viernes, 26 de junio de 2015

Óscar Collazos y "La generación del bloqueo y del estado de sitio"

En memoria del recién fallecido escritor Óscar Collazos, su colega Isaías Peña recuerda en su blog una de las primeras obras de él que destacó en El Espectador

Óscar Collazos con una de sus últimas novelas en la mano: Señor Sombra. /elespectador.com, isaiaspenag.blogspot.com

Óscar Collazos (1942-2015)

1.
Primer libro de cuentos
 de Óscar Collazos
Hacia 1970, comencé una investigación –sin patrocinio alguno- sobre literatura colombiana. Tomé una muestra de 23 narradores nacidos en la década del 40 (o muy cerca de ella), levanté la bibliografía de cada uno de ellos (activa y pasiva) y les formulé una entrevista piloto en la búsqueda de la relación causal entre el pensamiento del escritor y su producción literaria. Los resultados se publicaron en el libro –mi primer libro individual- La generación del bloqueo y del estado de sitio (Bogotá, Ediciones Punto Rojo, 1973, pp. 253). De los nueve escritores desaparecidos de aquella lista, Óscar Collazos ha sido el último. Le antecedieron: Eutiquio Leal, Helena Araújo, José Stevenson, Humberto Tafur, Alberto Duque López, Germán Espinosa, Arturo Alape y Jairo Mercado. Y recuerdo estos datos porque uno de los escritores jóvenes, para entonces, con mayor número de publicaciones, fue Collazos, “el negro” Collazos, como se le decía en familia. A partir de esos años, lo vimos crecer muy rápido. Sus dos primeros libros (de cuentos) habían sorprendido a todo el mundo. Hoy, siguen sorprendiendo: El verano también moja las espaldas (publicado en 1966 por Ediciones Papel Sobrante, de Medellín, una empresa quijotesca de Manuel Mejía Vallejo, Oscar Hernández y Darío Ruiz Gómez, entre otros, y Son de máquina, publicado por Ediciones Testimonio en 1968, otra quijotada de David Consuegra (1939-2004), el gran diseñador y artista colombiano, fundador de la revista literaria Nova, donde apareceríamos publicados cuentistas jóvenes, premiados en el concurso organizado por David y el poeta Eduardo Galindo).
Sin embargo, la historia y la reseña analítica de la obra de Collazos, como la de aquellos que conformaron esa rica generación de la década del 70, que también llamé la “narrativa del Frente Nacional”, sigue sin escribirse. ¿Cuántos libros dejó Oscar publicados? Yo apenas tengo una quincena. ¿Y la cantidad de ensayos y artículos que dejó regados por América Latina y España?
Transcribo a continuación una reseña que publiqué hace 40 años, en 1975, en El Espectador –sin los cambios que quisiera hacerle, para que fuera más clara; las columnas obligan a la elipsis-, sobre su primera novela, de la época cuando apareció, en la misma colección de la Editorial Planeta, la novela El cadáver, de Benhur Sánchez.

2.

Collazos, novelista

Isaías Peña Gutiérrez
Primera novela
de Óscar Collazos
No es que la literatura se divida en urbana y rural según su tema, como desde Luis Alberto Sánchez o antes se pretendía. Y si fuera así, la clasificación sería más nonata. Es que si José Félix Fuenmayor termina su libro La muerte en la calle  (también Sudamericana de Buenos Aires tiene una edición) con un cuento que es canto popular a Barranquilla, precisamente, cuando muere el viejo piquero Juan, de extracción campesina, es porque, como un símbolo advertido o apenas intuido, Fuemayor significaba con su nueva perspectiva socio-literaria (nueva expresión, nuevo sentido) un ingreso definitivo al mundo-ciudad, en una literatura que había sido siempre manifestación de un hispanismo añejo y conservador (rural, en fin de cuentas). Ahora, esa nueva perspectiva o tendencia la encontramos en la primera novela de Oscar Collazos. (1)
Al decir que con Crónica de tiempo muerto hemos ingresado a una etapa nueva en nuestra literatura, queremos dar a entender que se ha logrado el tránsito, lento y paulatino, de una literatura que vivió largos años en el campo, merodeó otro tanto en el caserío, abordó el pueblo –hasta donde llegaría García Márquez-, atracó en el suburbio de la Gran Ciudad, que era la manera de prolongar esa existencia rural-semifeudal, y ahora ha llegado al centro de una era que han llamado capitalista dependiente, donde la Gran Ciudad es motor y fuente del desarrollo de la sociedad. (Y las homologías resultan, desconcertantemente, ciertas).
¿Cómo ha armado Collazos -acudiendo al leitmotiv de la novela, innecesario en nuestra opinión- su novela?
Un autor-narrador-soporte, que con gran habilidad estilística logra camuflarse en una primera persona polisémica (por eso decimos que sobran las excusas al lector), ha llegado a su barrio -ya es un acuerdo- y se ha instalado en la ciudad, Bogotá. Ahora, en una semana, con los tres tiempos, compone una novela, donde son ejes principales, duramente contradichos, Mario y Marta, quienes se debaten entre el pasado y el futuro que acá tiene nombre propio -sus clases sociales-, en presente caótico y desesperadamente difícil. Alrededor de ellos, permitiendo esa lucha que se libra en toda la novela -es la derrota o la superación-, Stella y Roberto, dos escépticos fumadores de yerba; Álvaro, el político oportunista de izquierda, Jorge Zapata, dirigente político de procedencia pequeño burguesa, en desplazamiento supuesto, y Piedad, la “hija alternativa”, vencedor y vencida en una tarde de jardín con Mario. En torno al eje principal, también, suceden cosas (del pasado) que permiten ubicar mejor ese “tiempo muerto” de Mario (¿Oscar?): las luchas estudiantiles, las torturas a los presos políticos, el cuestionamiento de la vida en Madrid o Paris, la presencia del sexo como valor social. Donde sexo y luchas sociales serían las coordenadas generales.
Libro polémico este que nos entrega Collazos. Los problemas de un sector ambiguo de la sociedad que al lado de las luchas estudiantiles del 60, cristalizó o se rompió. Una ciudad parcelada por la riqueza y la pobreza que todavía aparece a través de un metalenguaje, aunque sublevado.
Crónica de tiempo muerto, como testimonio de un des-clasado –Mario Fernández-, a quien le preocupa “el paso más largo” que tendría que dar para sobrevivir a ese pasado y presente, tenso e intenso, pero “muerto” por lo mediocre y desechable.
(1)Oscar Collazos, Crónica de tiempo muerto, Barcelona, Editorial Planeta, 1975.

(Publicada en El Espectador, Bogotá, 11 de julio de 1975, en mi columna semanal “Libros de actualidad”).