Contemporáneo a Tolstoi, Flaubert, Dickens o Dostoievski, Julio Verne quiso ser reconocido en su tiempo como escritor, pero sólo fue considerado un contador de historias. Actualmente, el autor de 'Viaje al centro de la Tierra', como si fuese un clásico, forma parte de la prestigiosa Biblioteca de la Pléiade.
El narrador francés apenas si salió de su tierra,
pero recorrió todo el mundo, bajó al fondo del mar y hasta alcanzó la
luna en sus novelas, que alimentaron la imaginación de millones de
lectores de todos los países.
La figura del escritor ha crecido con los años. Los lectores y visitantes pueden acercarse a su mundo más personal en 'Nuevos viajes extraordinarios', una muestra entre creativa y documental, que está abierta hasta el 19 de julio en la Casa del Lector. La creación la pone el artista Eric Fonteneau,
vecino de Nantes como el propio Verne, quien ha reinterpretado los
paisajes y el espíritu del escritor en una especie de diálogo entre el
pasado y el presente, según recordó, en la inauguración, Pascal Moulard,
director de Instituto Francés.
Mapa de 'La isla misteriosa' dibujado por Verne.
De esta muestra destacó, a nivel personal, la maqueta del Nautilus, el submarino de 'Veinte mil leguas de viaje submarino',
y el globo terráqueo que empleaba Verne para imaginar los itinerarios
de sus personajes y donde se aprecian las marcas que el propio escritor
realizaba para fijar sus geografías.
Este mapamundi, de 1881, ya en colores ocres por el paso del tiempo,
se erige en el centro de la exposición. Es la segunda vez que sale del
Museo Julio Verne de Nantes, donde se guarda junto a abundantes objetos
que pertenecieron al escritor y la casi totalidad de sus manuscritos,
comprados directamente a sus descendientes en 1981, y de los que se ha
traído una pequeña muestra representativa.
Y de este modo podemos contemplar primeras ediciones de obras como 'Miguel Strogoff', 'De la tierra a la Luna' o 'La isla misteriosa',
y a su lado, páginas manuscritas de esas mismas novelas de puño y tinta
del propio Verne. El escritor solía dividir la página verticalmente en
dos partes. En la de la izquierda escribía, en letra menuda y apretada,
la historia, mientras que el margen derecho lo dedicaba a las
aclaraciones, anotaciones o correcciones del original.
Otra de las joyas de la exposición es el mapa que el autor fue
dibujando a medida que escribía 'La isla misteriosa', un papel lleno de
puntos de referencia en los que sucedía la acción y por donde se movían
sus personajes. Este mapa fue el que inspiró el grabado de la isla que
figura en la primera edición y en las sucesivas.
Los personajes de Julio Verne atraviesan mares, océanos y montañas,
se adentran por los rincones más recónditos, exploran el planeta, pero
el escritor no se mueve de su ciudad natal y recorre el mundo desde su
biblioteca. Desde este lugar tan concreto proyectará sus novelas y los
itinerarios de sus aventuras, esos viajes extraordinarios que se
apoyaron en la ciencia y en la geografía, pero se hicieron con la
imaginación.
Uno de ellos, tal vez el más recordado, es 'La vuelta al mundo en ochenta días',
que resulta ser el libro preferido de Agnès Marcetteau, la directora
del Museo Julio Verne de Nantes, y lo explica: "Es una novela que parece
ligera, pero engaña. Es profunda, y nos enseña que, ante los obstáculos
de la vida, es preciso persistir con determinación y flema. Además, hay
una hermosa historia de amor que se cuela en la obra, en contra de la
voluntad del editor".
Para la directora del Museo, la falta de reconocimiento del escritor
en el pasado se ha superado con creces, ya que hoy Julio Verne es uno de
los autores franceses más universales. "Su recuperación se forjó a
partir de los años 50, tras los estudios y la defensa de autores de la
talla de Michel Butor y Julien Gracq, quien confesó que Verne fue el
origen de su vocación literaria".