El escritor irlandés publica El invierno del lobo, un nuevo título protagonizado por el detective Charlie Bird Parker
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John Connolly, autor irlandés de El invierno del lobo./Joan Cortadellas/elperiodico.com |
Charlie Bird Parker empezó su trayectoria hace 16 años y 12 libros
como un policía de Nueva York abrumado por el asesinato de su mujer y su
hija. Libro a libro se ha ido desvelando que está inmerso en un juego
en el que intervienen ángeles caídos y vengadores, individuos
misteriosos como el Patrocinador Principal y el Coleccionista y
siniestros dioses telúricos, El Que Espera Detrás del Espejo, El Dios de
las Avispas, El Dios Enterrado, el Hombre Verde... John Connolly
(Dublín, 1968) sigue desarrollando esa fascinante combinación de novela
negra y fantástica en su último título publicado en España, El invierno del lobo
(Tusquets). En Prosperous, un idílico pueblo de Maine donde ha
desaparecido una joven, un extraño culto pervive en una iglesia
trasladada piedra a piedra desde Inglaterra.
-Tras su anterior libro, La ira de los ángeles, dijo que el siguiente añadiría poca información de esa mitología. Pero El invierno del lobo sigue desvelando bastantes detalles.
--De hecho, el libro que se publicará el año que viene en España, Una canción de sombras, cambia bastante todo. Pero El invierno del lobo
era necesario para señalar este camino: los libros de la serie ya no
pueden repetirse después de lo que sucede en este, que acaba con Parker
en un lugar muy extraño. Parte del placer radica en leer los libros de
manera secuencial. Pero como en la tradición de la novela negra cada
novela es un compartimento estanco, se trata de un acto de equilibrio,
de dar pistas para el lector pueda empezar a leer también por este
libro.
-¿Introducir lo fantástico rompe también las reglas del
género negro, o más bien recupera sus orígenes en la novela gótica, de
misterio y horror?
-Lo segundo, absolutamente. Edgar Allan Poe ya lo hacía. Recientemente he leído las entrevistas póstumas a Ross MacDonald en Rolling Stone.
Establecía una conexión muy clara entre las novelas góticas y las de
misterio. La novela gótica se siente fascinada por el bien y por el mal,
por las familias, por la historia. Y sí, algunas novelas góticas
coquetean con lo sobrenatural. Siempre he considerado que la novela
negra y la novela sobrenatural están mucho más cerca de lo que parece.
Ambas tratan sobre la intrusión. En una novela negra esa intrusión es
humana, es un criminal, un asesino. En una novela sobrenatural es una
entidad no humana. Pero las consecuencias son las mismas. Cualquiera que
sea víctima de un crimen nunca vuelve a sentirse seguro en el mundo.
Tus presuposiciones sobre cuáles son las reglas que nos rigen quedan
completamente minadas. No me parecía que hubiese nada malo en reunir
estas dos tradiciones porque se complementan perfectamente. El rechazo a
la mezcla de géneros tiene motivos comerciales. Cuando Dickens escribió
el Cuento de Navidad, nadie le dijo 'Charles, ¿qué hace aquí un fantasma? ¡Lo tuyo es el realismo social y esto tendrá que ir a otra estantería!'
-El miedo y el espanto sería lo que tendrían en común novela negra, de misterio y de terror.
-Por
supuesto, el miedo. Todas tratan sobre el miedo. La novela policial
parte de las bases de la racionalidad, de que el mundo en el que vivimos
es lógico. Pero eso es una capa finísima por encima de la realidad. El
mundo es mucho más extraño de lo que pensamos.
-La novela
negra norteamericana no tenía esos elementos fantásticos pero sí inició
una tradición de realismo social y denuncia. En estos momentos quizá sea
más necesaria.
-No estoy muy seguro de que la ficción tenga
algún tipo de obligación hacia la realidad. Desconfío muchísimo de la
novela negra como crítica social. Yo creo que su preocupación debería ir
más allá, ser más profunda, buscar verdades esenciales. No creo que
reflejar una crisis como la irlandesa tenga que ser su objetivo
principal. No debe sermonear. Aunque a cierto nivel hay mucho de crítica
social en El lobo de invierno...
-Y en la novela anterior, con los telepredicadores conservadores.
-Sí, pero está disfrazado. No quiero que los lectores sientan que les doy un mitin. Pero, por ejemplo, en El invierno del lobo los
habitantes de Prosperous representan una mentalidad muy extendida en
los EEUU de que no existe ninguna obligación hacia la sociedad, solo
tienes que preocuparte de tu familia y de los vecinos que se parecen a
ti, y a los pobres, que les den. La gente de Prosperous piensa que han
sido bendecida por Dios.
-En su caso, por un Dios.-Sí.
Y en América mucha gente que es rica está convencida de que lo son
porque Dios les sonríe, que la riqueza es una recompensa. Y el corolario
es que la pobreza es una especie de castigo merecido. Si hubiese
escrito algún tipo de credo anticapitalista, nadie lo hubiese querido
leer. Y aún así recibo cartas durísimas en EEUU porque consideran que
soy excesivamente progresista. Esto nos lleva a un punto que es muy
interesante. Esta gente no entiende nada. La novela policiaca trata
sobre el Estado, sobre una institución que se debe al derecho, no a la
justicia. La novela policiaca es esencialmente conservadora. La novela
negra tal como se desarrolló en California a partir de la Cosecha roja
de Hammett está protagonizada por detectives privados, individuos que
tratan con individuos. Esa novela negra siempre ha estado del lado de
los pobres.
-Volvamos a lo sobrenatural. Enfrentarse a
un dios o a un demonio, y no a un simple criminal, añade estatura al
protagonista de una novela.
-La mayor parte de los delitos
son comprensibles: la gente actúa por furia, por rabia, por egoísmo, por
miedo. Las novelas de Charlie Parker preguntan: ¿existe una fuente
mucho más profunda que todo esto? ¿Llevamos dentro la semilla de un mal
preexistente? Parker se enfrenta a criminales normales, comprensibles:
asesinos, ladrones... Pero también a un juego del que nadie está seguro
con qué reglas se juega.
-En sus libros siempre hay la parte
de Angel y Louis, con armas, asaltos con visión nocturna y explosivos de
película de acción. ¿No son un elemento extraño?
-Bueno,
siempre buscas un contraste. Entre esa iglesia tan extraña que hay en un
pueblo de Nueva Inglaterra, con dioses paganos, y estos elementos del
mundo moderno.
-¿La secta de la Familia del Amor realmente existió?
-Esta
secta existió realmente. Eran mucho más que una secta inconformista. No
creían en ese dios de la trinidad, creían que existía un dios anterior
que se manifestaba a través de la naturaleza. Eran panteístas, capaces
de matar a personas para protegerse a sí mismos, una gente muy extraña.
Aún es más extraño que la parte más blanda de ese culto acabase
confluyendo con los cuáqueros. Pero su líder desapareció, y muchos de
sus seguidores. Como escritor, cuando te encuentras con algo tan raro
como eso es un regalo.