Llega a las librerías de EE UU la esperadísima biografía del escritor. Sus autores afirman que dejó cinco novelas para ser publicadas anualmente a partir de 2015
El escritor J. D. Salinger juega con su perro en una imagen sin fechar. / Paul Fitzgerald./elpais.com |
A decir verdad, no hay nada que guarde relación con la vida y la obra de Salinger que no se haya repetido hasta el cansancio. El guardián entre el centeno,novela
que hizo instantáneamente famoso a su autor cuando se publicó en 1951,
es un milagro en prosa que dotó de voz a la angustia universal de la
adolescencia como jamás lo había hecho antes nunca ninguna obra
literaria. El efecto, solo levemente atenuado, se prolonga en un par de
novelas cortas y un puñado de relatos inigualables. La voz vulnerable,
inmensamente cautivadora y de una autenticidad irrepetible del
protagonista, Holden Caulfield, se coló de rondón en el corazón de
millones de lectores de todas las edades. ¿Cuántos millones,
exactamente? Solo en Estados Unidos, 60, a los que se suman 250.000 más
cada año. Si nos plegamos al criterio de las cifras, las dimensiones del
mito están más que justificadas.
La otra vuelta de tuerca del enigma que suponen los silencios del
escritor la cifra su desprecio por el mundo y sus modos. Como es sabido,
su obsesión por mantenerse al margen de la fama y el éxito que se
abatieron sobre él fue un esfuerzo absolutamente inútil que ayer recibió
otro embate con la publicación en EE UU de una esperadísima biografía
cuyos dos autores, Shane Salerno y David Shields, han empleado casi una
década y 1,5 millones de euros.
Encerrado en su casa-fortaleza de Cornish, New Hampshire, durante los
45 años anteriores a su muerte, J. D. Salinger se negó a publicar una
sola línea aunque se sospechaba que no había dejado de escribir un solo
día. Algunos capítulos de su infructuosa lucha contra la notoriedad: En
1986 logró que sus abogados abortaran legalmente el intento de Ian
Hamilton por publicar una biografía que utilizaba material no
autorizado. En 1998, un golpe bajo, proporcionado por su hija Margaret,
con quien hacía tiempo que no se trataba: la publicación de El guardián de los sueños,
memorias oportunistas que trazaban un retrato sumamente negativo del
escritor. Mathew Salinger, hermano de Margaret, denunció la burda
maniobra en una carta a la prensa, pero el daño estaba hecho. Un año
después, en 1999, Paul Alexander publicó una biografía que no tenía nada
de objetable, aunque no hacía grandes aportaciones. Tampoco arrojaban
demasiada luz sobre el enigma las memorias, publicadas en 2000, de Joyce
Maynard, quien siendo adolescente había mantenido una relación
sentimental con el autor. Salinger murió en enero de 2010. Coincidiendo
con el primer aniversario de su fallecimiento Kenneth Slawkenski publicó
una biografía tan delirantemente hagiográfica que el misterio
permanecía intacto. Tal estado de cosas se suponía que estaba destinado a
llegar a su fin con la aparición, anunciada desde hace tiempo, de Salinger, título tanto de la nueva biografía como de un documental sobre la figura del escritor.
El lanzamiento ha venido rodeado de un despliegue mediático
desmesurado y un secretismo que parecía un remedo de la conducta del
propio escritor en vida. Los responsables del lanzamiento de Salinger
decretaron el “secuestro” tanto del texto, al que teóricamente nadie
podría acceder hasta la fecha oficial de publicación, como de la cinta,
cuyo estreno oficial tendrá lugar el viernes 6 (el pasado lunes se llevó
a cabo un pase de acceso restringido durante el Festival de Cine de
Telluride, en Colorado). El director de la cinta es Shane Salerno,
conocido entre otros trabajos por ser el coguionista de Salvajes, de Oliver Stone. Salerno es también, junto con David Shields (autor de Hambre de realidad,
manifiesto en que preconiza la mezcla de géneros en la era posliteraria
en la que según él nos encontramos), responsable de la nueva biografía.
El libro incluye más de 200 entrevistas realizadas con testigos de la
vida de Salinger a lo largo de nueve años, así como 175 fotografías.
Tanto en uno como en otro caso, parte del material ha sido reciclado de
libros o artículos publicados. Asimismo, los autores han efectuado un
rastreo por los diarios de Salinger, aportando además una gran variedad
de documentos, públicos y privados, así como algunas cartas perdidas.
La estructura del libro, de 600 páginas, se hace eco del interés que
mostró Salinger durante sus largos años de reclusión por la sabiduría
vedántica. En cuanto a las tan esperadas revelaciones, la de mayor
envergadura, dada a conocer recientemente por la prensa, guarda relación
con las obras inéditas de Salinger, entre las que figuran dos ciclos de
relatos en torno a las familias Glass y Caulfield, bien conocidas por
los fans de Salinger, a los que hay que añadir una suerte de manual en
torno a las creencias védicas de Salinger y dos novelas (una de ellas
corta) cuya acción transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, y que
se ocupan de asuntos como el Holocausto, el efímero matrimonio de
Salinger con Sylvia Welter, y el espionaje militar.
Según los autores, Salinger dejó instrucciones acerca de cómo
publicar su obra inédita dosificándola a lo largo de un período de cinco
años a partir de 2015. Mathew Salinger, quien (detalle altamente
significativo) no se prestó a colaborar en el volumen, ha dado una
versión distinta de los hechos.
Según la revelación más sensacionalista, el escritor solo tenía un
testículo, y por eso, insinúan los autores, le gustaban las chicas muy
jovencitas, aunque a la hora de la verdad… raramente consumaba el acto
sexual. El problema es que la afirmación no está probada de manera
incontestable, sino que se basa en rumores y especulaciones. Salinger
tampoco se muestra muy escrupuloso a la hora de dar cuenta de uno de
los mitos salingerianos más repetidos: que la prosa del autor produce
efectos insospechados, como la necesidad de matar, como les ocurrió a
los asesinos de John Lennon y la actriz Rebecca Shaeffer, quienes
confesaron haber actuado motivados por la lectura de El guardián entre el centeno.
Otro ejemplo de la manera de proceder de los autores: Durante la II
Guerra Mundial, Salinger contrajo matrimonio con Sylvia Weller. Poco
después de llegar con ella a Nueva York, el escritor, cuyo padre era
judío, descubrió que había colaborado con la Gestapo, lo cual le hizo
anular el matrimonio. Esta alegación se sustenta más en especulaciones
que en pruebas concluyentes.
Las primeras reacciones al libro distan mucho de ser entusiastas. Michiko Katutani, del New York Times,
que figura entre las autoridades consultadas en el volumen, considera
que se trata de un trabajo poco riguroso. A Jen Chaney, del Washington Post,
el montaje le parece un golpe bajo a la memoria de Salinger. En el
mismo medio, el novelista Louis Bayard coincide con Katutani en la falta
de rigor y subraya el apresuramiento con que se ha publicado el libro.
Las reacciones al documental han sido más favorables, tal vez porque
resulte más interesante ver cómo se expresan Gore Vidal o Tom Wolfe que
leer una transcripción de sus declaraciones, aspecto que se acentúa
cuando los entrevistados se llaman John Cussack o Martin Sheen.
Pese a sus irregularidades Salinger es un libro de innegable
interés al que no le faltan méritos. El hecho de que los autores no
hayan efectuado una síntesis, optando más bien por ofrecer el material
en bruto sin juzgarlo, se presta a lecturas de distinto signo. Los más
exigentes se lamentarán del carácter excesivamente especulativo del
libro. Los cazadores de anécdotas, por el contrario, se lo pueden pasar
muy bien buceando en el texto.