Del origen de ciertas expresiones populares
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Las palabras se las lleva el viento, otra expresión popular./eltiempo.com |
“Bajo cuerda”
Suceden muchas cosas bajo cuerda. ¿De dónde
proviene la frase? Toma su punto de partida en las cortes, tribunales y
juzgados. En ellos, los funcionarios de turno ataban con una cuerda cada
expediente de un proceso judicial. Con la aparición del computador la
cuerda ha perdido importancia, pero popularmente la expresión mantiene
su vigencia. Se emplea cuando algo se hace oculta o subrepticiamente,
como pagar una comisión ilegal o poner en marcha el tráfico de
influencias. Es una manera de burlar la ley o de encubrir lo que nadie
quiere que se sepa.
“Sánduche”
Aunque la Real Academia Española no admite
nuestro sánduche, sino el sándwich con tilde en la primera vocal, la
palabra deriva del inglés sandwich. Todo comenzó en la madrugada del 6
de agosto de 1762. El noble británico John Montagu, cuarto conde de
Sandwich, jugaba a las cartas y sintió hambre. Ordenó que le llevaran a
la mesa comida fría. Pidió pan cortado por la mitad, untado con
mantequilla, relleno de un delgado jamón. Este fue el primer sandwich de
la historia, cuya popularidad es directamente proporcional a su
simplicidad para prepararlo, aunque algunos son trabajosamente
elaborados y construidos en varios pisos. En honor del conde, quien
combatió con las tropas británicas durante la revolución americana, el
capitán James Cook bautizó unas islas situadas en el océano Atlántico:
las islas Sandwich del Sur.
“Leer entre líneas”
Leer con cuidado, especialmente la letra
menuda, suele evitar muchos problemas. El origen de ‘leer entre líneas’
se debe a los criptógrafos. Estos hombres usaban un código para los
mensajes secretos que se descifraban al hacerse una lectura de las
líneas alternativas y no de seguido, una tras otra. Otra teoría sugiere
que la expresión nació de la escritura con tinta invisible de algunas
líneas de los mensajes. Hacia 1865 significaba el discernimiento sobre
un hecho notable o la búsqueda de la verdadera intención de un
documento. En la actualidad se conserva este último sentido.
La última palabra
O. Henry, el escritor norteamericano que, en
palabras de Alberto Aguirre, escribía como un hombre de la calle y para
el hombre de la calle, se llamaba en realidad William Sidney Porter.
Autor de cerca de 300 cuentos, tuvo una vida de pobreza y soledad.
Alcohólico, murió de cirrosis en 1910 a los 48 años de edad. Como
farmacéutico, conoció bien los efectos del licor, pero poco le
importaban. Sus últimas palabras fueron: “Encienda las luces. No quiero
irme a la casa en la oscuridad”. El escritor las tomó prestadas de una
canción que habla sobre un hombre que se levanta por la noche a tomarse
un trago y le dice a su esposa que él siente miedo cuando va a la casa
en la oscuridad. O. Henry, pues, rindió así un último tributo al placer
de tomarse una copa.