El territorio de la Novela: La imaginación
Lima realizará la I Bienal de Novela Mario Vargas Llosa. Los expertos crean un retrato de la narrativa hispanohablante
La novela de Allá y de Acá: pluralidad de temas, autores..Ilustración de Fernando Vicente./elpais.com |
Los mundos totalizadores que explicaban grandes problemas o temas han
sido reemplazados por micromundos más personales que contienen el
universo. Ese es el no lugar al que ha llegado la novela hispanohablante
del siglo XXI, poblado de voces polifónicas nacidas del mestizaje
genético, cultural y literario de todos los tiempos y lugares con
vocación global y sin prejuicios ni miedos de ninguna naturaleza. Un
territorio que será analizado en la I BIenal de Novela Mario Vargas Llosa, en Lima (Perú), del 24 al 27 de marzo.
Hace seis años largos, en Bogotá, 39 escritores latinoamericanos
menores de 40 años empezaron a despejar la geografía de la nueva
literatura en español que ellos ayudaban a crear tras la larga sombra de
sus maestros. Un día les preguntaron: ¿hacia dónde va la literatura hispanohablante?
Y la respuesta quedó recogida en una fotografía en grupo, de Daniel
Mordzinski, donde estiraron el brazo y señalaron con el índice al
frente, mientras el uruguayo Pablo Casacuberta exclamaba: “¡Hacia
allá!”.
Seis años después de aquello está claro que ya han llegado a Allá, y a
todas partes, al lugar que han querido ellos y todos los demás
escritores de los 19 países hispanohablantes a lado y lado del Atlántico
porque ahora, más que nunca, se habla de una sola literatura en
español, diversa y plural. Allá es el no lugar que lo contiene casi
todo.
Una mirada a los derroteros de la literatura desde Lima
De lunes a jueves se realizará en la capital peruana la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa con la participación de más de treinta escritores hispanohablantes, entre los que figuran Javier Cercas, Héctor Abad Faciolince, Rosa Montero y Sergio Ramírez.Durante cuatro días se llevarán a cabo una docena de mesas redondas con temas como El futuro de la literatura, La novela latinoamericana: balance y perspectivas o La creación literaria en el mundo contemporáneo y Literatura.
El jueves 27 se fallará el Premio Bienal de Novela Vargas Llosa al que optan los escritores Juan Bonilla por Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral), Rafael Chirbes por En la orilla (Anagrama) y Juan Gabriel Vásquez por Las reputaciones (Alfaguara).
Un territorio donde la novela como género sigue siendo el preferido
por escritores y lectores, y donde predomina una línea tradicional,
mientras los experimentos parecen más cosa del pasado, e incluso se
percibe la poca disposición de los lectores a acercarse a novelas que se
salgan de los senderos seguros. Una aproximación a esas geografías de
la novela por parte de una veintena de escritores, críticos, agentes
literarios, editores y especialistas de España y América Latina deja ver
cómo es ese no lugar donde está ahora la novela en español.
Un paisaje polifónico
Uno de los escritores que hace seis años señaló al horizonte fue el
mexicano Jorge Volpi. Él empieza a despejar ese territorio al decir que
“hoy los escritores de América Latina ya no parecen obligados a tocar
ciertos temas (o a usar ciertos recursos formales). No hay una
deontología crítica que indique sobre qué escribir o sobre qué no
escribir. De allí una variedad inusitada de temas y estilos”. Pero antes
de cualquier otra cosa, el agente literario Guillermo Schavelzon
recomienda que “en algún momento habrá que dejar de hablar de los
autores latinoamericanos como si fueran un conjunto o tuvieran una
identidad común. Comparten —con variantes— la lengua, pero su voz y su
mundo es muy diferente”.
Javier Cercas no se considera un escritor español sino en español.
Para él la narrativa latinoamericana también es su narrativa, y su
tradición, cuenta, “se ha enriquecido extraordinariamente en el último
medio siglo, porque lo que ha ocurrido en ese lapso en Latinoamérica es
lo mejor que le ha ocurrido a la narrativa en español desde Cervantes”.
Luego vino ese florecer de la literatura española de los ochenta que
permite a José-Carlos Mainer, crítico, escritor y catedrático español,
asegurar que “después del gran giro narrativo internacional de los años
ochenta, los escenarios son urbanos y los protagonistas, perplejos,
complicados y un poco culpables. Y, muy a menudo, tratan de indagar en
el pasado cercano que creó un presente tan incómodo. O buscan
implícitamente el diálogo y la confrontación con las generaciones
precedentes por la vía del reproche, de la aceptación o del
redescubrimiento de la verdad”.
Se trata de una novela trasatlántica. Julio Ortega, escritor y
crítico peruano y profesor en la Universidad de Brown, dice que es el
momento de una época posnacional y posnarrativa. La novela, afirma, “ya
no se define por su lenguaje local ni por su linaje regional. Más que el
estilo del autor o la temática del relato, la novela cuenta con la
inteligencia del lector. Es un espacio en construcción, un ensayo de
nuestra libertad”.
Cruce de caminos y puerto de llegada y salida, la novela
hispanohablante ofrece dos vertientes, según Mayra Santos-Febres,
escritora puertorriqueña y organizadora del Festival de la Palabra: la
revisión histórica de los años ochenta con las narcoguerras, las guerras
de guerrilla, las dictaduras militares revisitadas desde la infancia y
la novela íntima experimental. Sin olvidar, agrega, las obras “desde
perspectivas de identidades múltiples como lo la identidad gay, o desde
lo femenino, o desde la raza”.
Además de la recuperación de esa memoria, según Enrique Planas, escritor y crítico del diario El Comercio,
de Perú, “hay una afirmación de una estética pop que nos habla de una
cultura, en el caso latinoamericano, mutante, fruto de migraciones,
encuentros y cruces. Nuevos autores que replantean la construcción de la
identidad abriéndola a nuevas posibilidades de género, y, por fin,
discursos profundamente subjetivos, que apuntan más a las historias
íntimas que al gran retrato social”.
Polinización. Mixturas. Hibridación. Mestizaje. Raquel Gisbert,
responsable del área de ficción de Planeta en España, lo ve claro: “Los
autores echan mano de cualquier técnica narrativa apropiada para
expresar lo que desean. Por otra parte, el material íntimo, la búsqueda
personal, la explicación de la propia vida, se ha convertido en la masa
literaria más apropiada de nuestro tiempo”. La literatura del Yo
renacida a finales de los setenta que ha tomado fuerza en la lengua
española en este siglo XXI también llama la atención de Rosa Montero.
Considera que la novela actual “es posmoderna en el sentido de que no
hay escuelas predominantes ni líneas estéticas maestras. Así que una de
las características es la pluralidad de temas y formas”. Una novela
ecléctica y multifacética, en palabras de la española María Dueñas.
Rutas conocidas y nuevas
Celebrado ese multicolor paisaje temático, sus estructuras
novelísticas no lo son tanto. El autor colombiano Jorge Franco, dice que
“hubo más experimentación y propuestas estructurales en la época del boom
latinoamericano. Aunque hay que destacar una fuerte influencia de lo
audiovisual y lo cinematográfico”. Opinión parecida a la de Carlos
Granés, de la Cátedra Vargas Llosa, quien recuerda que otros autores más
que en la arquitectura de la novela exploran con el lenguaje. “Si en
una época se sentía más el sonido de Faulkner, ahora es el de Roth”.
El tronco central sigue siendo la narrativa realista, dice el
boliviano Edmundo Paz Soldán. Se trata, afirma, “de narrativas más bien
despojadas, poéticas, ingrávidas. Hay también una intensificación del
diálogo con los géneros populares, desde el policial hasta el horror”.
Para el peruano Santiago Roncagliolo, si hay un movimiento en español en
los últimos años es la crónica: “La no ficción crece en todos los
países hispanohablantes... menos en España”.
En su país, según Enrique Vila-Matas, abunda la tendencia al realismo
en la vertiente serie negra, “o bien en la vertiente la novela comprometida, a veces refugio del clásico hipócrita con conciencia social. Con todo, la peor vertiente es la que se presenta con el síndrome Saviano”.
Ese predominio de la novela negra o de sus recursos parece natural,
según Rosa Montero, “al ser una narrativa fundamentalmente urbana y la
novela negra es la épica urbana y contemporánea por excelencia”.
El problema, según Javier Cercas, es el trato con la tradición
inmediata, sobre todo, la latinoamericana. Ha habido, explica, dos
grandes actitudes: “La de los epígonos y la de los parricidas, que son
quienes se dedican a decir que los buenos en realidad eran malos o no
eran tan buenos y, a partir de ahí, a intentar forjar un canon
alternativo. Esta actitud no es tan mala como la anterior, pero su
resultado ha sido casi siempre una literatura menor, snob y ornamental”. Está convencido de que el desafío es “liquidar el epigonismo y el parricidio y pasar al canibalismo”.
Lo crucial es entender, según la escritora española Elvira Navarro, que “no hay un progreso hegeliano en la literatura, donde formas determinadas corresponden a épocas determinadas, y donde esas formas serán superadas
por otras. Si no hemos comprendido que lo lineal es tan pertinente en
la actualidad como lo fragmentario es que seguimos en el siglo XIX,
cuando se creía en la idea de progreso”.
Hoy coexisten dos ámbitos que se entremezclan, explica Julián
Rodríguez, editor de Periférica: “novelas hasta cierto punto
experimentales, que obvian los llamados 'rasgos circunstanciales',
alrededor del tema o atmósferas, y las novelas que entroncan con esa
idea de la búsqueda de la Gran Novela: novelas que tratan de construir
un mundo, generalmente más extensas, menos fragmentarias. Pero siempre
con trasvases”. En otras palabras, “no son unívocas”, según Juan David
Correa, escritor colombiano y director de la revista Arcadia:
“Hay escritores que arriesgan más en lo formal y lo estructural, y otros
que se aferran a la idea de regresar por el camino de las novelas más
tradicionales”
Con una aclaración del argentino Pablo de Santis: “Las formas
vanguardistas se repiten mucho más que la otra literatura, la que acepta
que forma parte de una tradición. Ya lo dijo Gore Vidal: ‘Todo cambia
en el mundo, excepto el teatro de vanguardia”.
Un horizonte abierto
Lo que se constata en las obras de las dos orillas, según el crítico
español J. Ernesto Ayala-Dip, “es una mayor porosidad en cuanto a las
estrategias y tendencias narrativas. Un mayor diálogo entre las
preocupaciones, fundamentalmente en cuanto a los propósitos estilísticos
y a la disposición a no abandonar el espíritu de investigación de
nuevas o renovadas formalizaciones narrativas”.
Raquel Garzón de la revista Eñe, de Clarín, de
Buenos Aires, destaca la vocación de riesgo de los novelistas: “Se
escribe con una gran libertad y aunque siempre hay ecos (toda la cultura
es un gran palimpsesto), no hay devociones, los jóvenes no sienten la
presión de escribir a la manera de tal o cual autor como un mandato”.
Una duda la asalta: “La reciente adquisición de Alfaguara y otros sellos antes pertenecientes a Prisa por parte de Penguin Random House
abre interrogantes acerca de cuál será el impacto de esta nueva vuelta
de tuerca a la concentración del mercado en relación con la diversidad
de una literatura tan frondosa como la que se escribe en español. ¿Se
apostará por nuevas voces o se irá a lo seguro, a lo rentable?”.
El balance de la novela que hace Claudio López de Lamadrid, director
de la División literaria de Penguin Random House, no es tan optimista
frente al de la mayoría. Lamenta la poca ambición en las propuestas. Y,
sobre todo, no ve una predisposición por parte de los lectores a las
obras ambiciosas. “Al intentar adecuarse a los gustos del público, los
muchos autores descuidan la investigación y el trabajo con el estilo, el
único territorio que les es propio y que les distingue de las formas
invasivas, pantallas y demás. Aclaro que la radiografía que acabo de
pintarte no es exclusivamente hispana. Sucede lo mismo con las demás literaturas acomplejadas muchas veces con el tirón de las series y el poder de la imagen”.
Más allá de formas y fondos, a Julia Navarro le preocupa la regular
edición y circulación de los autores entre España y los países
latinoamericanos. Circulan menos que los escritores, como dijera Ricardo
Piglia, cuya idea respalda el editor Jorge Herralde: “Las ediciones de
autores latinoamericanos poco conocidos siguen la consigna del
‘optimismo (relativo) de la voluntad’. Y como es sabido, el destino de
los autores españoles en América Latina tampoco es nada halagüeño”.Esta
relación desigual, asegura Myriam Vidriales, de comunicación de Planeta
México, tiene que ver también "con hábitos no solo de los lectores sino
también del mercado, que arriesga poco y más en tiempos de crisis". Una
tarea pendiente que parece haber empezado a disminuir con la llegada de
las librerías virtuales globales y el aumento del libro electrónico.
Claves de la novela en español del siglo XXI
W. M. S.
- Hay una grata convivencia de autores de diferentes generaciones,
lugares y estilos: desde quienes pusieron el nombre de la novela en
español en boca de todo el mundo el siglo pasado, y los que se sumaron
desde los años noventa, hasta los nuevos, de todas las edades.
- La hibridación de géneros y estructuras. La norma es que no hay reglas. Es la riqueza de lo heterogéneo.
- Los mundos totalizadores que explicaban grandes problemas o temas
han sido reemplazados por micromundos más personales que contienen el
universo.
- Latinoamericanos y españoles se han quitado la obligación o el peso
de escribir necesariamente de sus respectivos países o ciertas
temáticas. Escriben de todo y sobre cualquier lugar.
- Los temas en auge tienen que ver, sobre todo, con la literatura del
Yo; líneas y enfoques ensayísticos que se han desplazado hacia la
novela; miradas sobre la historia y la política más contemporáneas; la
novela negra o asomos de ella al prestarse más para contar las
incertidumbres del presente; lo urbano y cosmopolita pero también lo
neo-rural.
- Hay países, o regiones, en las que destacan temáticas concretas,
por ejemplo la narcoviolencia en México, la Guerra Civil o la crisis
económica y social en España (lo que ya vivió Argentina a comienzos del
siglo); o revisión de historias nacionales, el caso de Colombia con la
guerrilla y el narcotráfico, o Argentina y Chile con sus respectivas
dictaduras.
- Una clara toma de conciencia y compromiso social, ideológico y
cultural que desafía la verdad oficial de gobiernos o partes
interesadas.
- En cuanto a estructuras o arquitecturas novelísticas predomina lo
tradicional o clásico, y aunque se aprecian riesgos y apuestas
experimentales notables, se echan de menos más exploraciones literarias.
- El balance sobre el estado de la novela no está claro. Se divide
entre los que lo consideran positivo y quienes recalcan la falta general
de ambición de los autores e incluso de la poca disposición de los
lectores a acercarse a novelas que se salgan de los senderos seguros y
claros que algunos novelistas intentan abrir.