El western protagoniza la nueva edición de la gran cita barcelonesa con el tebeo que abre hoy
Una viñeta de Blueberry del dibujante Jean Giraud./elpais.com |
Bang!, ¡Hooka Hey!, ¡Yeah!, ¡Tatarata Tataratatata! En pocos lugares resuena el western
—disparos, alaridos de los indios, cornetas de la caballería— con tanta
fuerza y emoción como en las viñetas de los cómics. Y es que esas
pequeñas ventanas de papel son capaces de abrirse, por la maestría de
los dibujantes, a horizontes tan amplios como los de Monument Valley de
los filmes de John Ford (y a la vez detallar en primer plano la intensidad del fogonazo de un revólver en una calleja polvorienta de Abilene). Todo el Far West ha hallado cabida en el cómic, desde la aventura de los cowboys
y la épica de las caravanas al gatillo fácil de los pistoleros y la
exultante libertad de los pieles rojas. La relación del género con las
historietas viene de lejos y los dos, western y cómic, han viajado (cabalgado está tentado de decir uno) juntos desde muy pronto. El Salón del Cómic de Barcelona
se transmuta este año en Saloon a fin de ofrecer una panorámica de esta
fructífera relación. Ofrece como uno de sus principales atractivos una
gran exposición, Por un puñado de cómics, que incluye páginas originales, ambientaciones (se exhibe ¡una diligencia!) y hasta música. Las batientes puertas del Saloon se abren hoy a las 10 de la mañana en la Fira de Montjuïc, hasta el domingo.
El programa del salón del Cómic —20.000 metros cuadrados, 141
expositores, previsión de 100.000 visitantes— no se agota ni mucho menos
en esta atractiva y vivencial (!) exploración de los lazos de la
historieta con el western. ¡Si es que va a estar hasta el creador de las Tortugas Ninja —esos grandes iconos culturales—, Kevin Eastman!
Otras exposiciones abordan los 75 años de Superman, los 50 de dos de los grupos más veteranos de superhéroes, La Patrulla X y Los Vengadores (Superamigos para siempre),
el centenario de uno de nuestros grandes clásicos, el dibujante Ambrós,
la presencia de la crisis en el humor gráfico y el cómic (El humor no se recorta), o los cuadernos de viaje. También tienen exposición Usted, galardonado con el premio al mejor fanzine la pasada edición, Lola Lorente (autor revelación 2012) y José Domingo, autor de Aventuras de un oficinista japonés, y José Ortiz (Mejor obra nacional y Gran Premio del salón respectivamente el año pasado).
Le digo con toda sinceridad al director del salón, Carles Santamaría,
que apenas puedo esperar a subir al pescante de la diligencia y hacer
de Ringo Kidd en la medida de mis posibilidades (¡temblad chiricahuas!),
¡qué puntazo! “Nos la ha proporcionado la misma empresa que el año
pasado nos consiguió el jeep Willys para ilustrar los cómics de Hazañas bélicas”,
responde con una sonrisa complacida Santamaría. “Cada edición renovamos
la oferta, con nuevos ejes temáticos, nuevas tendencias y un gran tema
genérico —como ahora el western— que nos permite enlazar el cómic con el resto del mundo”. El western,
recalca el director, es uno de los géneros más fructíferos para el
cómic. Y en realidad, añade, “la historieta europea ha hecho tanto por
el género como el cine de Hollywood”.
Por un puñado de cómic exhibe 233 originales y además ofrece varias actividades, como conferencias, clases magistrales e incluso música: en el saloon del salón tocará el grupo Bat Audicions melodías de sabor Far West. “La zona dedicada al western
ocupa un espacio de 1.200 metros cuadrados, con elementos
escenográficos para dar ambiente y retratarse como la diligencia (sin
caballos, eh) y el material repartido en los apartados Gran Cañón, sobre
los paisajes abiertos, Fort Comics, centrado en los militares como el Séptimo de Caballería, y sus fuertes (Laramie, Fort Bowie, etcétera), Freedom, consagrado a los indios y a los esclavos, y Comic City, a las tan importantes ciudades, Dodge City, Tucson, Kansas City, Austin...”.
No nos cuesta nada ponernos de acuerdo en un nombre que simboliza todo lo excelso del western en la historieta: Blueberry, por supuesto. “Obra maestra total del género, decir Blueberry es como decir Corto Maltés”, zanja Santamaría.
Las aventuras del más desaseado, indisciplinado y valiente soldado de
caballería estadounidense, el teniente (varias veces degradado, luego
Marshall) Mike Steve Donovan alias Blueberry, alias Nariz Rota,
comenzaron un lejano 1963 (50 años, otro aniversario) con la llegada de
una diligencia (precisamente) a una polvorienta localidad en la frontera
de Arizona y Nuevo México. Era la primera viñeta del inmortal Fort Navajo, seriada en páginas en la revista Pilote (aquí las leíamos en la Bravo y la Gran Pulgarcito), con guion de Charlier y dibujos de Gir (Giraud, alias Moebius). Nuestro hombre está jugando una partida de póker en... el Saloon
(efectivamente). Hace trampas, se produce una pelea, se desenfundan los
revólveres, y al cabo ya tenemos a Blueberry acompañando a la
diligencia hacia el fuerte que es su destino atravesando territorio
apache...
Desde entonces, setenta álbumes (en varias colecciones), toda una
vida, y todo el salvaje oeste recorrido, desde los desiertos de Sonora a
las praderas nevadas de Montana, afrontando las iras de apaches y
sioux, siguiendo las vías del Caballo de Hierro en su avance hacia el
Pacífico, buscando el oro de los confederados o la mina del alemán
perdido, tratando de evitar atentados contra Lincoln (con éxito solo a
medias) o Grant, persiguiendo a las guerrillas de Quantrill, besando a
Chihuahua Pearl o inmiscuyéndonos en los asuntos de los Earp y los
Clanton aquel peligroso mediodía en Tombstone...
Nos hemos quedado los dos, Santamaría y yo, prendidos en el recuerdo
de las aventuras de Blueberry (y el cuerpo dibujado de Pearl, pura línea
clara de ojos azules), varias de cuyas inconmensurables viñetas
ilustran este reportaje. Él, Santamaría, es el primero en regresar. “El
cómic de western por supuesto es mucho, muchísimo más que
Blueberry (de quien por cierto tenemos en el salón a dos de sus autores,
François Corteggiani y Michel Blanc-Dumont, continuadores de la obra de
Charlier y Giraud). Está Comanche, de Greg y Hermnn, el rival de
Blueberry desde las páginas de Tintin. Y, claro, el veterano (1946) Lucky Luke, de Morris —"I'm a poor lonesome cowboy”—, y tantísimos autores españoles que han dibujado y dibujan cómics de western
extraordinariamente, grandes clásicos como Víctor de la Fuente,
fallecido en 2010, dibujante de Sunday, de Amargo, de Tex; José Ortiz o
Jordi Bernet (el de Torpedo), que también han dibujado a Tex,
y, el último al duro y sarcástico Snake” —o a Poncho Yucatán
(¡”canastos, un linchamiento!”)—.
Unas palabras sobre Tex: Tex Willer, recuerda Santamaría, creado por Bonelli, inició su andadura en 1948 así que, poca broma, es uno de los personajes de western con más años y, como italiano, precedente del espagueti western
(con perdón de Salgari). Dibujado inicialmente con rasgos inspirados en
Gary Cooper (como Bluberry lo estaba en Belmondo), Tex es el típico cowboy justiciero metido a Ranger, acaso un pelín demasiado de una pieza. Otro referente que anota Santamaría es Carlos Giménez con Gringo.
El director del salo(o)n señala la actualidad del western con Django desencadenado que tiene ya adaptación al cómic del serbio Rajko Milosevic Guéra, desde hace años residente precisamente en España, y la inminente versión cinematográfica de El Llanero Solitario —con Johnny Depp haciendo de Tonto— que tiene asimismo cómic dibujado por el autor de Sant Cugat Esteve Polls. Ambos, Guéra y Polls ofrecerán clases magistrales en el saloon.
¿Qué aporta el cómic al western? “Muchísimo. Lo enriquece
con arquetipos nuevos. Personajes individualistas que se mueven en
terrenos grises, en la frontera de la ley, de una ambivalencia muy
profunda. Blueberry y Comanche captaron esa atmósfera del western
crepuscular y polvoriento de los sesenta y lo esencializaron. Van sin
afeitar, sucios y seguro que el aliento no les huele bien, a diferencia
de a John Wayne. Blueberry no deja de tener mucho del Clint
Eastwood de Sergio Leone. El cómic europeo es pionero en reivindicar el
papel de los indios, un mayor protagonismo de estos en las historias y
una mayor comprensión de sus motivaciones y de identificación con sus
luchas y su trágico destino. Son series largas, que pasan por muy
diferentes etapas y en las que los personajes evolucionan de manera muy
interesante”.
Un tema novedoso en el salón es el de los cuadernos de viajes, obras
de autores que allá donde viajan lo hacen dibujando lo que ven. Un
ámbito que reúne el viaje con el cómic y que ha dado origen a obras
señeras como las del canadiense Guy Delisle, uno de los invitados de esta edición, autor de Pyongyang, Crónicas birmanas y Crónicas de Jerusalén. Se exhibirán cuadernos de varios autores de este género y el sábado tendrá lugar una muestra de sketchcrawl —salida simultánea para dibujar en grupo— en directo.
El cómic enriquece al ‘western’ con arquetipos nuevos. Personajes individualistas que se mueven en terrenos grises
Santamaría destaca la exposición sobre el centenario de Ambrós
—Miguel Ambrosio Zaragoza (1913-1992)—, uno de los grandes dibujantes
del Capitán Trueno, la dedicada al editor Josep Maria Berenguer
(1944-2012), y la tan oportuna sobre crisis y cómic. Y recuerda a
propósito una viñeta que le hizo mucha gracia y en la que un pirata
clásico vocea su grito de “Al abordaje”, mientras detrás el grumete le
puntualiza: “No, no, capitán, ahora se dice 'Al rescate”.
Entre los dibujantes que firmarán estos días en el salón figuran Aleix Saló con Europesadilla, alguien se ha comido a la clase media, Liniers, con Macanudo 8, Miguel Gallardo con su ómnibus Todo Makoki y Moderna de Pueblo con Los capullos no regalan flores (ese gran título). Habrá concurso de disfraces (de personajes del western el sábado y superhéroes el domingo), y atracciones como las presentaciones de tráilers de las películas Iron Man 3 y Lobezno 3: Inmortal (“se va a oír mucho chirrido metálico”, avanza Santamaría) a cargo de Warner y Fox respectivamente.
La cita en cifras
En el capítulo económico, Carles Santamaría señala el objetivo de
ajustarse al presupuesto, tras la pasada edición en que se disparó el
gasto. Dice que el presupuesto ha bajado en conjunto (aún están por
concretar algunas subvenciones) entre un 10 % y un 15 %. ¿Y qué tal anda
el sector en medio de esta crisis despiadada como los comanches? “Se
nota, pero el del cómic es un sector con músculo”, responde Santamaría.
“Es pequeño, con un 6 % o 7% del volumen editorial del país pero va
creciendo, especialmente por el aumento de canales de venta. Otro
fenómeno curioso que ayuda a sobrellevar las cosas es el gran número de
librerías especializadas, unas 300 en España. El del cómic es un sector
muy dinámico, con muchas novedades, en temas y formatos. Y su base es el
talento. Tenemos una cantera impresionante de autores que venden
cientos de miles de ejemplares en el extranjero, sobre todo en Francia y
EE UU”.
La piratería preocupa. “Empieza a afectar, sobre todo al manga, un
género en el que el consumidor a veces no puede esperar para disponer de
las novedades. Muchas páginas se traducen —ha crecido mucho el
conocimiento del japonés—, se escanean y se cuelgan en Internet. Se
empieza a sufrir el efecto de eso”.
El cómic electrónico “funciona relativamente, a través de grandes plataformas, como Koomic;
te puedes descargar series clásicas...”, Parecería que la virtualidad
está reñida con el disfrute del tebeo que implica tradicionalmente goce
táctil. “Desde luego no es lo mismo para los que tenemos la enfermedad
de los tebeos. El placer del cómic de papel es aún insuperable. Me he
descargado algunos pero más como adelanto de novedad”. Es que donde esté
el olor de los tebeos. ¡Aquellos de Novaro!... ¡la madalena proustina
del comiquero! “Sí, es fundamental. Son muchos los sentidos que te hacen
disfrutar un cómic”.
Los superhéroes se renuevan
Como nos estamos poniendo tiernos pasamos a los superhéroes. ¡Jope,
que la Chica Maravillosa ha cumplido 50 tacos!, eso sí que es mutación.
“Sí, y Cíclope, y Hombre de Hielo, y Ángel... celebramos los cumpleaños
de La Patrulla X, el sueño de grupo mutante del profesor Xavier, y Los
Vengadores, esa abigarrada reunión de héroes diversos, Capitán América,
Avispa, Thor... La Patrulla X y Los Vengadores en el salón, juntos pero
no revueltos”. Le pregunto por Stan Lee, progenitor de toda esa poderosa
gente. “Sigue bien, en activo, y hace cameos en Spiderman y otras versiones cinematográficas de sus personajes”.
Los superhéroes, subraya Santamaría, siguen de moda, como demuestra
la llegada de nuevas películas sobre ellos. Precisamente Iron Man y
Lobezno son miembros de los grupos homenajeados, el primero fundacional
de Los Vengadores, el segundo, añadido a la formación original de La Patrulla X.
El director del salón del Cómic, un enamorado de los superhéroes,
destaca muchas otras cosas en el panorama. “El fenómeno de renovación de
la Bande Desinée francesa, la adaptación de Millennium al cómic, obra de Josep Homs, que ha sorprendido en el salón de París, lo nuevo de Manu Larcenet.
“No para de sorprenderme la calidad de nuestro autores y cómo triunfan
en todo el mundo, y por otro lado hay que destacar el desarrollo, la
madurez increíble que está alcanzando el cómic desde el punto de vista
narrativo, con la aparición de cada vez mejores narradores gráficos”. El
lado malo del cómic es que hay tanto bueno “que falta tiempo para
leer”.
¿Y qué deparará el futuro en el salón? Le sugiero a Carles
Santamaría, en lo que pueda valer la sugerencia, que hagan algo de
aviones. El cómic y la aviación. De Michel Tanguy a esa gran serie que
es Le Gran Duc, de Yann y Romain Hugault, protagonizada por dos
pilotos rivales enfrentados en los cielos del frente ruso en la II
Guerra Mundial, el oberleutnant y as de caza alemán Wulf y la
aviadora soviética Lilye Litvasky. “Es una idea. No tardaremos mucho en
ocuparnos de los aviones, tranquilo. También están los coches. Un temazo
sería los cómics y la velocidad”, reflexiona el director del salón. De
la diligencia a los Mirage, he ahí una línea (gráfica) de continuidad de
la aventura.