Las series para Internet están consolidando una nueva industria para la ficción. Creativos, productores y actores cuentan por qué eligen esa plataforma, cómo funciona el negocio e imaginan lo que se viene
La tele consume el cine./revista Ñ |
Hace rato que seguir una serie no requiere de sentarse a una
hora determinada frente a la televisión, una entre tantas costumbres que
Internet ha ido modificando. Pero además de las nuevas formas de acceso
al contenido (con el famoso on demand a la cabeza), Internet
ofrece un nuevo formato para la ficción: las webseries. No son productos
de la tele o el cine disponibles en la Web sino series nacidas para
Internet. Capítulos cortos, personajes con rasgos exacerbados, buena
música, una estética por momentos cercana a la publicidad o al videoclip
, son algunas de las características de este fenómeno, que viene
creciendo principalmente de la mano de artistas y productores que
apuestan a trabajar con menos presupuesto y mayor libertad artística.
Filmada a bordo de un crucero, Embarcados
(2008) fue una de las webseries que mayor repercusión tuvo en los
últimos años, cuya primera temporada se emitió por MSN Argentina. Esta
historia –que cuenta las peripecias de una familia que gana un crucero a
Brasil– fue lo primero de Mancha, la productora que fundaron Santiago
de Bianchetti y Leonardo Zanutto en 2008, luego de ciertas malas
experiencias con la televisión. “A la tele es muy difícil llegar con tu
idea tal como la pensaste, no importa tanto el contenido sino cuestiones
más políticas. En Internet, hay que rebuscárselas porque los costos son
mucho más bajos, pero los proyectos se mueven con energía. Por eso se
ven cosas que en la tele no aparecen, temáticas marginales que están
ahí, esperando salir”, afirma de Bianchetti. La segunda temporada de Embarcados superó el millón de vistas y recibieron la propuesta de adaptar la serie a la televisión.
Maximiliano Gutiérrez y Diego Villanueva llevan 8 años pensando ficciones para Internet con su productora PPCC. Comenzaron con El vagoneta
, cuatro amigos que planean ideas para no trabajar más. Fue la primera
webserie en Argentina en pasar al cine. Pero el éxito fuerte vendría con
La pareja del Mundial (difundida por clarín.com), la
historia de un fanático del fútbol que se gana entradas para el mundial
de Sudáfrica 2010 justo cuando está por nacer su primer hijo. Superó los
3 millones de vistas. “Estamos encontrando un estilo y un lenguaje que
ya está generando un público”, asegura Gutiérrez.
Otra de las producciones de Mancha es Combinaciones
(2010), ciclo de diez unitarios filmados en el subte que se pudo ver
por lanacion.com. Contó con la participación de más de 70 artistas y
músicos como Luis Ziembrowski, Oski Guzmán, Kevin Johansen o Leo García.
Las insólitas historias –que incluyen desde una comedia romántica hasta
una de ciencia ficción– recibieron el Martín Fierro a “Mejor ficción en
Internet” en 2011, un reconocimiento que asume a las webseries como
parte del mundo del espectáculo y que en 2012 recibió El rastro , una serie pensada para Renault.
En 2010, se lanzó Yo soy virgen
, una miniserie musical para público adolescente producida por Escena
Catorce. Auspiciada por MSN y Novebox, tuvo 5 millones de espectadores:
50 por ciento de Argentina y 50 por ciento entre México, España, Israel y
otros países. “La diferencia de filmar para Internet es que el
espectador tiene mucha distracción y puede cambiar con un click ,
entonces hay que captar la atención todo el tiempo. Por eso se generan
contenidos cortos pero donde todo el tiempo está pasando algo”, cuenta
Juan Paya, director general y fundador de la productora.
Según Roxi
(2012) es una serie sobre la maternidad escrita y protagonizada por
Julieta Ottero que surgió del blog de la actriz. Ente Youtube y MSN,
llegó al millón de vistas. Fue la primera ficción producida por La
Maldita, la productora de Lucas Mirvoi, quien coincide con sus colegas
en la libertad que ofrece el nuevo medio para la ficción. “Los
presupuestos son menores pero se puede arriesgar y experimentar más. En
la tele, podríamos decir que Graduados fue algo arriesgado, pero en general no sucede”.
Internet
también resulta un medio atractivo para los actores. Así lo creen
Natalia Santiago e Iván Esquerré, los protagonistas de Vera Blum, una historia de amor y de rock
(2013), una de las últimas series de PPCC, atravesada de principio a
fin por el sonido del rock nacional. “En Internet todavía hay una cierta
libertad para crear que no sentí en tele. A nivel personaje se puede
componer un montón y es como más cooperativista, podés decirle al
director: se me ocurrió tal cosa, no me gusta el final”, dice Esquerré.
“En tele ya están posicionados quienes dirigen, quienes escriben,
quienes actúan”, agrega Santiago. Ambos coinciden en que las webseries
tienen algo del cine y de la publicidad. “Siempre se va a la efectividad
porque los tiempos son más cortos, una cuestión más publicitaria”, dice
Santiago. Si bien en cine se hacen muchas más tomas por escena,
explican que el registro de una sola cámara y el tipo de iluminación se
asemejan al cine.
La revista NAH! es otro de los actores que viene apostando a Internet. En sintonía con su línea humorística, lanzaron Ramiro Agujis
(2010), que ironiza sobre el universo de los creativos publicitarios y
que llegó a su cuarta temporada. “Tenemos un espíritu bastante lejos de
los límites y, en ese sentido, estamos muy pegados al concepto de
Internet”, resume Sebastián Rodas. Comenzaron en 2008 con Cariló (2008), una serie producida para la marca Camel, cuando todavía no existía la regulación de tabaco para Internet.
La
participación de las marcas dentro del contenido establece de alguna
manera la diferencia entre dos tipos de series: las que buscan
claramente publicitar un producto y las que no. No obstante, Rodas
sostiene que “la principal regla de la serie Web es que no tiene ninguna
regla y, si la tiene, la pierde a los dos minutos” y que por eso hay
que estar preparado “para tener versatilidad y saber que la libertad se
acaba cuando aparece el presupuesto, porque hay más gente viendo qué se
hace con el dinero”.
Desde Mancha aprovechan el espacio del sitio
alrededor de la serie, “donde las marcas pueden participar sin cierta
careta y sin andar atacando todo el tiempo el contenido”. Para Maxi
Gutiérrez, la idea es “filtrar los valores de la marca, del cliente, a
los personajes, traducir esos valores a representaciones”.
De
Bianchetti pone el énfasis en señalar que “la asociación con los medios
no es muy natural” ya que “si bien ofrecen la garantía de tener millones
de visitas por día, es la productora la que corre con todo el riesgo”.
Generalmente los medios aceptan el contenido y lo venden a anunciantes,
ese dinero se divide entre el medio y la productora. “Ellos están
acostumbrados a vender un banner , entonces cuando tienen que dividir la
venta con vos, piensan que se pierden de vender otra cosa”. Lo que es
cierto es que –como dice Juan Paya– las marcas todavía no apuestan
ciento por ciento a Internet. “En el caso de las series que tienen la
intención de promocionar un producto puede ser que resulten más
rentables, pero al ojo del espectador son publicidades encubiertas”.
Existen
también las plataformas de crowdfunding , donde se accede a
financiación colectiva. Se sube el guión a un sitio y los interesados
aportan dinero para que pueda filmarse. Hay experiencias interesantes,
como los cortos de Mamá, soy gay , idea de la actriz Sofía Elliot, que logró financiar el primer capítulo a través de idea.me, plataforma de para América Latina.
Más
o menos cerca de la publicidad, productoras y artistas parecen
encontrar en Internet un espacio que se ajusta a sus aspiraciones
creativas: más cerca del disfrute de la experimentación que de la fama.
“Internet permite la aparición de otras voces minoritarias o menos
comerciales –resume Ottero– que se pueden llegar a transformar en
masivas. Si lo que estás haciendo es bueno, puede llegar a mucha gente
sin intermediarios”. Si bien todos los medios parecen complementarse,
desde la televisión no se quedan mirando: ya han comenzado a producir
series mixtas. Fue el caso de Amanda O (2008),
protagonizada por Natalia Oreiro, que tenía una emisión semanal en
televisión donde se hacía un resumen de lo visto por Internet.
Así
como la medida de la libertad parece estar asociada al bajo
presupuesto, la medida del éxito está dada por la cantidad de
espectadores que tiene una serie y por sus comentarios. Estos datos
pueden obtenerse gracias a la transparencia y la interactividad que
ofrece Internet, que es además el que lleva la batuta en esto de la
viralización.
“Ibope hace una medición estadística, mientras que
en la Web tenés una medida absoluta: podés saber qué cantidad de gente
vio la serie, quiénes comenzaron a verla y abandonaron, conocer la
ubicación geográfica del usuario, el tipo de browser con el
que se accedió, la página de entrada y la de salida”, explica Darío
D´Atri, editor jefe de Estrategias y Nuevas Plataformas de Dirigeme.
La
interactividad tiene que ver con la posibilidad de recomendar y
comentar un contenido. Están las series cuya trama avanza de acuerdo a
los votos de la audiencia. Fue el caso de Dirigime , producto de
Container Group que tuvo dos temporadas en conjunto con Terra Argentina,
Movistar y América TV.
Esquerré y Santiago cuentan que las
mayores repercusiones de su trabajo las han tenido a través de Facebook o
de los comentarios de los espectadores en telefe.com, donde se pudo ver
Vera Blum . Sin embargo, a veces cuesta salirse de los esquemas. “La
gente demanda que la serie continúe o que vaya a la tele”, dice
Esquerré. “Es raro, porque asocia éxito con tele, y el éxito quizás es
que la haya visto y le haya gustado. Me parece que dentro de unos años
la gente va a decir: ‘qué loco, miraban tele y se ponían a tal hora a
mirar una serie’”.