan maldito: ni siquiera bebía. Tampoco era tan pobre.