lunes, 3 de noviembre de 2014

Avellaneda no era manco

El negativo apócrifo y malvado del Quijote  merece, por fin, atención literaria, más allá del interés detectivesco por conocer su autor. La RAE hace los honores

Ilustraciones: Augusto Banegas./elmundo.es

Cuenta Astrana Marín en su monumental biografía de Cervantes que, una vez concluido el Viaje del Parnaso, pudo Cervantes continuar con la Segunda parte del Quijote. Y que cuando iba por el capítulo LIX, "se estaría ya en el mes de octubre de 1614". Y que por esas fechas "difundíase por Madrid" un libro que sería determinante para la historia de la novela de Cervantes, un 'Quijote' apócrifo cuyo autor se escondía bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la Villa de Tordesillas. 400 años después, y decenas de investigaciones mediante, nadie ha sido capaz de asegurar quién fue el verdadero autor de una obra escrita para atacar al propio Cervantes y aprovecharse de la fama de su obra.

Fue tal la cólera de don Miguel que, a partir de ese capítulo arremeterá obsesivamente contra el 'Quijote' "falso" de un "tal vecino de Tordesillas" a cuyo libro «su San Marín se le llegará, como a cada puerco".

Con motivo de este aniversario se están preparando dos obras de muy diversa naturaleza que vienen a llenar un vacío bibliográfico en torno al Quijote de Avellaneda. La primera, académica y avalada por la RAE, pretende convertirse en el texto crítico canónico de un libro al que se le ha dedicado poca atención más allá de la curiosidad morbosa por encontrar a su verdadero autor. Sin embargo, la cuestión va mucho más allá.

Para Luis Gómez Canseco, responsable de la edición, "por más que cueste admitirlo, Cervantes leyó y utilizó en beneficio propio textos, personajes, estructuras narrativas y temas del 'Quijote' apócrifo. Los estudios más recientes se inclinan por la idea de que Cervantes afrontó una revisión de su segunda parte inmediatamente después de la lectura de Avellaneda, que aporta una perspectiva radicalmente importante para la comprensión global de la segunda parte del 'Quijote'. Es un ejemplo de la inteligencia literaria maravillosa de Cervantes, que coge el material del enemigo y lo rehace, y no sólo para desmontar lo que dice Avellaneda, sino para construir su novela de una manera tan extraordinaria que cambia la historia de la literatura".

¿Y el autor?: "Quién sea el autor es importante, hay que buscarlo, pero en realidad sólo se dan palos de ciego. Avellaneda elogia tanto a Lope de Vega, que quien fuera tenía que estar cerca de él. Además, teniendo en cuenta cómo trabajaba Lope y la gente que le hacía trabajos sucios... Éste, desde luego, fue un trabajo sucio tan bien hecho que aún no sabemos quién lo hizo. A mí me parece verosímil que Cervantes supiera la identidad del autor, porque parece un libro pensado en esos ambientes del mundo madrileño de las letras donde él se movía, pero estamos siempre en las conjeturas, que es uno de los problemas que ha habido en torno a Avellaneda. Todo el mundo ha jugado con la curiosidad y lo divertido de buscar quién es olvidándose del propio texto y de la historia que lo rodea, incluso materialmente. En esta edición hemos acotado bastante el proceso que siguió el libro, que es importante para saber el impacto real que tuvo, el número de ejemplares que se pudieron imprimir y a cuánta gente pudo llegar".


Francisco Rico, el verdadero muñidor de esta edición, que debutará el próximo 19 de noviembre como parte de una nueva colección de anejos a la Biblioteca Clásica de la RAE, afirma que esta nueva edición, "la única seria que se ha hecho sobre el Avellaneda", está completamente rehecha tanto en lo textual como en los contenidos y aporta materiales novedosos sobre el proceso de impresión del libro, porque "si no hay dos impresiones, no digo dos ediciones, una parte del libro se compuso tipográficamente dos veces, y hay que distinguir los ejemplares de la primera y de la segunda composición tipográfica, porque ofrecen diferencias. Por primera vez esto se toma en cuenta".

Una suerte diferente es la que corre la edición que desde hace años prepara el anticuario, librero y editor Pepe Quijada, encallada por la crisis. Quijada, enamorado del 'Avellaneda' desde que leyó los pasajes de la descripción de la ciudad complutense en el capítulo XXVIII, ha empeñado mucho tiempo y dinero en en la confección de una obra en dos grandes volúmenes que le habría gustado editar para celebrar el aniversario del "Quijote más alcalaíno". Desde 2007, y a lo largo de varios años, el amanuense Ángel Cabrera elaboró un manuscrito de la obra en letra cortesana del siglo XV y el pintor Augusto Banegas comenzó la elaboración de un conjunto de láminas para ilustrar el volumen.

Artesano de libros en una época en la que el objeto está siendo desplazado por la pantalla, Quijada, por cuyas manos expertas de librero han pasado las más valiosas ediciones del Quijote, así como la extensa obra de la imprenta en Alcalá, incluida una Biblia Políglota Complutense, se extraña de la poca atención bibliográfica que ha tenido el 'Avellanada' y asegura que seguirá peleando por sacar adelante los dos lujosos volúmenes de su edición.