Si sólo fuera por La guerra y la paz (1869), Tolstoi estaría en el gran panteón literario junto con Shakespeare, Dante y Cervantes. Pero si le quitaras esa épica novela de su obra, con todo lo que queda, aun sería uno de los más importantes cuentistas y novelistas de la historia humana. Y sin embargo, hacia el final de su vida Tolstoi sintió que todo fue por nada. La gloria literaria no le sirvió para apaciguar su alma. Nacido aristócrata, luchó en la guerra de Crimea, fue libertino y terrateniente, pero terminó siendo un profeta de la no violencia, influyendo directamente a Gandhi
Tolstoi descansando en el bosque. Ilya Repin, 1891./revista Ñ |
León Tolstoi —o en todo caso su obra, ya que murió en 1910, con 82 años
de edad— es como un enorme bosque. Se puede delimitar su circunferencia,
se podrían contar todos los árboles que contiene y decir qué tan altos
son, se podría hacer un censo completo de su flora y fauna; pero aun
así, describiendo su materialidad exhaustivamente, el bosque seguiría
siendo infinito. Por lo menos en su relación con la conciencia humana
individual. Hay innumerables caminos que lo atraviesan, su luz cambia
según la hora del día, la fase de la luna, según la época del año y la
fuerza de la lluvia o la nieve. El bosque también cambia según la edad
que tengas y según quién seas. Y así infinitamente.
Consideremos entonces a Tolstoi como un bosque. Empecemos con el censo. Nació al fin del verano en Yasnaya Polyana, la finca de su padre a 210 kilómetros al sur de Moscú, que heredó a los 19 años. Pertenecía a la clase aristocrática y toda su vida tendría dinero, tierras, sirvientes; siempre aprovecharía las innumerables ventajas de su clase. Estudia leyes en San Petersburgo, pero no se recibe. A los 24 años, voluntariamente se une al ejército y termina luchando en la primera guerra industrializada de la historia humana, la de Crimea. Esta experiencia es clave, tanto para su libro Cuentos de Sevastopol como para su gran novela La guerra y la paz, que escribirá en Yasnaya Polyana entre los 35 y los 41 años de edad. Esta es la novela central de su obra completa, pero a su alrededor giran seis novelas (entre ellas, Anna Karenina, una de las más grandes novelas de la historia), seis nouvelles, seis obras de teatro, decenas de cuentos, obras filosóficas, pedagógicas. A esto hay que agregar miles y miles de cartas y miles y miles de páginas de diarios personales. La edición soviética de las obras completas de León Tolstoi tiene noventa volúmenes.
Pero esto es un mero censo. Como el bosque, Tolstoi es infinito.
En su extenso y magnífico ensayo de 2010, El novelista ingenuo y el sentimental (que se ocupa principalmente de analizar Anna Karenina), Orhan Pamuk dice: "En mi juventud, fue al tomar en serio las novelas que aprendí a tomarme en serio la vida. Las novelas literarias nos persuaden a tomarnos en serio la vida al mostrarnos que, de hecho, tenemos el poder de influir en los eventos y que nuestras decisiones personales dan forma a nuestras vidas".
Esta es una excelente y acertada descripción romántica sobre para qué nos pueda servir Tolstoi: es un guía espiritual, nos enseña qué es la vida y también cómo vivirla.
Una cosa misteriosa que pasa con la obra de Tolstoi, que resiste la explicación crítica, es que en su obra está la vida. No una reproducción o una representación o una versión de la vida, sino la vida misma.
En su libro sobre Tolstoi, The Hedgehog and the Fox, Isaiah Berlin dice: "El genio de Tolstoi consiste en la capacidad de reproducir con exactitud maravillosa lo irreproducible; la evocación casi milagrosa de la plena, intraducible individualidad del sujeto, lo cual induce en el lector una conciencia de la presencia del objeto en sí mismo y no una mera descripción de él; emplea hacia este fin metáforas que fijan la cualidad de la experiencia particular como tal..."
Dos valores de Tolstoi son la lucidez y la omnisciencia.
A través de descripciones sencillas, abre vastos mundos interiores. A través de vastos descripciones panorámicas, muestra majestuosos procesos históricos pero también la vanidad del hombre. Escribe desde la perspectiva de una polilla y de un águila. Sus obras están compuestas por elementos monumentales tanto como por exquisitas miniaturas. Y por ellas corren las preguntas más urgentes de la vida, las que suelen hacerse los profetas y algunos filósofos: ¿Para qué estamos acá? ¿Qué significa la vida cuando la muerte nos quitará todo? ¿Qué es la historia y cómo funciona? ¿Tiene un fin? ¿Se puede entender su funcionamiento? ¿Los individuos son artífices de la historia o meras piezas en un gran juego cuyas reglas nunca comprenderán? ¿Dios existe? ¿Para qué seguir viviendo?
Estas preguntas, que en su ficción están encarnadas en sus personajes, se presentan directamente en sus pequeñas obras filosóficas como Confesiones donde describe una crisis existencial que tuvo a los cincuenta años. Allí escribe: "La antigua ilusión de la felicidad de la vida ya no me engañaba. Por mucho que me dijeran 'Tu no puedes comprender el sentido de la vida, no pienses, vive', yo no podía hacerlo, porque ya lo había hecho durante mucho tiempo. Ahora no puedo dejar de ver los días y las noches que pasan volando y me conducen a la muerte. Sólo veo eso porque es la única verdad. Todo el resto es mentira”.
En este sentido, la trayectoria espiritual de Tolstoi es parecida a la de Buda. Comenzó disfrutando sin freno de los placeres sensuales de la vida y terminó rechazándolos todos –tras una iluminación– a cambio de una vida del espíritu.
Si entran en YouTube y buscan “Leo Tolstoi on Film”, encontrarán una película, en blanco y negro, de 12 minutos de duración, que muestra a Tolstoi alrededor de los 80 años. En lo posible, reserven un momento de paz y silencio para verlo, tal vez tarde por la noche cuando todos en casa ya duerman o, mejor aun, temprano en la mañana cuando amanece y la ciudad está silenciosa.
Mírenlo sin pensar en nada. El video no tiene sonido. Si me aceptan una recomendación, abran otra ventana de YouTube y busquen “Philip Glass – Koyaanisqatsi”: escuchen esa música en simultáneo al video de Tolstoi (el video de Tostoi en pantalla completa).
¿Es posible que esta persona caminara por la tierra igual que nosotros? ¿No era un ser imaginario, un invento de la literatura?
¡Mírenlo, rodeado de personas con sombreros y niños que bailan! ¡Por perros y caballos y árboles que se tuercen en el viento! Todos sombras ahora, sin nombre. ¿Cómo puede ser que pasa el tiempo? ¿Cómo es posible que ahora estoy vivo, en la vida, consciente y vital, y que dentro de poco estaré en la nada, en la oscuridad eterna, todo esto aniquilado, todo olvidado?
Todo es un misterio. Nadie sabe qué es la vida ni el tiempo. Nadie sabe por qué existe algo en vez de nada.
Todos entendemos estas preguntas y las angustias que despiertan, pero muy pocas personas pueden convertir estas dudas en obras de arte que contengan vida. Es decir, que puedan contestarle a la nada con vida. Si existe la inmortalidad debe estar escondida en el presente –que también es un enigma inexplicable. No se puede llegar solo, hay que descubrirlo de la mano de alguien. Tolstoi puede llevarte.
Consideremos entonces a Tolstoi como un bosque. Empecemos con el censo. Nació al fin del verano en Yasnaya Polyana, la finca de su padre a 210 kilómetros al sur de Moscú, que heredó a los 19 años. Pertenecía a la clase aristocrática y toda su vida tendría dinero, tierras, sirvientes; siempre aprovecharía las innumerables ventajas de su clase. Estudia leyes en San Petersburgo, pero no se recibe. A los 24 años, voluntariamente se une al ejército y termina luchando en la primera guerra industrializada de la historia humana, la de Crimea. Esta experiencia es clave, tanto para su libro Cuentos de Sevastopol como para su gran novela La guerra y la paz, que escribirá en Yasnaya Polyana entre los 35 y los 41 años de edad. Esta es la novela central de su obra completa, pero a su alrededor giran seis novelas (entre ellas, Anna Karenina, una de las más grandes novelas de la historia), seis nouvelles, seis obras de teatro, decenas de cuentos, obras filosóficas, pedagógicas. A esto hay que agregar miles y miles de cartas y miles y miles de páginas de diarios personales. La edición soviética de las obras completas de León Tolstoi tiene noventa volúmenes.
Pero esto es un mero censo. Como el bosque, Tolstoi es infinito.
En su extenso y magnífico ensayo de 2010, El novelista ingenuo y el sentimental (que se ocupa principalmente de analizar Anna Karenina), Orhan Pamuk dice: "En mi juventud, fue al tomar en serio las novelas que aprendí a tomarme en serio la vida. Las novelas literarias nos persuaden a tomarnos en serio la vida al mostrarnos que, de hecho, tenemos el poder de influir en los eventos y que nuestras decisiones personales dan forma a nuestras vidas".
Esta es una excelente y acertada descripción romántica sobre para qué nos pueda servir Tolstoi: es un guía espiritual, nos enseña qué es la vida y también cómo vivirla.
Una cosa misteriosa que pasa con la obra de Tolstoi, que resiste la explicación crítica, es que en su obra está la vida. No una reproducción o una representación o una versión de la vida, sino la vida misma.
En su libro sobre Tolstoi, The Hedgehog and the Fox, Isaiah Berlin dice: "El genio de Tolstoi consiste en la capacidad de reproducir con exactitud maravillosa lo irreproducible; la evocación casi milagrosa de la plena, intraducible individualidad del sujeto, lo cual induce en el lector una conciencia de la presencia del objeto en sí mismo y no una mera descripción de él; emplea hacia este fin metáforas que fijan la cualidad de la experiencia particular como tal..."
Dos valores de Tolstoi son la lucidez y la omnisciencia.
A través de descripciones sencillas, abre vastos mundos interiores. A través de vastos descripciones panorámicas, muestra majestuosos procesos históricos pero también la vanidad del hombre. Escribe desde la perspectiva de una polilla y de un águila. Sus obras están compuestas por elementos monumentales tanto como por exquisitas miniaturas. Y por ellas corren las preguntas más urgentes de la vida, las que suelen hacerse los profetas y algunos filósofos: ¿Para qué estamos acá? ¿Qué significa la vida cuando la muerte nos quitará todo? ¿Qué es la historia y cómo funciona? ¿Tiene un fin? ¿Se puede entender su funcionamiento? ¿Los individuos son artífices de la historia o meras piezas en un gran juego cuyas reglas nunca comprenderán? ¿Dios existe? ¿Para qué seguir viviendo?
Estas preguntas, que en su ficción están encarnadas en sus personajes, se presentan directamente en sus pequeñas obras filosóficas como Confesiones donde describe una crisis existencial que tuvo a los cincuenta años. Allí escribe: "La antigua ilusión de la felicidad de la vida ya no me engañaba. Por mucho que me dijeran 'Tu no puedes comprender el sentido de la vida, no pienses, vive', yo no podía hacerlo, porque ya lo había hecho durante mucho tiempo. Ahora no puedo dejar de ver los días y las noches que pasan volando y me conducen a la muerte. Sólo veo eso porque es la única verdad. Todo el resto es mentira”.
En este sentido, la trayectoria espiritual de Tolstoi es parecida a la de Buda. Comenzó disfrutando sin freno de los placeres sensuales de la vida y terminó rechazándolos todos –tras una iluminación– a cambio de una vida del espíritu.
Si entran en YouTube y buscan “Leo Tolstoi on Film”, encontrarán una película, en blanco y negro, de 12 minutos de duración, que muestra a Tolstoi alrededor de los 80 años. En lo posible, reserven un momento de paz y silencio para verlo, tal vez tarde por la noche cuando todos en casa ya duerman o, mejor aun, temprano en la mañana cuando amanece y la ciudad está silenciosa.
Mírenlo sin pensar en nada. El video no tiene sonido. Si me aceptan una recomendación, abran otra ventana de YouTube y busquen “Philip Glass – Koyaanisqatsi”: escuchen esa música en simultáneo al video de Tolstoi (el video de Tostoi en pantalla completa).
¿Es posible que esta persona caminara por la tierra igual que nosotros? ¿No era un ser imaginario, un invento de la literatura?
¡Mírenlo, rodeado de personas con sombreros y niños que bailan! ¡Por perros y caballos y árboles que se tuercen en el viento! Todos sombras ahora, sin nombre. ¿Cómo puede ser que pasa el tiempo? ¿Cómo es posible que ahora estoy vivo, en la vida, consciente y vital, y que dentro de poco estaré en la nada, en la oscuridad eterna, todo esto aniquilado, todo olvidado?
Todo es un misterio. Nadie sabe qué es la vida ni el tiempo. Nadie sabe por qué existe algo en vez de nada.
Todos entendemos estas preguntas y las angustias que despiertan, pero muy pocas personas pueden convertir estas dudas en obras de arte que contengan vida. Es decir, que puedan contestarle a la nada con vida. Si existe la inmortalidad debe estar escondida en el presente –que también es un enigma inexplicable. No se puede llegar solo, hay que descubrirlo de la mano de alguien. Tolstoi puede llevarte.