Ejercicios para escritores. ¿No creéis que hay demasiados?
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Escribir sin inspiración y sólo bajo la imaginación, es mi divisa literaria más perseguida como una consigna de militancia./gabriellaliteraria.com |
Libros y libros y libros y webs y libros. Todos sobre lo mismo.
Más aún, ¿qué utilidad tienen?
No creo que todos los ejercicios destinados a escritores tengan
utilidad, o por lo menos que la tengan más allá de practicar el acto de
escribir, que siempre es bueno. Pero sí que encuentro que son los más absurdos, los más inesperados, los que pueden tener un efecto más productivo. El obligarnos a pensar fuera de nuestros circuitos habituales de razonamiento y creación puede llevarnos a nuevas áreas de autodescubrimiento y habilidad, dos virtudes muy necesarias para un escritor.
Con esto en mente, os presento aquí los diez ejercicios que me parecen más interesantes de todos los que he ido encontrando,
ya sea por la manera en la que nos hacen mejorar y progresar respecto a
trama, creación de mundos o productividad, o simplemente porque me
hacen gracia.
1. Chuck Wendig: Escribe fuera de tu zona de confort
¿Te gusta escribir fantasía épica? Escribe un relatito policíaco. ¿Te
sientes cómodo/a escribiendo terror gore? Escribe un texto con tanto
romanticismo que te salga la miel por los poros. ¿Te encanta escribir
aventuras infantiles en el País de la Piruleta? Escribe una escena tan
pornográfica que luego tengas que quemarla y llamar a tu párroco local
para que venga a exorcizar la casa (o la calle entera, por si acaso). A
Chuck Wendig le encanta dar consejos de escritura, algunos buenos
(“escribe mucho”) y otros algo desconcertantes (“escribe sin
pantalones”). Y casi todas las semanas comparte algún ejercicio de
escritura en su blog, Terrible Minds. El de salir de tu zona de confort es uno de mis favoritos.
Haz caso a Chuck. Escribe algo en un género o tono que nunca has escrito.
Escribe en segunda persona del plural. Utiliza a un narrador con doble
personalidad. Escribe una aventura que tiene lugar en un sitio donde
nunca has estado. No se trata de hacer así una novela (siempre es más
sencillo y eficiente escribir de algo de lo que tengas, por lo menos,
alguna idea), pero ese pequeño texto puede abrirte las miras de forma espectacular.
Y el resultado se nota: cuando regreses a tu género y tono de siempre
(que para algo lo has elegido), podrás aprovechar todo lo aprendido
siéndole infiel (excepto la parte pornográfica. El País de la Piruleta
debe mantenerse puro e inocente).
2. The Sarcastic Muse: Que tu personaje haga algo realmente idiota
The Sarcastic Muse es
otro de esos puntos de encuentro para escritores que toca todo tipo de
temas, desde el hábito de escribir a cómo encarar los envíos a
editoriales. Este propuesta en concreto me encantó:
Have one carácter convince another to do something incredibly stupid.
(Haz que un personaje convenza a otro de hacer algo realmente estúpido).
Es probable que este sea el punto de arranque para casi todas las
películas de terror que hemos visto (y alguna que otra romántica). Nunca
se me habría ocurrido enfocarlo así, pero si se hace de una forma un
poco menos tópica (¿nos metemos en la casa encantada? ¡A que no te
atreves!), puede ser una manera muy interesante de hacer que salte el conflicto principal de una novela
o relato. Por ejemplo: para ganar una apuesta con un compañero de clase
muy irritante, un estudiante de arqueología roba una joya maldita
almacenada en el sótano de su facultad. Comienzan a ocurrirle todo tipo
de cosas terribles: su novia lo deja, le escupen por la calle, su madre
se empeña en hacer menestra todas las noches para cenar. Bueno, vale, lo
de la joya maldita también está muy visto, pero la idea es crear una de
esas escenas en las que el lector quiere gritarle al personaje: ¡No lo
hagas, pedazo de idiota! Eso.
3. The Write Practice: El viaje
The Write Practice también suele ofrecer pequeños apuntes, minúsculas ideas, para ejercicios de apenas quince minutos.
Su concepto es que tienes que escribir lo que puedas en ese tiempo
sobre el tema propuesto (esto viene muy bien para librarse de bloqueos y
de editores internos, y simplemente soltar lo que consigas soltar. Y
como los temas propuestos suelen ser temas que nunca has trabajado, aprendes nuevas técnicas y perspectivas de manera intuitiva.
A pesar de su sencillez, la idea del viaje (más concretamente, el viaje en coche, ese road trip de las películas estadounidenses) es una de las más populares de entre todos sus ejercicios.
En la novela en la que estoy ahora, por razones argumentales tenía que
hacer que dos personajes fueran de un punto A a B y me encontré con un road trip
sin buscarlo. Ahora que lo tengo, puedo sacarle un rendimiento que
nunca se me habría ocurrido. En una novela, la gente no tiene por qué ir
tranquilita en un coche (o a pie, como en el caso de mis personajes). En una novela, ese road trip puede ser la aventura en sí misma.
No hay que por qué hacer las cosas a lo George R. R. Martin cuando se
pone aburrido, y tener a tus personajes fijándose mucho en la
vegetación, clima, gastronomía y gente de las zonas que visitan. Sí, eso
es más realista. Pero también puedes hacer un Las fuentes perdidas y juntar a un grupo de locos peligrosos con un objetivo en común, dispuestos a atravesar múltiples realidades para conseguirlo.
Una variante divertida de este ejercicio sería la siguiente: crea a dos personajes totalmente aleatorios (este generador, por ejemplo, te proporciona tres cualidades aleatorias para tus personajes) y haz que recorran una distancia X juntos.
Poco a poco se te irán ocurriendo no solo sus motivos e intereses, sino
el conflicto que puede tener meter a, yo qué sé, un chico tímido,
cariñoso y romántico, cargado de frases tópicas y libros de Pablo
Coelho, con un tipo duro a lo Terminator, cargado de armas y malas
intenciones. Adelante.
4. Robert Brockway: Empieza por el final
No se trata, necesariamente, de que narres toda tu historia a lo Memento, totalmente al revés. Pero nada capta la atención del lector como un clímax narrativo ahí, al principio, sin venir a cuento
(nunca mejor dicho). Imaginaos, por ejemplo, que la historia de la
Bella Durmiente comenzara justo cuando el príncipe la besa (y sí, en
muchos sentidos empieza ahí, porque, ¿cómo lidias con un reino que ha
estado aislado del mundo exterior? ¿Cómo pagas los sueldos acumulados?
Y, más importante,¿no va siendo hora de que le escribas una nota de
disculpa a tu pobre madrastra por no invitarla a tu bautizo?).
Nota: Si este planteamiento os conduce a escribir
erótica sadomasoquista con las experiencias de la pobre Bella junto al
marvado príncipe dominante y su maquiavélica madre aficionada a las
pelotas de ping-pong, cuidadín con las acusaciones luego de plagio por parte de Anne Rice.
5. Daily Writing Tips: Persona, lugar, evento
En alguna ocasión he realizado una variante de este ejercicio utilizando los tópicos aleatorios de TVTropes, pero este en concreto tengo todavía que probarlo. La idea que nos propone Daily Writing Tips es sencilla. En un documento creas tres columnas: en la primera pones una lista aleatoria de personas (ya sean famosas o simplemente personajes también generados de forma aleatoria), en la segunda una de lugares, y en la tercera una de eventos
(aquí puedes poner eventos históricos, por ejemplo, o puedes usar la
función aleatoria de Wikipedia para ir encontrando situaciones que
sirvan). La idea es escribir un texto corto (o tan largo como quieras,
si el resultado te atrae) uniendo esas tres columnas, también de manera
aleatoria, y de paso ejercitar esos músculos creativos al enfrentarte al
problema de unificar en una sola historia (medianamente) coherente elementos que probablemente no tendrán nada en común. Y por muy ridículo que sea el resultado, quién sabe qué brote de genialidad puede nacer.
Y cuando acabes por escribir un superventas sobre la mujer peliverde y
frívola del espacio exterior que acaba atrapada en Huétor Tájar
mientras se está desarrollando una recreación histórica del asesinato de
Abraham Lincoln, más te vale agradecérmelo.
6. Literautas: Los siete pecados capitales
El blog de Literautas está lleno de ejercicios interesantes; además,
suelen venir con fichas de trabajo y tienen un grupo propio en Goodreads
donde los participantes comparten y comentan sus actividades. Personalmente me quedo con este ejercicio, que cito aquí:
(…) tenéis que elegir entre uno de los 7 pecados (ira, gula, pereza, envidia, avaricia, lujuria o soberbia) y escribir una lista de palabras que os parezca que están relacionadas con el tema. De esa lista, tenéis que hacer una pequeña selección (unas 15 palabras como mucho) con las que más os gusten u os resulten más sugerentes.
A continuación, tendréis que escribir un texto a partir de la lista de palabras seleccionadas. Y a ver qué sale.
¿Qué pecado elegiríais? Tal vez haya que quitar el de lujuria de la lista, por aquello de ser el más evidente. Y tal vez merecería la pena hacer esta actividad con todos los pecados, para estrujarnos aún más el cerebro.
Recordad, eso sí, que luego tenéis que bañaros con agua muy fría,
restregaros bien con lejía, rezar tres avemarías y leer un libro de
autoayuda. Por si acaso, que luego se os quedan las ideas malvadas ahí
pegadas en la boca del estómago, como lapas, y acabáis torturando y
matando a gente, como todos sabemos que hacen los autores de novelas que
no tienen corazones en la portada ni señoras mirando al mar.
7. Write To Done: 7x7x7
Como correspondía para el punto 7, ahora voy a hablar del 7x7x7
(mirad qué buen ejemplo os acabo de dar de qué no se debe hacer en un
artículo: repetir y explicar lo evidente. Lo sé, lo sé). Write to Done está llenito de recursos para escritores (su título ya es por sí mismo un gran consejo para autores: “Escribe hasta que termines”), y en su página de ideas para escritores encontré este ejercicio, que me parece muy interesante:
Find the 7th book from your bookshelf. Open it up to page
7. Look at the 7th sentence on the page. Begin a poem that begins with
that sentence and limit the length to 7 lines.
(Busca el séptimo libro de tu estantería. Ábrelo por la página 7. Busca la séptima frase de esa página. Escribe un poema que arranque con esa frase y limítalo a siete versos).
Hay muchos juegos por redes sociales de “comparte lo que pone en la
línea x del libro que estés leyendo”, pero pocos te piden que además
escribas un poema, así que me parece muy original. Eso sí: muchos libros no empiezan hasta después de la página 10 u 11.
Propongo pasar a la página 70 cuando esto ocurra, o cambiar de libro
(¿tal vez el séptimo libro de la siguiente balda de la estantería?).
¡Alerta!: Tened cuidado y no llevéis demasiado lejos
lo de usar el número siete de setecientas maneras y combinaciones
distintas en vuestros textos. Los números tienen poder, y luego acabáis
abriendo portales interdimensionales sin daros cuenta y nos toca pelear
(¡otra vez!) contra bichos sobretentaculados del tamaño de un
rascacielos. Godzilla ya va viejo para esto, pobre.
8. Alberto Chimal: Escribe tu sueño
Encontré más ejercicios literarios en la web del escritor Alberto Chimal, pero la mayoría no me llamaban mucho la atención, tal vez porque no son lo bastante extravagantes para mí
(si es que existe siquiera algo lo bastante extravagante para mí). Pero
estoy muy de acuerdo con él en uno de los puntos que propone: escribir los sueños. Es algo que he hecho con frecuencia y los resultados son muy llamativos. Chimal propone hacer lo siguiente:
Escribir en tercera o en primera persona un sueño que se
haya tenido. Mientras más extraño el sueño, mejor. No se trata de
interpretarlo: simplemente hay que relatar los sucesos raros, y a veces
imposibles, que se pueden experimentar cuando se sueña. Éste es otro
paso importante: sirve para empezar a contar cosas que no sucedieron, es decir, a escribir ficción.
Aunque no sigas al pie de la letra el ejercicio propuesto, apuntar lo
que sueñas siempre ayuda a ir sumando a ese gran banco de ideas sobre
las que escribir (y cuanto más agites y mezcles las ideas en ese banco,
más interesante será el resultado). Es en nuestro subconsciente donde se forman las asociaciones más extrañas y originales, es solo cuestión de saber aprovecharlo. Con esto me divertí especialmente al escribir El fin de los sueños:
hay una escena en concreto que está sacada de un sueño que tuve cuando
era una niña. El sueño se quedó clavado en mi memoria (tal vez lo conté o
lo apunté, por eso lo recuerdo) y desde entonces estaba rabiando por
salir. Por sí solo no es nada especial, pero, al ser tan vívido,
recuerdo tan bien las sensaciones que me produjo (tacto, olores,
temperatura, etc.), que pude narrarlo de una manera mucho más intensa que de haberlo tenido solo en mi imaginación.
9. Meredith Sue Willis: Recortar sin piedad
Este ejercicio no dice nada nuevo, y lo atribuyo a la profesora de escritura creativa Meredith Sue Willis como podría atribuirlo a un editor de Stephen King o a mil profesionales del tema que lo han sacado a colación. Pero sigue siendo igual de importante y eficiente que siempre. Es un ejercicio de revisión, pero también ayuda a reconocer nuestros excesos a la hora de escribir. Consiste en lo siguiente:
Take a piece (an essay, a chapter, a scene) that you
think is pretty close to finished. Copy it to a new file, or a new sheet
of paper (however you like to work). Do a word count, and then cut away
one quarter of the words. Yes, cut your precious work until it is only three-quarters of what it was.
Dare you try again and bring it down by one-third? Is one-half a possibility?
Sometimes an arbitrary assignment like this will help
you tighten. You are forced to make choices, lose some adjectives and
adverbs, move closer to the heart of what you have to say.
(Coge un texto [un ensayo, un capítulo, una escena] que
creas que está ya casi terminado. Cópialo a un documento nuevo o a una
hoja limpia de papel [según como te guste trabajar]. Cuenta las palabras que tienes y luego elimina una cuarta parte de esas palabras.
Sí, recorta tu precioso trabajo hasta que solo queden tres cuartos de
lo que era. ¿Te atreves a intentarlo de nuevo y recortarle otro tercio?
¿Y dejarlo a la mitad?).
Esto es duro pero necesario. Aprendes a
utilizar las formas precisas, a eliminar lo superfluo, cuando no tienes
más remedio. ¡Fuera esos adjetivos adorados! ¡Fuera esas subordinadas
que no terminan nunca! Mira tu texto ahora, mira ese esqueleto triste
que te mira, tiritando. Dale un adjetivo, solo uno, para que se tape un
poco. Bueno, venga, otro más.
¿Has visto qué sexy te ha quedado?
Casi todos los escritores escribimos de más.
Escribimos del tirón, gustándonos, queriendo utilizar todas las
palabras del diccionario, de la forma más rocambolesca y perifrástica
posible. En cualquier revisión debemos intentar simplificar y recortar
algo, pero un ejercicio así de brutal puede ayudarnos a entender, mejor que nunca, qué es estrictamente necesario para comunicarnos con eficiencia y con densidad, y qué no. Seamos más conceptistas (cargando cada frase y palabra de sentido, haciendo que cada vocablo cuente) que culteranos, locos por enseñarle al mundo cuántos sabemos.
10. Jeff Nunokawa: Recortes literarios en Facebook
Nunokawa typically takes a literary quotation—Edmund Spenser, James Merrill, Joni Mitchell—and elaborates upon it,
sometimes for a line, sometimes for a paragraph or two. Nunokawa’s
notes are meditations: half literary-critical, half confessional. He
writes one a day. “I write as soon as I wake up,
because that is when I am most alert and most anguished,” he said. “Each
one takes between twenty minutes and four hours to write.
(Nunokawa suele coger una cita literaria —Edmund Spenser, James Merrill, Joni Mitchell— y reflexiona sobre ella, a veces con solo una línea, a veces con uno o dos párrafos. Las notas de Nunokawa son meditaciones: medio literario-críticas, medio confidenciales. Escribe una al día.
“Escribo en cuanto me levanto, porque es entonces cuando estoy más
alerta y con mayor angustia —dice él—. Cada nota me lleva entre veinte
minutos y cuatro horas”).
Nada nos da más ideas que leer textos escritos por otros, sobre todo si son buenos textos.
Pero el acto de reflexionar, darle vueltas al texto, es incluso mejor:
nos ayuda a entender mejor la técnica, la intención y el arte que hay
detrás; y esos tres elementos son aplicables, cómo no, a nuestro propio
acto creativo. No digo que llenéis vuestro Facebook a diario con este
tipo de cosas, pero no está mal dedicar a veces las redes
sociales o los blogs a compartir con los demás las emociones, ideas y
demás que se despiertan en nosotros cuando leemos algo que nos ha hecho
detenernos, aunque sea un momento, a sentir y a pensar. Cada vez es más frecuente leer rápido, con prisa por terminar, por añadir otro “leído” a la estantería de Goodreads o a nuestro récord personal de tareas completas. Pero el slow reading, esa lectura con amor e intensidad, es siempre una experiencia mucho más fructífera.
Me detengo aquí, aunque podría seguir. Ejercicios ya sabéis que los hay a montones.
Diría que estos son útiles, entretenidos y reveladores. También diría
que todos estos ejercicios son más divertidos si se hacen con otros
escritores (comparar luego los resultados puede ser sorprendente y muy
educativo). Así que si tienes un taller, un club, un grupo, una tertulia
o simplemente un amiguete aficionado con el que te comunicas por email,
no tienes más que compartir alguna de estas actividades con ellos y ver qué resulta.
Pero cuidado. A ver si os va a gustar y le vais a dar a esto de escribir en serio.
No seáis locos. Huid, que todavía estáis a tiempo.