El escritor y cineasta estrena la primera parte de la que dice será su última película: Invierno.
Se trata de una producción de cinco horas de duración acerca de un
autor en crisis y dispuesto a dar la gran sorpresa de su vida con su
nueva novela
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Alberto Fuguet estrena Invierno, un filme de cinco horas de duración./latercera.com |
Que nadie se atreva a llamarlo Alejandro, pues se llama Alejo, Que el
atrevido invitado a la casa de su mejor amigo no le diga otra vez
“perrito”: Alejo detesta esos modismos de segunda clase. Que nadie jamás
entre a su casa, porque este escritor apenas deja que lo visite la
inspiración. Hipersensible y con tendencia a la melancolía, Alejo Cortés
es también un hombre levemente intratable. Un amigo difícil que el buen
Jose soporta sólo porque su lazo de unión es casi homoerótico.
En la nueva película de Alberto Fuguet, un filme coral de casi cinco
horas de duración que llamó Invierno, Cortés es la piedra angular de la
primera de sus tres partes. Pero también es una piedra en el zapato, un
irritable y taciturno escritor que durante el día tipea y tipea sobre su
teclado para dar con el tono, el drama y la comedia de Caída libre, su
nueva novela. Seis meses más tarde, Alejo Cortés (Matías Oviedo) lanzará
la obra a través de un golpe noticioso de proporciones. Nadie lo
espera. Nadie ni siquiera lo sospecha.
Para Fuguet, que acaba de publicar Todo no es suficiente (una extensa
crónica sobre el malogrado autor uruguayo Gustavo Escanlar), Invierno
es por ahora el punto final de su carrera como cineasta, que se compone
de cinco filmes. “Por ahora es así. Siento que ya estoy un poco viejo
para estas cosas. He hecho cinco películas y básicamente cumplí con mi
cuota de cine en el mundo. Hacer Invierno me agotó y recorrer el resto
de los circuitos, que implica festivales, tratar de mostrar en Estados
Unidos y todo eso, es demasiado. Quizás con 20 años, pero no a mi edad.
Por lo demás estoy orgulloso de haber hecho todas las películas solo,
sin un peso del Estado. Nunca nos fue bien en las postulaciones, pero al
final terminó siendo mejor”, comenta. Sin embargo, cuando Fuguet habla
de nunca jamás sabe que pisa un terreno minado y se apresura a bromear:
“Aunque por otro lado, Frank Sinatra se la pasaba anunciando su retiro”.
Las cinco horas de duración de Invierno son un riesgo que el director
ve como absolutamente coherente con sus objetivos: “De eso se compone
la creación, de riesgos. ¿Por qué no correrlos? Nunca me impuse hacer
algo más corto que esto y es la única forma en que podía contar estas
historias corales. No quería hacer un cuento, sino que una novela
fílmica. El estándar de las dos horas es una norma de Hollywood de la
que no estoy preso. El cine es un arte muy joven y nada está dicho para
siempre, Sé que no es comercial hacer una película que dure tanto, pero
tampoco soy un tipo que haga cine de ese tipo. Esto no es Jurassic Park.
No, prefiero decir que Invierno es una jugada más punk, hecha entre
amigos, con poco dinero. Si va mucha gente, excelente, y si van 30
personas, bien también”, explica.
La primera parte de Invierno se exhibirá desde mañana en los
Cineplanet Costanera Center y La Dehesa y el plan es que sucesivamente
se estrenen la segunda y tercera. Antes ya se dio en Chile íntegra en el
Festival del Bío Bío y se estrenó mundialmente a principios de abril en
el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici), donde las
críticas fueron particularmente felices. “La dieron a las 12 del día en
el Village Recoleta de Buenos Aires: calor, mala hora, no la mejor de
las plazas para este tipo de cintas que deberían ir más en la noche.
Pensé que nadie iría, pero al final se convirtió en un pequeño éxito
entre el público”, dice Fuguet.
Definida por él mismo como “película coral”, Invierno articula las
vidas de varios personajes, todos más o menos conectados con Alejo
Cortés, un tipo demasiado sensible para el mundo que a diario le toca
habitar. Está su mejor amigo Jose (Pablo Cerda), un autor de jingles que
se toma la vida con una ligereza que envidia Alejo; su hermana mayor
Leo (Katherine Salosny), mujer que ya viene de vuelta de lo bueno y malo
del amor y que se siente responsable por Alejo; Nazareno (Tomás
Verdejo, de Los 80), publicista de mente rápida y gran olfato monetario;
Tomás (Pedro Campos), estudiante de literatura soñador e ingenuo,
admirador incondicional de la obra de Alejo Cortés.
La película da a entender que el escritor no engancha con los tiempos
y que despotrica de su propia obra, empezando por Fast forward, su
primera novela, un título que evidentemente se conecta a Por favor,
rebobinar del propio Fuguet. ¿Cuánto de él coexiste en el asocial
Cortés? “Poco a estas alturas. Tengo formación de periodista y siempre
tuve claro que hay publicidad, marketing y que el mundo no es blanco y
negro, ni que se divide en buenos y malos. Alejo, por el contrario, es
un tipo binario: todo es bueno o malo para él y no ve matices en la
vida. Le teme a la prensa, a la exposición, a la farándula y, además, es
muy testarudo. Y, claro, es alguien muy frágil”.
La película también le sirvió a Fuguet para reencontrarse con
Katherine Salosny, con quien compartió pantalla televisiva a fines de
los 80 en Extra jóvenes y luego a inicios de los 90 en Ene TV: “Hay algo
de mito urbano en la relación entre nosotros. La verdad de las cosas es
que aparte de esos programas no la vi mucho más. No sé nada de los
matinales de TV, por ejemplo. Sólo me constaba que había actuado en
teatro, que había hecho monólogos de obras inglesas y que es muy capaz.
En el set me lo demostró. Yo creo que es nuestra Julianne Moore”.